Por: Claudia Acevedo Carvajal/ Desde una perspectiva psicológica, es necesario analizar cómo el delirio erotomaníaco se entrelaza con las expectativas y construcciones sociales sobre el amor, las relaciones afectivas y el deseo. Este trastorno pone en evidencia aspectos clave de las creencias culturales sobre el amor romántico, al mismo tiempo que refleja las complejidades de la psicopatología.
El delirio erotomaníaco puede influir en las relaciones de pareja, generando dinámicas de control, idealización y, en última instancia, alienación emocional. El delirio erotomaníaco se caracteriza por la creencia delirante de que otra persona está enamorada de otra, generalmente alguien con relevancia pública, famoso, actor, cantante o deportista.
La persona puede llegar a enamorarse del otro sin ni siquiera haber compartido en algún momento. Pero si haberlo visto en televisión o en sus redes sociales.
En muchos casos, la persona que padece este trastorno interpreta señales cotidianas o neutras como confirmación de este amor imaginado. Un gesto, una mirada casual o incluso la falta de comunicación pueden ser reinterpretados dentro del marco del delirio como pruebas irrefutables del afecto del otro.
Lo preocupante de este trastorno es que, para la persona que lo sufre, el delirio no es una simple fantasía o deseo pasajero, sino un pensamiento persistente e inflexible. Esto significa que cualquier intento de la persona objeto del delirio para desmentir la supuesta relación es interpretado como una señal de que el amor es real, pero oculto o no correspondido de manera evidente. En muchos casos, este trastorno genera un desgaste emocional en quien lo padece, así como en aquellos que se ven envueltos en el delirio, ya que la insistencia y la obsesión pueden conducir a comportamientos intrusivos o de acoso.
Cuando analizamos el delirio erotomaníaco en el contexto de una relación de pareja, las implicaciones son particularmente complejas. A primera vista, podría parecer que este trastorno solo afectaría a personas que no están en una relación formal con el objeto de su delirio. Sin embargo, en algunas situaciones, el erotomaníaco puede proyectar estas fantasías dentro de una relación existente, lo que distorsiona gravemente las dinámicas afectivas y de poder dentro de la pareja. Y esto puede provocar conflictos constantes y celos obsesivos.
Es importante reflexionar sobre cómo las construcciones culturales del amor y el romance pueden alimentar y, en ciertos casos reforzar las creencias delirantes. Las narrativas idealizadas sobre el amor romántico, que exigen devoción incondicional, pasión arrebatadora y la creencia en “el destino” o “el alma gemela”, pueden resonar con las características del delirio erotomaníaco. La creencia delirante de que existe una conexión profunda, predestinada y secreta entre dos personas se alinea, hasta cierto punto, con las expectativas sociales sobre lo que debe ser el «verdadero amor». Esto lleva a una reflexión crítica sobre cómo estas narrativas culturales pueden normalizar o minimizar la gravedad de las obsesiones delirantes en algunos casos.
En el caso de las parejas, si uno de los miembros de la relación desarrolla un delirio erotomaníaco, esto puede crear una profunda disonancia en las interacciones cotidianas. La pareja que no comparte el delirio puede sentirse presionada, confundida o incluso alienada por las expectativas y demandas emocionales del otro, mientras que la persona afectada por el trastorno puede ver cualquier falta de reciprocidad como una traición o un rechazo, lo que intensifica sus sentimientos delirantes.
Un aspecto crucial a considerar al analizar el delirio erotomaníaco en el contexto de las relaciones de pareja es cómo las dinámicas de poder y control pueden verse alteradas. Quienes padecen este trastorno pueden intentar ejercer control emocional o físico sobre la persona que creen estar enamorada de ellos, ya que interpretan su falta de correspondencia como un desafío a superar, en lugar de una realidad a aceptar.
La insistencia obsesiva del erotomaníaco puede manifestarse en formas de acoso, como llamadas telefónicas, mensajes insistentes, seguimiento o, en casos más extremos, intentos de acercarse físicamente a la persona objeto del delirio, incluso si esta ha expresado su deseo de mantenerse alejada.
Este comportamiento no solo es una violación de los límites personales, sino que puede generar una atmósfera de intimidación y desconfianza en la pareja.
Para el erotomaníaco, la falta de reciprocidad no se percibe como un rechazo genuino, sino como una prueba de que el amor es real, pero debe ser revelado o correspondido de una manera particular. Esta dinámica es peligrosa porque refuerza las creencias distorsionadas y puede llevar a una relación conflictiva en el que el delirio se intensifica en lugar de disiparse. La persona que es objeto de estas creencias puede sentir que no tiene forma de liberarse del control emocional ejercido por el erotomaníaco, lo que aumenta su sufrimiento y la tensión en la relación.
Es importante reconocer y abordar el delirio erotomaníaco en la terapia de pareja porque este delirio plantea desafíos significativos para la salud mental y el bienestar de las personas involucradas en una relación afectada por este trastorno. Para los profesionales de la psicología, es crucial reconocer que el tratamiento de este tipo de trastorno no puede abordarse únicamente desde una perspectiva individual, sino que también requiere una atención cuidadosa a las dinámicas relacionales y el impacto que estas tienen en la pareja.
Es fundamental que en la terapia de pareja se reconozcan los signos de erotomanía y se aborde de manera directa, con el fin de prevenir el daño emocional y psicológico que puede derivarse de una falta de tratamiento adecuado. Las intervenciones terapéuticas deben enfocarse en desarticular las creencias delirantes a través de técnicas cognitivas, así como en ayudar a la pareja afectada a establecer límites que protejan su bienestar emocional y así llegar a tener una relación sana y saludable.
Debemos tener en cuenta las narrativas culturales que pueden perpetuar la idealización extrema del amor romántico. Cuestionar los mitos sobre el amor perfecto y eterno, y la idealización del otro, no solo es importante para prevenir la erotomanía, sino también para fomentar relaciones más equitativas, basadas en la reciprocidad, el respeto y la comprensión mutua.
Concluyendo, el delirio erotomaníaco es un trastorno que desafía nuestra comprensión tradicional de las relaciones afectivas y pone en relieve las complejidades de la psicopatología en el ámbito de la pareja. Este trastorno nos obliga a reflexionar críticamente sobre las construcciones culturales del amor, el poder y el control, así como sobre las dinámicas emocionales que se generan en una relación marcada por el delirio.
Desde una perspectiva psicológica, es esencial que los profesionales reconozcan los signos del delirio erotomaníaco y trabajen en colaboración con sus pacientes para abordar este trastorno de manera integral, atendiendo tanto las necesidades individuales como las relacionales. Solo a través de una comprensión profunda y empática de este fenómeno podemos avanzar hacia relaciones de pareja más saludables y equilibradas, libres de las distorsiones y el sufrimiento que generan los delirios de amor no correspondido.
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*Psicóloga, Magister en Psicología Jurídica y Forense Técnica en Investigación judicial y criminal.
LinkedIn: Claudia Acevedo