“La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”, así como decía el famoso personaje de humor blanco, el Chavo del Ocho.
Por: Andrés Negrete/ La historia está llena de cuentos, relatos y anécdotas que describen el popular refrán escuchado por muchos y aplicado por unos cuantos, la venganza es un plato que se sirve en frio. Pero, como dijo Ramón Valdez interprete del célebre personaje Don Ramón en la serie El Chavo del Ocho: “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Pero, desafortunadamente, es y ha sido el actuar de muchos que, ante la afrenta vivida, deciden tomar la revancha y esperarse el tiempo necesario para idear la mejor manera de desquitarse.
Y el derecho penal no es ajeno a esta realidad, pues, abusando de éste muchos se han usufructuado y deleitado descaradamente, afrentando de la manera más baja y sucia contra sus semejantes, con motivos superfluos en veces y en otros sin motivos, no queriendo significar que hay que tenerlos a manera de justificante.
En materia penal, el castigo será impuesto por quien tiene competencia para hacerlo, pero, cada persona tiene quien lo juzgue y este se llama conciencia. Si es que aún la tiene. Sin embargo, resulta hasta peculiar como el derecho penal ha sido instrumentalizado por personas sin escrúpulos que pretenden vengarse hasta de sus familiares y por causas que nunca justificarían dicho proceder. Así vemos como una de las formas modernas para dicho menester es el delito de violencia intrafamiliar, cuál ha sido utilizado al servicio de mentes retorcidas que en buen uso del refrán actúan de manera vengativa.
El delito de violencia intrafamiliar es la conducta de maltrato en contra de cualquier familiar. Hecho despreciable que carcome nuestra sociedad, dejándonos en un ciclo de violencia tras violencia, hasta convertirse en un círculo vicioso de nunca acabar. Las cusas de ésta son muchas. Factores económicos, psicológicos, sociales y ambientales. Sin embargo, se ha utilizado como instrumento de venganza especialmente entre parejas. Veamos con más detalle el delito de violencia intrafamiliar. Comete este delito:
“El que. Esto es, cualquier persona, pero con un ingrediente particular, que haga parte del núcleo familiar y también, el cónyuge o compañero divorciado o separado, los progenitores así no convivan en el hogar, aquellas personas que, aunque no son parte del núcleo familiar estén encargados del cuidado de una persona del mismo y las personas que sostengan o hayan sostenido una relación extramatrimonial con vocación de estabilidad, es decir, con las amantes.
¿Cuál la conducta? Maltratar física o psicológicamente a un miembro de la familia. Maltrato que puede ser desde puñetazos hasta la más compleja, la perturbación a escala mental. Compleja por el hecho que, aparentemente no dejan huella, pero quizás sea una de las mayores secuelas que puedan ocasionársele a una persona. La salud mental no es un juego, aunque pareciera que nadie le interesa.
Hasta ahí, meritoria la intención del Estado en penar este tipo de conductas que hacen mucho daño a la sociedad, pero en especial a la familia, cual es, núcleo fundamental de la sociedad o así lo consagra nuestra constitución. Pero, ¿Qué pasa con aquellos casos donde se instrumentaliza a la Fiscalía a través de la investigación de este tipo de conductas con el ánimo perverso de enfilar venganzas con la ex pareja?
Aquí mi reparo. Si bien es cierto, hay que tomarse con mucha seriedad la violencia que sucede en los hogares, también es cierto y no menos importante el hecho de la utilización de este delito como afrenta en contra de muchas personas que se ven involucradas en una investigación penal por este delito por el mero capricho de su ex pareja. Y en muchas de las veces por motivos superfluos que dejan ver la bajeza y el desdén por causar solamente daño, venganza.
La defensa penal en el delito de violencia intrafamiliar es casi una novela que hay que desentrañar; en muchos casos solo se pretende encarcelar a personas inocentes por las malintencionadas reacciones de sus exparejas al no lograr gestionar de la mejor manera una ruptura o inclusive una infidelidad. Probar que nunca existió la conducta violenta o daño físico o la intención de violentar psicológicamente a la pareja se vuelve una telenovela. Y lo dicho aquí no es en manera alguna burlesca para con el desdeñable delito en mención y mucho menos para con las mujeres víctimas de los constantes ataques de sus parejas, a quien extiendo toda mi solidaridad.
Si no el hecho despreciable que acarrea la utilización de este delito para dañar con todo el dolo del mundo, con toda la intención de desgraciar la vida de una persona que, por azares del destino termino una relación o fue infiel; sin que esto esté bien y sea justificable, pero, tampoco el hecho de dejar preso a una persona por una infidelidad.
Importa aquí resaltar el hecho histórico de la lucha en contra de la violencia hacia las mujeres. También, poner de presente las injustas causas que se instruyen en muchas fiscalías locales donde se indaga la comisión de violencia en contra de la familia. En muchos de los casos son denuncias que buscan generar presión a raíz de disputas relacionadas con herencias, venganzas derivadas de infidelidades o actos manipuladores para mantener a raya a la pareja a efectos de que hagan o no ciertas acciones y para mantenerse lejos de una investigación terminan a los pies de sus parejas.
Humanos, “la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Perdonar, es el acto más humano que podemos hacer. Pero, mientras encuentran perdón en sus corazones, defenderse de este tipo de acusaciones es necesario cuando los hechos tienen como base la mentira que se gesta en los más oscuros intereses de una venganza.
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