Por: Andrés Martínez Olave/ “Bucaramanga, jardín de auroras, puerta del sol de mi Santander, crecen tus sueños conquistadora por siempre unidos para vencer”.
Esta es mi Bucaramanga, una hermosa ciudad, de parques, tradiciones, cultura, amabilidad, educación y, sobre todo, trabajo constante.
Bucaramanga es la capital del departamento de Santander en la zona norte de Colombia. Está rodeada por la cordillera Oriental de los Andes y es conocida por sus numerosos parques, incluido el Parque del Agua, con cascadas y fuentes, y el Parque García Rovira bordeado de palmeras. En el centro de la ciudad está la altísima Catedral de la Sagrada Familia y la Capilla de los Dolores, una importante capilla encalada de siglos de antigüedad.
Esta es nuestra Bucaramanga, hermosa ciudad.
Pero, ¿qué ha pasado con lo hermosa que es la ciudad? Sencillo, se convirtió en un caos para todos los que transitan en ella. Desde el año 2019 viene un debate arduo en contra de las ciclorrutas o podemos llamar ciclotrancones. Mientras unos creen que se generaría avances y progreso como en otras capitales del mundo, otros en realidad ven un caos en materia de movilidad.
De acuerdo al artículo 2° del Código Nacional de Tránsito (Ley 769 del 2002), se define ciclorruta, como vía o sección de la calzada destinada al tránsito de bicicletas en forma exclusiva.
El proyecto nació luego de que la Organización Despacio y la Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), se reunieron con las Naciones Unidas y establecieron un plan para diseñar 250 kilómetros de ruta articuladas para el 2030. Se espera que estas rutas lleguen e impacten el área metropolitana y alrededor de ella.
El proyecto cuya inversión costó cerca de 13.239 millones de pesos, tiene como objetivo promover e incentivar el tránsito de medios de transportes alternativos y contribuir a la mitigación de los impactos negativos en el medio ambiente en la ciudad. En marzo del 2019 la autoridad ambiental de la AMB, habría reportado un considerable aumento en la contaminación de la calidad del aire, incrementando las cifras de enfermedades respiratorias.
Pero, todo esto se ha convertido en un caos para cada transeúnte, ciudadano y particular que día a día se mueve por la capital santandereana. Según el Ing. Rodolfo Hernández, alcalde de Bucaramanga en esa época, dijo que embellecer la ciudad la hacía ver como una Europa del siglo XXI, pero lo que no se percató, fue de cada trancón que se avecinaba a raíz de cada reducción de vía.
Hoy en día las ciclorrutas viven invadidas de otro tipo de personas y desoladas de los biciusuarios que según el proyecto iba a tener.
Bucaramanga ya no es la ciudad tan anhelada para muchos, se convirtió en la ciudad del trancón constante, de los robos a diario y se suma la falta de seguridad; todo esto a causa de malas decisiones y de creer que con embellecimiento mejoraría una capital.
El POT (plan de ordenamiento territorial), contempla los respectivos retos que tiene la ciudad, y uno de ellos es mejorar la movilidad hacia el 2030.
¿Estamos a tiempo? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que Bucaramanga necesita un cambio, un cambio con hechos y acciones, mas no con palabras y promesas.
Los ciclotrancones deben cambiar. ¡Se debe hacer algo ya! El señor alcalde de Bucaramanga Ing. Juan Carlos Cárdenas, al parecer le quedó grande la responsabilidad administrativa de la ciudad y no se ve por ningún lado.
Hoy, los ciudadanos piden respuestas, piden hechos, piden cambios con acciones y no palabras al viento de promesas.
“Bucaramanga, jardín de auroras, puerta del sol de mi Santander, crecen tus sueños conquistadora por siempre unidos para vencer”.
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