Por: Érika Bayona López/ Uno de los pilares de su gestión ha sido la lucha contra la criminalidad, una iniciativa que ha recibido tanto elogios como críticas en todo el país, dada la compleja situación de inseguridad que se vive en la capital santandereana desde hace meses.
A pesar de las numerosas amenazas lanzadas por el alcalde contra los delincuentes, el panorama de seguridad en Bucaramanga no parece haber mejorado significativamente. Sin embargo, es importante resaltar que, a pesar de los esfuerzos visibles en redes sociales y campañas publicitarias, la situación de inseguridad persiste sin mejoras notables en la ciudad.
Según la Policía Metropolitana de Bucaramanga, en el primer trimestre del año se registraron 30 homicidios en la ciudad, un incremento de un caso en comparación con el mismo periodo del año anterior, cuando se reportaron 29 casos. Las cifras de este año también son superiores a las de 2022 y 2021, cuando se registraron 26 y 24 homicidios, respectivamente.
Las estadísticas muestran que en Bucaramanga se reporta un homicidio cada tres días, lo que refleja un panorama oscuro y preocupante. Las autoridades señalan que las principales causas de estos incidentes son riñas callejeras (40%), ajustes de cuentas (25%) y violencia intrafamiliar (15%).
La creciente inseguridad ha alarmado a los ciudadanos de Bucaramanga, con un notable aumento en robos y otras actividades delictivas. Según la Alcaldía, en lo que va del año se han procesado 3,990 delitos por hurto, una cifra que subraya la urgencia de abordar esta problemática.
Las autoridades municipales, en coordinación con la Policía y la Fiscalía, están intensificando sus esfuerzos para reducir la incidencia de robos. Sin embargo, la percepción de inseguridad sigue siendo alta entre los ciudadanos, quienes exigen resultados más contundentes y una reducción efectiva de la criminalidad en sus barrios.
Andrés Serrano, oficial de la Policía, describió los métodos más comunes de robo en la ciudad: «El cosquilleo, atraco a mano armada, suplantación de identidad, uso de escopolamina y halado de vehículos». Estos métodos han sembrado el miedo entre los residentes, especialmente en los barrios más afectados: Centro, Cabecera del Llano y San Francisco, que han reportado 290, 219 y 177 robos, respectivamente, en menos de seis meses de 2024.
Los testimonios de los habitantes de Bucaramanga evidencian la cruda realidad de los robos y la sensación de desprotección que sienten. Esta problemática resalta la necesidad de acciones continuas y efectivas por parte de la Alcaldía y la Policía del área metropolitana para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Es importante señalar que, aunque hay un crecimiento informal de empleos, esto no es suficiente para indicar una mejora en los indicadores económicos que minimicen la grave situación de inseguridad que vivimos los bumangueses.
Como si se tratara de una película, el 23 de julio se registró el robo de una joyería en el centro comercial San José Plaza, donde al menos nueve hombres, disfrazados de policías y vestidos de civil, se llevaron gran parte de la mercancía en menos de dos minutos. Las cámaras de seguridad sugieren que se trató de un crimen planeado, con rutas de escape y el momento del robo cuidadosamente identificados. Esto plantea la necesidad de cuestionarnos cuál es el papel de la prevención inmediata o, en su defecto, de la seguridad ciudadana, especialmente en el sector comercial que es el más afectado día a día por la delincuencia, ya que, en este robo, el hurto asciende a 90 millones de pesos.
Los criminales pertenecen a una banda delincuencial conocida como Los Chupis, de la cual varios cabecillas fueron capturados meses atrás.
El gobernador de Santander, Juvenal Díaz y el alcalde Jaime Andrés Beltrán se pronunciaron con indignación sobre el robo. Díaz autorizó la difusión de las grabaciones del asalto y ofreció una recompensa de 120 millones de pesos por información que permita la captura de los responsables. Beltrán criticó nuevamente la justicia colombiana, destacando que varios de los delincuentes reincidentes habían sido liberados recientemente. «Estamos hartos de tanta alcahuetería judicial en Colombia. No más detención domiciliaria a criminales altamente peligrosos», declaró el alcalde.
Reflexión y llamado a la acción
La situación actual de inseguridad en Bucaramanga es alarmante y pone de manifiesto una gestión ineficaz por parte del alcalde Jaime Andrés Beltrán. A pesar de las promesas y medidas extremas, los resultados no reflejan una mejora tangible en la seguridad de los ciudadanos. La creciente ola de delitos y la percepción de inseguridad son indicadores claros de que las estrategias implementadas hasta ahora no han sido suficientes.
La ciudadanía está desilusionada por las promesas incumplidas del alcalde Jaime Andrés Beltrán. La ola de robos y sicariato sigue en aumento, mientras el alcalde está ocupado tramando negocios oscuros de alumbrado y protagonizando shows en redes sociales, peleándose con un humorista. El Plan Candado ha resultado ser un fiasco total. La ciudad se encuentra a la deriva, dominada por la inseguridad y la criminalidad desbordada. La promesa de campaña de una lucha frontal contra la delincuencia se ha quedado en palabras vacías, sin reflejarse en la realidad que vive Bucaramanga.
Es imperativo que se tomen medidas más efectivas y coordinadas para enfrentar esta crisis. No se trata solo de capturar delincuentes, sino de generar un cambio sistémico que aborde las raíces de la criminalidad y brinde seguridad a todos los habitantes. Se requiere una revisión exhaustiva de las políticas actuales y la implementación de nuevas estrategias que verdaderamente protejan a la comunidad y restauren la confianza en las autoridades.
La inseguridad en Bucaramanga no puede seguir siendo tratada con paliativos temporales. Es hora de que la gobernación, en colaboración con la alcaldía y todas las entidades relevantes, asuman un compromiso real y duradero para devolver la tranquilidad a una ciudad que vive con miedo.
Los ciudadanos de Bucaramanga anhelamos vivir en una ciudad segura y tranquila, como lo era años atrás cuando se la conocía como «La Ciudad Bonita». Recordamos con nostalgia aquellos tiempos en los que podíamos caminar por sus calles sin temor, disfrutar de sus parques y plazas, y sentirnos parte de una comunidad unida y pacífica.
Hoy, lamentablemente, la realidad es muy distinta. La creciente ola de robos, sicariato y otros delitos ha sembrado el miedo entre nosotros. Las promesas de seguridad y justicia parecen haberse desvanecido, y nos encontramos luchando día a día para proteger a nuestras familias y nuestros hogares. Aunado a ello, la falta de valores morales que se inculcan día a día puede ser un indicio de la existencia de una grave crisis en el núcleo familiar de la sociedad nacional, lo que permite concluir que hay que reformar o ajustar los modelos de educación y, desde luego, las oportunidades académicas deben ser más amplias que el mismo margen de criminalidad.
A pesar de los desafíos, no hemos perdido la esperanza. Somos una comunidad resiliente y comprometida con la construcción de un futuro mejor. Queremos ver acciones concretas por parte de nuestras autoridades, que vayan más allá de discursos y promesas vacías. Necesitamos una estrategia efectiva y coordinada que devuelva la seguridad a nuestras calles y la tranquilidad a nuestras vidas.
Anhelamos volver a disfrutar de nuestras noches sin miedo, a ver a nuestros niños jugar en los parques sin preocupación, y a recuperar esa sensación de paz que alguna vez definió a Bucaramanga. Estamos dispuestos a colaborar y apoyar todas las iniciativas que realmente busquen mejorar la seguridad y el bienestar de nuestra ciudad.
La Bucaramanga que soñamos es una ciudad donde la justicia y el orden prevalezcan, donde los ciudadanos se sientan protegidos y donde podamos vivir en armonía con calidad de vida, como en los tiempos en que «La Ciudad Bonita» no era solo un nombre, sino una realidad palpable. Es hora de trabajar juntos para recuperar nuestra ciudad y garantizar un futuro seguro y próspero para todos, llamando a la reflexión sobre replantear estrategias que permitan minimizar el impacto de los hechos delincuenciales, junto con los planteamientos e inteligencia de la fuerza pública para abordarlo, no solo desde la acción sino también en la prevención y la cultura ciudadana, la cual es responsabilidad de todos.
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*Business Data Analyst – IT & Logistics / MBA & Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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