Por: John Jairo Claro Arévalo/ Si partimos de la premisa en que cualquier intervención pictórica sobre una pared, un muro, una superficie o una roca, es arte muralista, observamos como parte del paisaje citadino una serie grafitis y murales de arte popular, que para mucha gente es considerado “vandálico” que “estropea la estética de propiedades ajenas”, sin embargo, detrás de ello y más que una sencilla o compleja técnica, hay u trasfondo socio político cultural económico de quienes “grafitean” y/o pintan un muro en un espacio público.
El lenguaje utilizado en ellos es una respuesta-hegemónica, deliberadamente orientado a contenidos de carácter político o social desde un punto de vista de protesta o rechazo. En los Estados Unidos en los años 70, el arte del graffiti tuvo una gran influencia en la cultura del Hip – Hop, entre tanto en México hacia 1920 se inicia un movimiento pictórico llamado el muralismo mexicano, que tomó temas como la política y el nacionalismo.
Néstor García Canclini, escritor, antropólogo, señala que el graffiti es “una expresión que pretende dejar una huella de presencia-existencia, y a la vez una marca de carácter territorial, que transgrede las pautas y normas establecidas por la cultura dominante”. Sobre los murales nos dice que “son puestas en escena de los conflictos entre las fuerzas sociales: entre el mercado, la historia, el Estado, la publicidad, y la lucha popular por sobrevivir”
Los grafitis artísticos y los murales son la subcultura “undreground”, subterránea que transita por el misterio, el anonimato y el secreto, son un oasis de texturas, ideas, palabras, trazos, mensajes, colores que rompe la monotonía, la rutina y la cotidianidad de las ciudades.
Mencionaremos algunos hechos muy precisos que han generado noticia en el arte muralista: El artista francés Pascal Boyart pintó en 2019 un mural de los “chalecos amarillos” mezclado con la revolución francesa en edificio gubernamental en Paris, para rendir un homenaje a los participantes de las protestas.
En el mes de octubre de 2019, el ejército mandó a borrar el mural alusivo a los “falsos positivos” ¿Quién dio la orden? que estaba ubicado en la calle 80 con carrera 30 de Bogotá.
A finales de mayo de 2021, aunque intentaron borrar un mural en Bucaramanga, cuyo mensaje era en contra de los feminicidios. la comunidad lo volvió a pintar, ubicado en la puerta del Sol del Sol por lados de la escultura las hormigas del maestro Guillermo Espinosa.
El 5 de julio de este año, un mural ubicado por los lados del Mesón de los Búcaros, en Bucaramanga, que había elaborado un colectivo de artistas de arte popular que acompañaba las protestas, fue borrado una parte, esta acción, además de una riña, dejó un herido.
Borrar una mural cuya imagen expresa el pensamiento, el sentir de un grupo etario, un artista, un colectivo, un conglomerado, una cultura, de un pueblo, es una forma de aniquilar, destruir, desparecer, exterminar al contradictor, al que piensa distinto, al que discierne y discrepa.
Me lleno de frustración por no tener vocación pictórica para plasmar con un pincel mi pensamiento en un muro de la ciudad, como lo hicieron, Bansky, Eduardo Kobra, GLeo, la brigada muralista Ramona Parra y Hopare en Inglaterra, Brasil, Colombia, Chile, Francia y muchos otros alrededor del mundo.
Leyendo momentos oscuros de la historia, el 10 de mayo de 1933, un año antes que Hitler asumiera como jefe del estado alemán, en la ciudad de Berlín, se dio el comienzo de la política de la “proclama del fuego” «Feuersprüche», que instó a estudiantes y profesores a quemar libros de autores judíos, pacifistas y opositores al gobierno, esta primera barbarie en contra del conocimiento y la literatura, se llevó acabo en la avenida más importante de la capital alemana, en Unter den Linden, ante una multitud de 40.000 personas que vitoreaban este salvajismo. Estos actos fueron replicados en otras 21 ciudades universitarias de toda Alemania.
Entre borrar un mural y quemar un libro hay un hilo muy delgado que puede romperse fácilmente, y muy bien lo dijo el poeta judío Heinrich Heine «Donde se queman libros se terminan quemando también personas».
Al margen de la ideología que tengamos, de la política que militemos y la religión que profesamos, en lugar de armarnos con violencia, agresión, odio, animadversión, inquina y rabia, armémonos con pinceles y manos a la obra (a los muros) para plasmar nuestro pensamiento a través del arte.
El derecho de expresarnos lo tenemos todos, el de callarnos, ninguno, por eso no borre, pinte.
En estos links puede ver algunos trabajos de los grafiteros más famosos del mundo: Alejandra de Argos y grafiteros reconocidos.
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*Licenciado en música, artista, docente, compositor del himno de Bucaramanga, exconcejal de Bucaramanga.
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