Acabó la preocupación en torno al impacto del cohete chino Larga Marcha 5B. Los restos de este aparato, que esta fuera de control desde hace días, finalmente colisionaron con el océano Índico y no en una zona densamente poblada de la Tierra, como se temía.
El lugar del impacto está cercano a las islas Maldivas, justo al sur del subcontinente indio. Aunque la Oficina de Ingeniería Espacial Tripulada de China informó que la mayoría del aparato quedó desintegrado en la atmósfera del planeta.
El tamaño del objeto y la velocidad a la que descendía hacia la Tierra preocupó a muchos expertos y activó las emergencias de organismos como el Pentágono estadounidense y el Servicio de Vigilancia y Seguimiento Espacial de la Unión Europea. Se estima que el peso del cohete podría oscilar entre las 17 y las 21 toneladas y que estaba descendiendo a 28.000 kilómetros por hora.
China se escuda en lo “habitual” de estos hechos
China ha defendido durante estos días previos a la llegada del objeto que la probabilidad de que el impacto fuera sobre un área poblada era muy “reducida”. Además, aseguró que este tipo de situaciones son normales y que en la mayoría de los casos caen sobre sitios donde prácticamente no vive gente.
Desde China, se ha criticado el “excesivo sensacionalismo” de la prensa extranjera, a quien acusan de no detallar que el cohete estaba hecho de materiales ligeros fáciles de desintegrar y de ocultar que este tipo de situaciones también las han vivido otras potencias espaciales a lo largo de la historia.
Críticas por parte de la NASA
Las criticas por parte de la agencia aeroespacial estadounidense no se han hecho esperar, al calificar esta situación de “irresponsable”. El administrador de la NASA y exsenador republicano, Bill Nelson, aseguró que «los países con capacidades espaciales deben minimizar los riesgos para las personas y las propiedades de la reentrada de objetos espaciales, así como maximizar la transparencia sobre esas operaciones».
Junto a esto criticó en su comunicado que China «no está cumpliendo con los estándares de responsabilidad respecto a sus desechos espaciales».
Este cohete fue el que ayudó a impulsar una serie de materiales para la construcción de la nueva estacional espacial permanente china, uno de los proyectos más ambiciosos del país asiático que no solamente tiene un carácter científico, sino también militar.
Las críticas principalmente vienen porque China no está utilizando los cohetes capaces de contener una propulsión adicional que permiten dirigir hacia donde se quiere efectuar la caída a pesar de tener capacidad para ello. Los aparatos que manejan desde China pueden perder el control y colisionar contra la Tierra.
Dentro del ambicioso programa chino están previstos hasta 11 lanzamientos de este tipo para construir su futura estación espacial, algo que ha desatado las alarmas especialmente en Estados Unidos. La idea es que pueda estar completa para 2023 y que dure entre 10 y 15 años.
En 2018, China protagonizó un episodio similar al perder el control sobre un laboratorio orbital que utilizó como prueba de la estación permanente. El objeto se estampó sin control contra el Pacífico sur sin provocar daños mayores, pero el país fue también fuertemente criticado.