Por: Carmen Elisa Balaguera Reyes/ Los constantes derrumbes por problemas de deforestación, las alteraciones al suelo, la erosión y la tala indiscriminada de árboles no se contienen pues es absoluta la deficiencia de la información y del cumplimiento de la ley.
Todos los años cuando llega el invierno vemos en todos los municipios las tragedias anunciadas, de lo que puede suceder por la imprevisión de las autoridades de prevenir tales acontecimientos.
Los árboles protegen los suelos, ayudan a equilibrar el clima, son fuente de oxígeno, pero en nuestro país es más fácil deforestar que tener programas que sustituyan los daños que hayan hecho a la ecología las personas que pensando en ampliar sus terrenos, sus parcelas, sus terrenos ya que no saben el daño que esto hace a la naturaleza.
Vemos las noticias de la deforestación de las maderas en el Amazonas, en el Chocó, el tráfico de madera ilegal, en el ámbito nacional como dice el director de Infraestructura el exalcalde Juan Martín Caicedo Ferrer, presidente de la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI),
“Afirmó que no es un problema de construcción, “ni de San Pedro”, sino de una autoridad ambiental, pues ante la gran mayoría de montañas deforestadas “será muy difícil asegurar que en el futuro no se presenten nuevas avalanchas que sepulten las principales vías”. (Ver)
Las tragedias son el pan de cada invierno especialmente, pero de lo que no se tiene noticia es que, en muchos lugares las gentes llegan a desforestar a tumbar cuanto árbol tengan a su paso con el único propósito de hacerse a terrenos que en su gran mayoría son bienes y terrenos baldíos.
Se dice que los bienes o terrenos baldíos son los que estando dentro de Colombia, no pertenecen a ninguna persona y son de propiedad de la República de Colombia tal como lo explica el artículo 675 del Código Civil Colombiano.
«Son bienes vacantes los inmuebles que habiendo estado bajo el dominio del hombre, no tienen en la actualidad dueño aparente o conocido. Los terrenos vacantes no son baldíos y hay diferencia entre estas dos clases de bienes: el carácter de los primeros estriba en haber tenido dueño y haberlos abandonado (art. 706 del C.C., y 1° y 5° de la ley 55 de 1905); los segundos son aquellas porciones del terreno de la nación que pertenecen a esta, por no haber sido transmitidos a persona alguna y bajo el imperio de la actual legislación no han sido apropiados particularmente con títulos legítimos.»
En toda Colombia el vivo vive del bobo y en este caso el bobo es el Estado, cuantos se han enriquecido a punta de tomarse los terrenos baldíos del Estado y han logrado acceder a las propiedades asegurándolas a la fuerza y con documentos adquiridos a través de la Corrupción.
Casos muy cercanos tenemos como en el famoso Cañón del Chicamocha, las montañas que circundan a Zapatoca y Girón, y en el caso específico tenemos las evidencias de como poco a poco los colonizadores urbanos van tomándose estos terrenos y logrando poseerlos.
Esta vegetación es la que se veía hace pocos años, en el sector del centro poblado de la vereda Buenos Aires del municipio de Piedecuesta, pero no ha habido ninguna autoridad que controle la tala indiscriminada de los árboles que permiten mantener la montaña en su máxima expresión.
Hoy la llegada de extranjeros está haciendo que se tomen los terrenos baldíos que pertenecen a la Nación, y que los supuestos dueños de las parcelas vendan a precios considerables parte de la montaña que no les pertenece y que ofrecía muy buena oxigenación al área metropolitana de Bucaramanga.
Son innumerables las acciones que han hecho los líderes de ese centro poblado, pero no han tenido ninguna clase de pronunciamiento por parte de las autoridades ambientales, todos se tiran la toalla y hacen caso omiso al problema que pueda venirse en unos años.
No queremos ver que nuestras montañas tengan los problemas que tienen tantos municipios, que sólo existe autoridad cuando ya las avalanchas y los derrumbes son un hecho.
En el Congreso hace trámite un proyecto de ley que esperamos salga adelante para que muchos territorios se vean beneficiados y que se tome conciencia para no seguir indemnizando a las personas que supuestamente toman los terrenos, los deforestan, hacen que se produzcan los derrumbes y luego pasan a las listas de beneficiarios de indemnizaciones e incentivos económicos, no sabiendo que han generado víctimas y tragedias y un gran daño a la naturaleza.
*Socióloga.
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