Por: Diego Ruiz Thorrens/ En tan solo pocos días dos hechos de suma gravedad sacudieron a la opinión pública de la ciudad de Bucaramanga y el nororiente colombiano. El primero de estos tiene relación con los incendios ocurridos en varias fundaciones (centros de rehabilitación) ubicados en la ciudad, dejando un saldo de varias personas fallecidas y más de una decena de heridos. El segundo, no menos grave, tiene que ver con todo un entramado de corrupción que fue descubierto y expuesto por parte de la secretaría de desarrollo social del municipio de Bucaramanga (secretaría encargada de los diversos programas de carácter social) próximos a las elecciones de los nuevos miembros de la mesa de participación ciudadana LGBTIQ+.
Sobre el primer y triste suceso (que comprende varios hechos), debo comenzar manifestando que ésta era una situación que, más tarde que temprano iba, literalmente, a explotar. Me explico: la crisis que actualmente atraviesan muchos centros de rehabilitación de la ciudad han sido heredadas de antiguas administraciones cuya falta de compromiso por lo social (realización de veedurías, identificación de vulneraciones a los derechos humanos, correcto acompañamiento profesional e institucional, etc.) dieron como resultado una olla a presión que terminó explotando (hasta el instante) afectando no sólo a 1 (una) sino en 3 (tres) fundaciones de la ciudad.
El primero de los graves hechos, el incendio ocurrido en la fundación Casa Amor y Fe, por decirlo de forma coloquial, ya estaba más que ‘cantada’. Muchas de las fundaciones que prestan servicio de rehabilitación a jóvenes y/o a personas sumidas en problemas de adicción a las drogas no cuentan con los requerimientos mínimos o básicos, y mucho menos brindan un trato humano y con dignidad. A ello se suman otros problemas de vieja data cuya lista no alcanzaría a describir aquí (absoluta confianza en los operadores, falta de supervisiones a dichas fundaciones que exigen el acompañamiento de la secretaría del interior municipal y del programa de salud mental municipal y departamental, etc.)
Estos sucesos dejaron al descubierto que dichas instituciones no estaban respondiendo al propósito de su razón social, siendo más bien espacios donde se promueven la crueldad y los malos tratos, incluso llegando a presentarse denuncias de explotación y abuso sexual y otros ‘tratamientos’ denigrantes para cualquier ser humano, siendo éste el pan que a diario debieron (y deben) enfrentar aquellas personas que insisten en estar libres de los problemas de drogadicción. Fue, literalmente, cambiar problema por otro.
El segundo hecho tiene que ver con el proceso de elección de nuevos representantes a la mesa de participación LGBTIQ+ de Bucaramanga y el entramado de corrupción que se tejía detrás de la misma. Este suceso pone de relieve un problema que, si llegase a destaparse en su totalidad, podría terminar arrastrando a exfuncionarios de otros periodos que normalizaron la corrupción y la trampa al interior de estos procesos electorales, beneficiando económicamente a unas fundaciones en particular.
La secretaria de desarrollo de Bucaramanga, prestando atención a los reclamos de muchas y muchos líderes sociales de poblaciones LGBTIQ+, decidieron hacer seguimiento al proceso de elección, llevándose una desagradable sorpresa: de las 900 personas que se presentaron para elegir a los/las/les miembros de dicha mesa, más de 700 personas (es decir, por encima del 75% de los inscritos) no cumplían con los requisitos de ley para participar, encontrando como inscritas a personas fallecidas, menores de edad que no podían votar o personas con domicilio en Bucaramanga pero que realmente pertenecen a otros municipios. Todo un despreciable entramado que buscaba el beneficio de unos pocos que han logrado estar anclados en el poder, viciosamente, por más de una década, sin importarles el detrimento de la misma población LGBTIQ+ que dicen ‘defender’.
Sin tomar postura a favor o en contra del alcalde, para aquellos contradictores de la gestión del Ingeniero Cárdenas, insisto, ambos hechos presentados en últimos días son problemáticas heredadas de pasadas administraciones que, durante muchísimos años, fueron beneplácitos con la corrupción y con la trampa, y que (afortunadamente) detonaron en tiempo actual. En el caso de la crisis que enfrentan muchas fundaciones, la actual coyuntura debe servir para que la administración tome nuevamente el control y pueda darle fin a esta tremenda y oscura crisis, alcanzando posibles soluciones, mejorando la calidad de vida de quienes urgentemente necesitan ayuda.
En relación a la ‘elección’ de la mesa municipal LGBTIQ+ de Bucaramanga, es necesario reconocer la labor realizada por el subsecretario de Bucaramanga, Doctor Jorge I. Neira y su firme compromiso de velar por la defensa de la transparencia y legalidad de este proceso en participar.
Es necesario continuar desenmascarando a todos y todas aquellas personas que prefieren hundir a las comunidades a cambio de recibir 1 o 2 pesos. Por ello, quizá hoy más que nunca, esta es la oportunidad para que la población sexualmente diversa del municipio asuma el control de las acciones que deben beneficiar a toda la comunidad, evitando caer en la ‘tentación’ del dinero fácil, del contrato rápido, de la corrupción.
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*Estudiante de maestría en derechos humanos y gestión de la transición del posconflicto de la escuela superior de administración pública – ESAP Santander.
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