La columna de hoy, surge de las vivencias que nos suceden en nuestro trasegar diario y que acontecen en muchas de las ciudades del país.
Por: Walther Mayger Duarte Gómez/ Hace un par de meses mientras ingresaba a una gasolinera vi estacionada en la mitad de la entrada a una camioneta de esas grandes, de las que consumen mucho combustible y que son muy apetecidas por señores acostumbrados a usar grandes cadenas de oro, la conducía un señor con la camisa abierta y su acompañante era un individuo con las características y gustos ya descritos, aparte de llevaba una camisa bastante vistosa, eso sí, con un logo enorme del diseñador que la confeccionó.
La camioneta no avanzaba muy a pesar que estaban tres puestos libres, procedí a pitarle, pensando que no habían notado que estaban tres puestos de tanqueo libres, a pesar de mi llamado, no se movieron, pensé que no iban a cargar combustible y que iban para el dispensador de bebidas o el gimnasio cercano, por lo tanto, adelante y me fui a ubicar en uno de los lugares libres, pues tenía dos más con espacio por si acaso, acto seguido, el copiloto y seguramente el dueño de la ostentosa camioneta, me insulta con un acento paisa (no sé si era fingido) y finaliza la retahíla (que llevaba una buena cantidad de enfermedades de transmisión sexual conjugadas), con una frase en donde me decía que me iba a matar porque, según lo manifestó “vos no sabes con quien te estas metiendo”.
En medio de todo, le ofrecí las excusas debidas y le indiqué que tenía los dos espacios libres, que no era mi intención saltarme en la fila, que le había pitado para saber si iban a hacer uso de la bomba o saber si yo podía avanzar a alguno de los lugares.
Después de haber hecho tal “amistad”, quedé con la duda de si este hombre sería peligroso o si solamente estaba blofeando, sin embargo, seguí mi camino no sin antes, revisar que yo estuvieran al día con los pagos mi póliza de vida y mi plan exequial.
En el trayecto que tenía trazado, debía ir por la avenida la rosita –para quienes no conocen Bucaramanga, esta es una calle de dos sentidos con doble carril y una parte de ella tiene ciclo ruta- en uno de los semáforos, observe a un carro tipo furgón pasar la luz amarillo sin tener en cuenta, que el tráfico era lento, lo que hizo que quedara sobre la intersección, generando un mayor trancón, pues, el camión obstaculizó el paso de los vehículos que debían cruzar en el semáforo opuesto.
Pude sortear el atasco y continúe, sin embargo, el tráfico fue lento, pues, una bicicleta circulaba por la vía donde iba con mi vehículo y que está situada al lado de ciclo ruta, es decir, el bici usuario no iba por la ciclo ruta como debía hacerlo, mientras vivía esta particularidad, veía a tres motocicletas circulando por la ciclo ruta pitando y anunciado su vehículo, pues, cada que avanzaban decían “moto, moto”, claro está, que más adelante los motociclistas retomaron muy respetuosamente su vía natural, todo, porque un vehículo estaba parqueado sobre la ciclo ruta e impedía el paso por esta.
Llegué a mi lugar de destino, realicé mis labores y fui a hacer otras tareas, lo cual me obligaba a movilizarme nuevamente en mi automotor, para estos efectos tomé una calle muy conocida de la ciudad que recibe el nombre de quebrada seca.
Cuando subía por la Quebrada seca e hice el alto en un semáforo que tomo la luz roja, un motociclista se adelantó frente a mí paso por el lado e hizo un giro en U mientras los semáforos estaban en rojo, aparte de esto lo peligros fue que casi atropella a un limpia vidrios que insultaba a una señora mientras golpeaba el vehículo de esta porque ella no le daba dinero por el agua que este le había aplicado al parabrisas muy a pesar de la negativa de la conductora, pues le había indicado que no le limpiara el vidrio.
El semáforo cambió a verde y continúe mi camino, más adelante en un sector donde está permitido el giro a la izquierda el semáforo nuevamente tomó el color rojo, lo que me obligó a hacer el pare, sin embargo, un vehículo de transporte público que iba en el carril del medio se adelantó, ubicándose en la cebra y de paso se le cruzó al carro que estaba en la fila para cruzar a la izquierda, haciendo lo que popularmente llamamos como colar, eso sí, debo acotar que la calle mencionada es de tres carriles, pero se había reducido a dos y en unos tramos a un carril, pues, habían varios vehículos parqueados en la calle, muy a pesar que a media cuadra habían varios parqueaderos públicos.
Luego de estas múltiples experiencias, analice lo que me sucedió, en primera medida, era evidente la “traquetización”, siendo esto la actitud y la cultura en donde se cree que todo se arregla amenazando al otro, que todo se puede hacer si se tiene escoltas o armas consigo, que tener un auto lujoso, es señal de autoridad o superioridad humana.
Por otra parte, está el descontrol en los territorios, que no es de estos meses, sino que viene de años atrás y que poco a poco ha ido en auge: caravanas de motocicletas en las noches obstaculizando el tráfico, motociclistas haciendo giros prohibidos en donde quieren sin el más mínimo sentido del respeto y la preservación por el otro, el conductor al que solo le importa él y se ubica en una intersección generando más congestión, importándole solo el yo; el ataque en los semáforos de aquellos que creen que tener un vehículo es sinónimo de tener mucho dinero y que por ende deben dar dinero; el bici usuario que se pasa por la faja todas las normas de tránsito porque usan un medio alternativo de transporte; el motociclistas que circula por la ciclo ruta; el peatón que en lugar de ir por la acera va por la ciclo ruta; los conductores que no entienden que al parquearse mal interrumpen el tráfico y generan más trancones; el transporte público que en su afán de cubrir más pone a en riesgo a sus usuarios, eso y más, es la radiografía no de una ciudad, sino de la gran mayoría de las ciudades capitales del país.
Ahora, esto no se arregla solo con tener más pie de fuerza, y convertir la ciudad en un régimen de autoritarismo o con más agentes de tránsito, porque de ser así, todo el presupuesto de los territorios se gastarían en fuerza pública y agentes de tránsito, la solución –aunque suene a frase de cajón- está en los ciudadanos, en entender que, cada acción que tenemos genera una reacción, en proyectar que puedo hacer las cosas sin causarle daño al otro, que si parqueo mal, genero trancones, que si circulo por la ciclo ruta en moto le quito el espacio a ciclo usuario o puede generar un accidente, que, si hago el giro prohibido por llegar evitar llegar más tarde, me arriesgo a tener un accidente y nunca llegar a mi destino, en acabar la cultura traqueta que cree que todo se soluciona con bala y fajos de dinero.
Los ciudadanos debemos salir de ese laberinto que nosotros mismos hemos creado, debemos ser conscientes y avanzar hacía una construcción de ciudad solidaria fundada en el respeto por el otro, entendiendo que en la construcción colectiva y el respeto hacía el otro, está es la nueva fórmula de la evolución y preservación humana.
…
*Abogado egresado de la UIS, especialista en Derecho Público, magister en Derecho, doctorando en Derecho.
Twitter: @Walther_Duarte
Facebook: Walther Mayger Duarte Gomez