El primer ministro italiano, Mario Draghi, ganó la moción de confianza en el Senado pero perdió la confianza de sus socios de coalición de unidad nacional, entre los que se encuentran la formación izquierdista Movimiento Cinco Estrellas, liderada por el expremier Giuseppe Conte; y los partidos de derecha y ultraderecha Forza Italia, de Silvio Berlusconi y la Liga, de Matteo Salvini, respectivamente.
En la sesión de este miércoles en la Cámara Alta, de los 320 escaños Draghi recibió el favor de 95 senadores y el rechazo directo de 38, aunque la inmensa mayoría de los legisladores senatoriales se negó a votar.
Pese a superar el trámite, el abandono de las tres formaciones políticas que sumaban para darle la mayoría para gobernar hizo que el hasta ahora primer ministro abandonara con premura la sesión en el Palacio Madama, sede del Senado, y se refugiara en su despacho del Palacio Chigi, el edificio que alberga al Consejo de Ministros italiano.
Enrico Letta, secretario general del Partido Demócrata, que sí apoyó al mandatario, se quejó de «este día de locura en el que el Parlamento decidió ponerse en contra de Italia».
«Nosotros hemos hecho todo lo posible para evitarlo y apoyar al Gobierno de Draghi. Los italianos demostrarán en las urnas que son más sabios que sus representantes», escribió Letta en su cuenta de Twitter.
Mario Draghi se sometía a una moción de confianza con el objetivo de reforzar su coalición de unidad nacional, hasta ahora compuesta por casi todas las formaciones políticas del Parlamento, salvo por el partido ultraderechista Hermanos de Italia, liderado por Giorgia Meloni.
La semana pasada la crisis de gobierno saltó por los aires cuando el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) decidió desmarcarse del primer ministro tras un largo periodo de idas y venidas a razón de un decreto que preveía ayudas contra la inflación, que los izquierdistas del M5S veían insuficiente, así como la negativa de estos a que desde el Ejecutivo y el Legislativo se siguiera financiando la asistencia militar a Ucrania en el marco de su guerra con Rusia.
El primer ministro, que ya había mencionado que su Gobierno no podía seguir adelante sin el sostén del M5S, presentó su renuncia el día 14 de julio ante el presidente Sergio Mattarella, pero este la rechazó y le solicitó que se expusiera nuevamente ante la Cámara Alta este miércoles, en una sesión en la que ha perdido definitivamente la mayoría parlamentaria.
Berlusconi y Salvini, en un primer momento, condicionaron su apoyo a Draghi si este renunciaba definitivamente a los votos de los izquierdistas del Cinco Estrellas, un extremo que suponía un línea roja para el premier, quien aspiraba a conservar la mayoría para terminar la legislatura, que va hasta marzo de 2023.
Prácticamente condenado a formalizar su dimisión
En la mañana del miércoles, el primer ministro todavía albergaba algo de esperanza: «El único camino, si queremos seguir juntos, es reconstruir del todo este pacto, con valentía, altruismo y credibilidad. Lo piden los italianos», expresó al comienzo de la sesión.
Sin embargo, sus ilusiones se desvanecieron pronto, cuando se evidenció la fractura de la alianza gobernante. A su lado, el Partido Demócrata, la formación progresista de Libres e Iguales (LeU), el partido de centro Italia Viva, de Matteo Renzi, y otras formaciones muy minoritarias. En frente, Conte y Berlusconi hicieron un llamado a sus senadores a que no participaran de la votación. Salvini ni siquiera se pronunció.
Ante este panorama, las salidas de Mario Draghi pasan, a priori, únicamente por formalizar su renuncia ante Mattarella.
Es probable que lo haga este jueves, cuando se dé por concluido el proceso parlamentario en el Congreso, donde se cosechará el mismo resultado que este miércoles en el Senado. Entonces, cabrá al primer ministro repetir el recorrido del pasado jueves hasta el Palacio del Quirinal, residencia presidencial, para abordar el asunto con el jefe de Estado.
Si Draghi entonces presenta de manera formal su dimisión, cabe a Sergio Mattarella abordar cuál será el futuro próximo del país alpino: o bien le solicita al burócrata que busque una nueva coalición, o le encarga la tarea de primer ministro interino a otro cargo técnico, o bien convoca elecciones anticipadas, que parece el escenario más probable ante la correlación de fuerzas que rige en el Legislativo.
Aunque no es la opción deseable para sindicatos, patronales, asociaciones civiles e incluso la Iglesia católica, que apostaron en los últimos días a que el premier no desistiera en el intento de continuar liderando el Ejecutivo; sí es el escenario preferido del partido ultraderechista que comanda Giorgia Meloni, hasta ahora en solitario en la bancada opositora.
Una ultraderecha victoriosa de esta crisis política
Según los sondeos de cara a los próximos comicios, previstos inicialmente para el próximo año, la bancada conservadora ganará las elecciones. En este punto, Hermanos de Italia, de Meloni, podría ser el partido más beneficiado, pues lidera la intención de voto.
«Tengo ya preparado un equipo de ministros. Tengo mis propias ideas sobre cómo debe gobernarse esta nación, qué debe hacerse, cuál debe ser su estrategia industrial», dijo Meloni recientemente.
Paolo Gentiloni, comisario europeo de Economía, dijo en su cuenta de Twitter que la medida «irresponsable» contra Draghi podría provocar una «tormenta perfecta» y advirtió de que se avecinan «meses difíciles» para Italia.
La nueva crisis política italiana arriba en un momento particularmente complejo: la nación alpina, tercera economía de la Eurozona, está notablemente endeudada y los costos de los préstamos no han hecho sino aumentar al tiempo que el Banco Central Europeo (organismo del que el propio Draghi estuvo al mando) endurece la política monetaria.
Una debacle inesperada y exprés
La ruptura de la mayoría parlamentaria en Italia no estaba en la agenda hasta hace pocas fechas. El pasado 29 de junio, en el marco de la cumbre de la OTAN en Madrid, España, Mario Draghi tuvo que abandonar el acto de los miembros de la Alianza en el Museo del Prado para regresar a Roma.
Fue muy llamativa una imagen tomada por la agencia de noticias EFE en la que se ve cómo el primer ministro italiano está sentado en uno de los bancos del museo hablando por teléfono, con el semblante serio, mientras sus colegas departían durante la visita por las obras de arte que alberga el célebre museo madrileño.
Desde entonces hasta la fecha, el agravamiento de la crisis política y la pérdida de la confianza por parte de socios clave de la coalición han hecho que ahora Mario Draghi, un hombre muy bien valorado por los mercados financieros por ser un garante de la estabilidad económica en el país, tenga las horas contadas al mando del Ejecutivo, si Mattarella no lo vuelve a impedir.
«Una página negra para Italia. La política ha fracasado ante una emergencia y la respuesta ha sido no asumir la responsabilidad. Los efectos de esta trágica elección quedarán en la historia», afirmó el todavía ministro de Exteriores Luigi Di Maio.
La coalición de unidad nacional duró 17 meses, un hito en una Italia ampliamente fragmentada en lo político. Pero eso ya parece pasado: si no hay un giro de guion, el presidente de la República podría disolver el Parlamento en las próximas horas o días y llevar a Italia a comicios anticipados este mismo otoño.