Por: Roberto Aponte/ Las leyes existen para garantizar un estado de bienestar. La expresión desglosa en pocas palabras un ideal que está lejos de ser verídico, ya que las leyes se encuentran en contaste discusión que va variando de las circunstancias históricas y sociales.
Un ejemplo de esto, es que la mención de leyes y delitos ambientales es un tema reciente. Hasta hace unas cuantas décadas el tema de la protección de los recursos ambientales se ha vuelto un tema importante para proteger el patrimonio natural del país.
La retórica legislativa se basa en los deberes de los ciudadanos y cuando se trata del carácter penal se desglosan las acciones punitivas en consecuencia a los actos cometidos. Con esta premisa obtenemos la pregunta ¿El ser humano necesita de castigos para portarse bien?
En algunos casos la sociedad moldea y regula a las personas para que se ajusten a estándares basados en una buena convivencia y la premisa de vivir sin ocasionar graves perjuicios a los demás debe bastar para asegurar un buen comportamiento, pero no es así. Muchas personas sobreponen su egoísmo al bien común y no le importa perjudicar a los demás, incluso a pesar de las consecuencias legales de sus malas acciones. Por lo mismo lo prioritario para ellos es la evasión de las consecuencias u obtener una posición ventajosa que pueden adquirir burlando la ley o desde un punto de vista semántico.
La problemática de los delitos ambientales radica en afectaciones en la biodiversidad y en los recursos agua y suelo que tienen repercusiones en las comunidades cercanas. Los impactos en determinadas comunidades es lo que impulsa las luchas por proteger el medio ambiente, que, si bien generan concientización y movilización social, se requiere de mecanismos jurídicos para fortalecer la defensa del territorio tanto con las regulaciones ambientales como con la penalización de delitos que afecten la naturaleza.
Las comunidades también necesitan garantías y por eso es necesario resguardar el componente social y económico para reducir los delitos. Sin embargo, lo que mueve más la noción de justicia muchas veces es el factor mediático que apela con frecuencia a las emociones, pero también es un sentimiento que se atribuye a que cada acción reciba su consecuencia, tanto las positivas como las negativas por lo que el tema de la delincuencia está bastante ceñido al temor hacia la impunidad.
Un gran temor de mucha gente es que las leyes permitan que los criminales no paguen por sus delitos y por eso genera indignación los casos sobre vencimientos de términos que también se asocian a falencias administrativas. Dicho fenómeno conlleva a que aumente la percepción de inseguridad y que la gente decida hacer justicia por su propia cuenta.
Ante grandes problemas se buscan a grandes culpables y la gente hace todo lo posible para que exista un gran responsable. Aunque los autores intelectuales se salgan con la suya y muchas veces las problemáticas sociales y ambientales son enramados que involucran a varias personas y dentro de aquel grupo buscan quienes serán los chivos expiatorios de todo el conjunto.
Todo ese resentimiento se acumula y es fácil pensar en que la sociedad estaría mejor sin ciertos individuos. Estas emociones producto de la frustración pueden llegar lejos y por eso la gente a veces recurre a hacer justicia por su propia cuenta.
Tomar una vida es un acto que genera un gran peso y por eso no debe tomarse a la ligera, para muchas personas es una acción a la que nadie quiere recurrir. No obstante, la sociedad debe otorgarnos garantías como individuos para que estos hechos lamentables no ocurran.
La sensación de querer sentirse seguro y el deseo de que le respeten el entorno, es algo que puede sentir cualquier persona y en muchos casos es algo que no debe politizarse. Los casos para usar la defensa propia tienen sus propios matices y por lo mismo muchas veces son difíciles de juzgar. Sin embargo, también es entendible por qué estas acciones están tan mal vistas en determinados sectores del país.
La sociedad es la base de la moral de los ciudadanos, pero también está sometida a nuevos paradigmas. La percepción de los actos delictivos y la respuesta a los mismos, debe estar encaminada a que a partir de la prevención se proteja al ciudadano y se comprendan todas sus acciones. Aun así, existe un gran compromiso entre todos para formar esa sociedad y en la misma se evidencia si sus políticas de seguridad y percepción de los criminales genera bienestar a los ciudadanos.
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*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories