Por: Paola Guarín/ La coyuntura mundial actual es un fiel reflejo de los cambios abruptos y reinvención estrepitosos en la prestación de servicios primarios y necesarios para la subsistencia humana, si de épocas de pandemia se trata. Hoy existen 2.056.054 de casos reportados con casos de Covid-19 en el mundo y la suma de 134.177 personas fallecidas, lamentable calamidad que afecta sin ninguna distinción de sexo, raza, religió o posición económica. En Colombia las cifras reportadas por la pandemia superan los 3.105 de casos confirmados y 131 fenecidos.
Alternativas como la Telemedicina se destacan día a día como una medida de provisión de servicios de salud a distancia en promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, por profesionales de la salud que utilizan tecnologías de la información y la comunicación, que les permiten intercambiar datos con el propósito de facilitar el acceso y la oportunidad en la prestación de servicios a la población que presenta limitaciones de oferta, de acceso a los servicios o de ambos en su área geográfica.
Entonces surge un interrogante necesario y oportuno en aras de afrontar esta pandemia de dramático conocimiento mundial: ¿Qué tan preparado esta nuestro sistema de salud en la implementación y puesta en marcha de la telemedicina?
A pesar de la voluntad expresada por el poder ejecutivo a nivel nacional, regional y municipal en incorporar las tecnologías de la información y la comunicación en la atención a la salud, y aunque la actividad relacionada con la telemedicina ha avanzado paulatinamente, ésta tiene todavía una presencia poco más que testimonial en la actividad clínica y asistencial, en nuestro famélico sistema de salud, donde la tramitología juega un papel más relevante, que la mismas eficacia y oportunidad de los tratamientos y servicios médicos.
La Telemedicina es por excelencia una herramienta trasparente y oportuna en los alcances en la provisión de servicios sanitarios, por su capacidad potencial de mejorar la calidad, el acceso, la equidad y la continuidad de la asistencia, evitando tercerización y grandes costos innecesarios en particular en relación con áreas de gran impacto sanitario y social como son los casos de atención a enfermos crónicos en cardiología, diabetes o neumología, el cuidado de ancianos, la asistencia en el hogar en cuidados paliativos, la hospitalización a domicilio y la cirugía mayor ambulatoria.
No podemos darnos el lujo de desechar o devaluar alternativas valiosas como estas, donde se hace necesario y urgente, generar inversión tecnológica en plataformas que lleguen a cada rincón del país, como un bálsamo y aliciente debido que entornan nuestras circunstancias.
Señores gobernantes, como consejo prudente fijemos la atención en proyectos que busquen resolver necesidades en atención en salud de los ciudadanos mediante el desarrollo de estrategias o herramientas basadas en TIC que faciliten la prestación y su gestión en el marco de las redes de prestación de servicios generando un impacto en los componentes y atributos de atención desde lo epidemiológico, económico y social. Esto sería un garante en la salud física y mental a nuestros ciudadanos, quienes hoy por hoy, el asilamiento se convierten en la única vacuna en contra de la pandemia.
Se ponen en marcha un número cada vez mayor de proyectos, pero son pocas las aplicaciones de telemedicina que han conseguido consolidarse en la práctica clínica e incorporarse a los procesos asistenciales.
*Abogada
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