En muchos municipios existe la impresión que el votante ha comprendido que no es tiempo de ‘tragar entero’, es decir, dejar de lado la actitud pasiva, conformista y pusilánime de aquellos que aceptan sin reticencias ni reparos todo lo que ocurre, bueno o malo.
Por: Diego Ruiz Thorrens/ ¡Oficialmente, arrancaron las elecciones 2023! El sábado 29 de julio las Registradurías del departamento de Santander vivieron un ambiente de festividad. Todo fue aplausos, fotos (muchas fotos) y algunas sedes fueron decoradas con globos de colores representativos de los partidos o movimientos políticos. A medida que pasaban las horas, el arribo de los candidatos pendientes a inscribir su nombre a cargos de corporaciones de elección popular hacía que las comitivas estallasen de emoción, tanto, que en algunas registradurías la intensidad de la ‘celebración’ pareció más al de un imaginario triunfo de sus candidatos que al verdadero motivo por el que estaban presentes.
Fuera del radio de ‘felicidad’, el ambiente fue distinto, casi de indiferencia. En Bucaramanga no pocas veces escuché que cada inscripción de los candidato tuvo elementos similares al pro wrestling o “luchas libres profesionales”: puro performance (actuación), nada simbólico; en el distrito de Barrancabermeja, la registraduría ubicada en el Barrio Galán estuvo decorada con globos azules, haciendo pensar más en el partido que ese día jugaba Millonarios contra Alianza Petrolera, y en la sede ubicada en el Barrio Las Granjas, el ambiente era más parecido al de una feria o un festival. Y así, en muchos municipios. Sí, arrancaron las elecciones del 2023, pero éstas inician con un fuerte ambiente de polarización, y con ello, una sensación general de cansancio, de incredulidad y desconfianza.
En muchos municipios existe la impresión que el votante ha comprendido que no es tiempo de ‘tragar entero’, es decir, dejar de lado la actitud pasiva, conformista y pusilánime de aquellos que aceptan sin reticencias ni reparos todo lo que ocurre, bueno o malo. Que aquellos mesías que aparecen buscando conquistar un cargo de elección pública porque ellos, ellas, tienen soluciones a todos los males y problemas de la región, cuál mago que conoce los más profundo secretos de la caja de pandora y sus potenciales peligros, cuando finalmente arriban con el objeto de mantener las cosas tal cual como están, salvaguardando el ambiente de confort que sus predecesores tuvieron.
Las redes sociales parecen que se han convertido en un espacio mucho más agreste (si es que esto es posible) que en anteriores ocasiones, otros tiempos, convirtiéndose en la plaza perfecta para controvertir premisas o derrumbar promesas que más de un candidato ha realizado en últimos días y que, según estos, buscan mejorar la calidad de vida de toda la ciudadanía. Y este derrumbe de premisas o promesas es más estrepitosa en la medida que quién hace la promesa ha sido alguien que (irónicamente) quiere saltar de un cargo político para ubicarse en otro.
Un ejemplo de lo anterior es el actual debate sobre temas de seguridad. No ha faltado el candidato que ya salió a denunciar los riesgos y peligros que corren cientos de personas por culpa de unos ‘criminales’ que tiene como objeto afectar a los ‘ciudadanos de bien’, haciendo un debate plano, sin profundidad, evitando la polémica o el análisis a profundidad sobre seguridad porque esta tiene muchas más aristas de las que podemos imaginar. La respuesta de la ciudadanía ha sido cuestionar estas posturas, partiendo de una simple y sencilla pregunta: “¿Por qué usted no hizo nada cuando tuvo en el poder?”.
Otro ejemplo ha sido cuando algún candidato ha buscado sacudir a la opinión pública y movilizar el voto por medio de la emocionalidad. Aquí, el oscuro escenario de los feminicidios (y las posibles acciones o soluciones a erradicar esta terrible violencia) reluce como un instrumento para mover y atrapar al votante. No obstante, la ciudadanía ha cuestionado el objeto de estas denuncias, en especial, cuando el candidato proviene de un sector o partido que desconoce la realidad detrás de este horrendo delito, que ha impedido que las mujeres adquieran los mismos derechos que los hombres o que no han promovido proyectos o acciones a favor de la garantía en derechos y la protección de las mujeres y poblaciones LGBTIQ.
Sí, oficialmente, arrancaron las elecciones 2023. Y con ellas, nuevamente, comienza el vals de promesas vacías que más de un candidato declarará como posible, necesaria o urgente. Esperemos si finalmente hemos aprendido la lección y comenzamos a elegir bien. Sino nada, absolutamente nada, cambiará.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición del Posconflicto de la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP Seccional Santander.
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