El líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, con la vista puesta en el partido cristiano Fuerzas Libanesas, emitió un discurso este 18 de octubre con el que advirtió que el movimiento tiene más poderío que nunca, ya que cuenta con «100.000 combatientes armados y entrenados», por si llegara a detonar «una guerra civil».
El discurso del jefe del grupo chiíta libanés pro-iraní es de gran importancia por la elevada tensión en el país, debido a los enfrentamientos derivados de la investigación sobre la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, en la que murieron 217 personas.
Hezbolá y sus aliados han criticado al juez que lleva la pesquisa, Tarek Bitar, pidiendo que sea destituido.
De hecho Nasrallah exigió una investigación rápida del tiroteo acontecido el jueves, cuando francotiradores dispararon contra simpatizantes de Hezbolá y del partido chiíta Amal que se dirigían a una protesta contra el juez Bitar, que pretende citar a varios exfuncionarios de Amal como sospechosos de negligencia.
Nasrallah reiteró su objeción a la investigación de la explosión –que ha dicho que no es objetiva–, y declaró que la forma en que se estaba manejando no conduciría a la verdad ni a la justicia.
Por su parte Amal, que está dirigida por el presidente del Parlamento libanés Nabih Berri, una de las figuras políticas más poderosas de Líbano y aliado de Hezbolá, instó a las autoridades a arrestar a los responsables de la violencia.
Hezbolá y Amal acusan a las Fuerzas Libanesas de incitar la lucha
Por este contexto, el líder de Hezbolá acusó al partido Fuerzas Libanesas –que tiene estrechos vínculos con Arabia Saudita– de haber perpetrado el ataque, el cual calificó de «genocidio» y de provocación para «una guerra civil» en el país.
El líder de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, ha negado tal incitación, afirmando que los residentes del barrio cristiano de Ain al-Remmaneh se habían «defendido» más bien de los «milicianos de Hezbolá, que intentaron entrar en sus casas».
La violencia producida el pasado jueves en las calles de Beirut supuso para muchos ciudadanos el recuerdo de la guerra civil libanesa, vivida durante 15 años (1975-1990).
Si bien Nasrallah mostró una dura postura, también dedicó una parte de su discurso a tratar de tranquilizar a los cristianos de Líbano, asegurando que Hezbolá está protegiendo sus derechos y está aliado con el partido cristiano más grande, el Movimiento Patriótico Libre.
«La mayor amenaza para la presencia cristiana en Líbano es el partido Fuerzas Libanesas y su jefe», denunció Nasrallah.
Nasrallah también afirmó que Geagea y su partido han tratado de asustar a los cristianos de la nación con las intenciones de Hezbolá, principalmente para servir a países extranjeros que también han convertido al grupo chiíta en un enemigo, entre ellos Estados Unidos, Israel y algunos estados del Golfo.
Hezbolá está incluido en la lista negra de Occidente, pero su rama política tiene escaños en el Parlamento y un peso considerable en la política libanesa.