Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ Vivir en el campo o tener contacto alguno con él, resulta ser una de las experiencias más reales que puede tener un ser humano. A medida que vamos creciendo en las grandes ciudades, delimitados por el capitalismo, la sofisticación de nuestra civilización, el consumismo, los estereotipos y la competencia implícita de crecer, tener poder adquisitivo y morir; habitar la naturaleza resulta ser la fortuna donde realmente conectar con el sentido consciente de vivir, lo es todo para sentir realización del ser.
Vengo de una generación de cacaocultores donde el recuerdo vivido de mi abuela Marta, mi abuelo Fausto y mi madre Leonor, me movilizan a ser siempre, mejor ser humano. Las montañas, los árboles, la paz y la conexión de dónde venimos, surge en cada despertar en medio de montañas cargadas de cacao, el fruto ancestral que emana olor desde que se extiende en las tolvas para secarse.
Para mi el cacao es como el oro morado, dignificando su nombre a la cultura Maya al ser usado como moneda de cambio. Así es, un fruto valioso y admirable llegó a ser parte de la economía de la época en función también, de infinitas propiedades como su alto contenido de antioxidantes, hierro, magnesio, regulador del metabolismo, potenciador en la capacidad neuronal, manjar de dioses, elixir de la vida, entre otras tantas.
Yo lo recuerdo como una munición para atacar a mis contrincantes en medio de las montañas cuando mis primos y yo, jugábamos a guerra de cacao mientras desde lejos, se escuchaba el grito de alguno de mis abuelos: ‘’¡estos muchachitos, ojalá veamos cacao tirado en el piso y verán!’’.
Haciendo caso omiso nos dividíamos en dos grandes equipos y dentro de las diferentes bases jugábamos a ‘poncharnos’, saliendo cada uno del juego hasta que quedara uno del equipo perdedor, ahí la victoria llegaba. Pues bien, poco a poco fui creciendo y amando de otras formas -más sanas- al cacao. Empecé a interesarme, a ser parte del cuidado y del análisis para diagnosticar su estado libre de plagas, controlar su abono orgánico, a cortar sus hojas y ramas secas, a sembrar plátano para darle un poco de sombra y a procurar que su crecimiento fuera preciso.
En este primer cuidado todo pasa por un proceso de paciencia y amor al cultivo, posterior a esto, viene la magia. El cacao es de aspecto blanco con una semilla dentro (el cacao), tal cual como la guanábana y de forma como una mazorca. Viene protegido con un grosor de 3 cms aproximadamente de cascara llamada ‘mesocarpio’ y esta se permite partir cuando un machetazo la divide. Como evidentemente se percibe, usamos las pepas recubiertas del mucílago y las conservamos apartándolo de su cascara.
El proceso realmente inicia en la fermentación de las semillas en una pila grande de madera que permite que productos químicos naturales -claro- se multipliquen gracias al aumento de temperatura la cual nos garantiza según la formula del sembrador, un chocolate de diferentes calidades en cuanto al sabor.
Al pasar varios días allí, el delicioso cacao empieza a secarse por unas tolvas gigantes donde se extiende al aire libre y al rayo del sol, se mueve 3 veces al día durante otros días hasta obtener un producto seco y maravillosamente, el cacao está listo para vender.
El proceso de los diferentes tipos de chocolate viene después según los objetivos de producción. Aún, sin embargo, lo más importante empieza desde el cuidado y el amor por obtener un chocolate real.
Hoy agradezco a la vida por permitirme levantar cada mañana a disfrutar una taza de chocolate caliente hecha con mis propias manos y aún más especial, poder alimentar saludablemente a las personas que deciden comprar mi producto. Admiro la importancia y el reconocimiento que el mundo le está dando al cacao, la era del chocolate ha llegado y ahora anhelo que la humanidad adquiera consciencia ante el mal manejo del chocolate pues hemos acostumbrado el paladar al sabor del azúcar al 70% y al 30% de cacao, esto es desperdiciar la vida misma, aquí hacemos chocolate real al 100% y al 70% de cacao.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaria de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.