Brasil lleva meses preparando esta cumbre, que representa una prueba para la diplomacia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha buscado reposicionar al país como un actor destacado en el escenario internacional.
«¡Brasil está de vuelta!» proclamó Lula tras su victoria electoral, marcada por un contraste con la gestión de Jair Bolsonaro, en términos de políticas ambientales y de derechos humanos. Ahora, con esta cumbre, el mandatario de 79 años busca reforzar el papel de Brasil como mediador en las tensiones globales y promover una agenda centrada en la urgencia climática y los desafíos económicos.
La cumbre se desarrolla apenas dos semanas después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que dieron como ganador a Donald Trump. Aunque Joe Biden estará presente en Río, el regreso de Trump genera expectativas sobre un cambio en la dinámica global.
Este contexto, sumado a la crisis climática, las múltiples guerras en curso y las diferencias entre los países ricos del Norte y las economías emergentes del Sur, hace que el G20 sea más relevante que nunca como escenario de tensiones y debates.
Lula decidió no invitar al presidente ruso Vladímir Putin, sobre quien recae una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional, de la cual Brasil forma parte. En lugar de centrar la cumbre en los conflictos de Ucrania y Medio Oriente, el mandatario brasileño optará por priorizar los desafíos económicos y climáticos, con el objetivo de fomentar avances concretos en la cooperación global.
Entre la lucha contra el hambre y el acuerdo Mercosur-UE
Uno de los momentos más importantes de la cumbre será el lanzamiento de la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa propuesta por Lula para combatir estos flagelos de cara a 2030.
Brasil asumirá la mitad de los costos administrativos del proyecto, estimados en 10 millones de dólares. Países como Noruega ya han expresado su intención de contribuir al fondo.
Además, el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, en negociación desde hace dos décadas, volverá al centro de las discusiones. Este tratado busca crear la mayor zona de libre comercio del mundo, abarcando un mercado de 780 millones de personas. La propuesta eliminaría más del 90% de los aranceles entre ambos bloques, con un volumen comercial anual estimado entre 40.000 y 45.000 millones de euros.
Sin embargo, el tratado enfrenta una fuerte oposición, especialmente de sindicatos agrícolas en Europa. Estos temen que el acuerdo favorezca importaciones masivas de productos sudamericanos que no cumplen con los mismos estándares ambientales y sociales que los europeos, lo que podría generar competencia desleal.
Entre las críticas destacan el uso de forrajes transgénicos y antibióticos como estimulantes del crecimiento en la cría de animales en Sudamérica. Organizaciones agrícolas francesas ya han convocado manifestaciones para el 18 de noviembre, buscando bloquear un tratado, que consideran perjudicial para los productores europeos.
Un mensaje crítico en el G20 social
Antes de la cumbre principal, Lula participó en el G20 social, un foro que reúne a representantes de ONG y movimientos sociales como preámbulo al evento oficial. En su discurso criticó duramente el neoliberalismo, acusándolo de exacerbar las desigualdades económicas y políticas, que debilitan las democracias.
«Si nosotros, como líderes, no asumimos nuestras responsabilidades, son ustedes quienes deben marcar la diferencia. Griten, manifiéstense, exijan, porque de lo contrario nada cambia», exhortó Lula. Concluyó su intervención señalando la necesidad de reducir la «disonancia creciente entre la voz de los mercados y la voz de las calles».
La cumbre del G20 en Río será una oportunidad para que Lula demuestre el regreso de Brasil al liderazgo internacional. Sin embargo, el evento también pone de manifiesto las profundas divisiones y desafíos globales, que van desde la urgencia climática hasta las tensiones económicas y políticas entre Norte y Sur. Lula tiene frente a sí una oportunidad única para proyectar su visión de un mundo más justo y equilibrado, aunque el camino estará plagado de desafíos.