Por: Jhonathan Méndez/ Los muros son el reflejo de una sociedad en constante transformación, espacios donde el arte urbano se convierte en un canal de resistencia y memoria. Sin embargo, en Bucaramanga, esa voz ha sido silenciada por la administración del alcalde Jaime Andrés Beltrán, quien, bajo el argumento de proteger una obra de arte en el sitio, ordenó borrar el mural “Las cuchas tienen razón”. Este mensaje, que denuncia la desaparición forzada en la Comuna 13 de Medellín, ha sido censurado repetidamente, en lo que parece ser una cruzada estatal contra la protesta y la memoria histórica.
Una decisión que no es aislada
La eliminación del mural no es un hecho aislado. En las últimas semanas, este grafiti ha sido borrado y restaurado en una controversia que ha encendido el debate en Bucaramanga y en otras ciudades del país. Primero fueron ciudadanos quienes, organizados, lo cubrieron de pintura gris, pero los colectivos que lo crearon no tardaron en devolver su mensaje a las calles. Ahora, la Alcaldía ha intervenido con la intención de zanjar el asunto por la vía de la autoridad, enviando un mensaje claro: la expresión ciudadana está sujeta a control y restricción.
No contentos con borrar el mural, las autoridades instalaron pancartas con la frase “No compre un problema, este predio es del municipio de Bucaramanga”, advirtiendo sobre futuras sanciones a quienes se atrevan a intervenir los espacios públicos sin la debida autorización. Además, la Oficina de Defensoría de Espacio Público expidió una resolución estableciendo permisos estrictos para cualquier tipo de arte urbano, burocratizando la protesta y limitando la posibilidad de que los ciudadanos se expresen libremente en su propia ciudad.
Censura justificada como ‘recuperación’
El argumento oficial detrás de la eliminación del mural es la preservación de la obra Camino de Hormigas, del maestro Guillermo Espinosa, ubicada en el mismo sector. Pero, ¿por qué el arte de protesta es el único que parece representar una amenaza? Mientras la Alcaldía actúa con rapidez para eliminar un mensaje de memoria histórica, el resto del espacio público sigue invadido de publicidad, contaminación visual y mensajes políticos que no enfrentan la misma censura.
Lo que está en juego aquí no es la restauración del espacio, sino el derecho a recordar. La desaparición forzada es una herida abierta en Colombia, y cada vez que se borra un mensaje como “Las cuchas tienen razón”, se borra también una parte de esa lucha por la verdad.
La expresión ciudadana bajo amenaza
La eliminación sistemática de murales y grafitis que denuncian problemáticas sociales no es una simple política de embellecimiento urbano, sino un claro intento de restringir el arte como herramienta de denuncia. Mientras las instituciones promueven espacios controlados para la expresión, limitan la espontaneidad del arte urbano, convirtiéndolo en un privilegio regulado en lugar de un derecho ciudadano.
La memoria y la verdad no deberían depender de permisos administrativos. Si un mural puede desaparecer con una capa de pintura gris, su mensaje no lo hará. Como la historia nos ha demostrado, el arte encuentra nuevas formas de sobrevivir a la censura.
Porque la protesta no se borra, se reinventa en cada trazo, en cada muro y en cada voz que se niega a callar.
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*Artista y consejero cultural santandereano.
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