En Irán, Mahsa Amini continúa siendo el símbolo de las protestas que desafían la represión y el acto simbólico de cortar un mechón de pelo se ha vuelto un clamor mundial. Algunas mujeres se arriesgan a lucirlo libremente, pero las fuerzas de control del orden estarían pensando en una nueva acción legal más radical, mientras siguen las detenciones a las mujeres que no se acomodan a la norma.
Que actualmente Irán ordene la detención de dos mujeres por no llevar velo en una tienda no es novedad. La ley en ese país hace su uso obligatorio desde 1983. Está en el Código Penal, con sanciones severas para aquellas que incumplan la normativa.
Sin embargo, es más noticia hoy que antes del 16 de septiembre de 2022, el día que el asesinato de Mahsa Amini le dio luz mundial a la inequitativa situación de las mujeres en la república islámica.
En la práctica, a la fecha, y por ahora, el clamor internacional es sólo ruido. En un nuevo hecho, una nueva orden de arresto fue emitida por las autoridades judiciales contra dos mujeres, toda vez que se viralizó un video que mostraba explícitamente cómo un hombre discutía con una mujer y su hija, quienes no llevaban puesto el velo en una tienda, y les tiraba un tarro de yogur sobre la cabeza, según informó la agencia Mizan, agencia del Poder Judicial.
La reacción del dependiente de la tienda, situada en la localidad de Shandiz, vecina de la ciudad santa de Mashad, en el noreste del país, fue empujar a la calle al agresor de las dos mujeres.
Todos terminaron en problemas. La Fiscalía también ordenó el arresto del agresor por “alterar el orden público” y el tendero recibió una amonestación por permitir en su establecimiento la presencia de mujeres sin velo.
Un llamado que suma mujeres y contradictores
Situaciones similares cada día son más frecuentes en Irán. Desde que Mahsa Amini murió producto de una fuerte golpiza por no usar el velo, luego de ser detenida por la policía de la “moral”, la indignación de las mujeres iraníes ha mostrado su valentía como señal de protesta y desobediencia. Algunas se han lanzado a dejar de usar el velo en las calles del país islámico para exigir el fin de la República Islámica.
Ellas son el motor de las recientes protestas, que han durado meses y que recibieron una fuerte represión estatal, con saldo de por lo menos 400 muertos, una cifra similar de condenados en prisión y el ahorcamiento de cuatro manifestantes.
La respuesta por parte del gobierno conservador y radical se evidenció, una vez más, esta semana cuando el Ministerio de Interior describió el velo “como una de los pilares de la civilización de la nación iraní”, uno de “los principios de la República Islámica” y “una necesidad religiosa”. Incluso, medios iraníes afirman que se está preparando una nueva ley, más firme que la existente, para imponer de nuevo el uso del velo, que podría acarrear penas de hasta 6.000 dólares.
Mientras tanto, la sororidad sigue siendo un llamado para las mujeres en Irán después del asesinato de Amini. Ella, a sus 22 años, fue detenida el 13 de septiembre de 2022, en Teherán, por llevar «indebidamente» su hiyab. Murió tres días después de haber sido golpeada hasta quedar en coma.
Luego de escuchar que el gobierno iraní atribuyó su muerte a un ataque al corazón, aunque los informes médicos mostraron que falleció de una fractura craneal debido a fuertes golpes en la cabeza, las mujeres iraníes decidieron mostrar su furia de manera simbólica: quemando sus hiyabs y cortándose el pelo en público. Esa se ha convertido en la forma de convencer al gobierno de Irán de que ellas no son su propiedad, que se pertenecen a sí mismas.
Un símbolo que hace la diferencia
Por más complejo de entender que parezca, años atrás, en los setenta, el velo fue un importante símbolo político en el Irán revolucionario. Las mujeres más conservadoras lo usaron en su idea de alejarse de la occidentalización en la ciudad aparentemente cosmopolita que era Irán; y para derrocar el régimen de Pahlaví, la última dinastía de la monarquía iraní, que reinó en el Estado Imperial. Y lo lograron.
La lucha entre el ayatolá y las mujeres (que no estaban de acuerdo con el uso del velo) comenzó realmente veinticuatro horas antes del Día internacional de la Mujer, en 1979, cuando el líder político-espiritual de la revolución iraní, el ayatolá Ruhollah Jomeini, decretó que todas debían usar el velo islámico en su lugar de trabajo, lo que acarreó una manifestación de miles de mujeres y hombres en Teherán.
Sin embargo, el movimiento en las calles no logró un cambio duradero. Un año después era un hecho que las mujeres no podían entrar en edificios públicos con la cabeza descubierta o acudir sin velo a su lugar de trabajo. Trescientos sesenta y cinco días después, todas las niñas y las mujeres, a partir de los 9 años, obligatoriamente lo usaban en los espacios públicos.
Actualmente, la policía de la “moral” iraní sigue vigilando a toda la población femenina: 40 millones, entre mujeres y niñas, según Amnistía internacional, para que el “decreto divino”, que ha despertado una fuerza sin piedad de los agentes del orden, sea respetado.
La diferencia es que la lucha de todas aquellas que defienden su derecho a respetar su identidad, esa “revolución sin velo”, tiene un símbolo, una víctima mortal que representa la frustración y la represión de todas las que como Mahsa Amini no han querido cubrir su cabeza, ni que las insulten por no hacerlo o les tiren líquidos para que se cubran. Ellas, de a poco, empiezan a sacudir la teocracia que ha gobernado Irán durante más de 40 años.