Por: Wendy Serrano/ Dentro de las múltiples formas que puede adoptar el amor, la más recurrida, la más ansiada, la más sufrida, la más reverenciada y la más odiada es el “amor romántico” (Galicia, 2010).
El amor romántico es un sentimiento definido por la cultura (Vannini, 2004), la cual moldea cómo se siente el amor, qué debe pensarse cuando al estar enamorados, así como cuáles deberían ser las conductas más apropiadas y placenteras (Landis & O´Shea, 2000). De este modo el amor es una experiencia socialmente construida y cambiante como reflejo del tiempo y del lugar en que ocurre (Schmitt, 2006; Vannini, et al.)
Lo primero que todos tendemos a responder cuando nos preguntan acerca del amor tiene que ver con sentimientos íntimos, personales, experiencias intangibles e indescriptibles, a veces incluso es explicado como algo mágico. El amor en esencia es un fenómeno simple al cual hemos atribuido significado de acuerdo a nuestro contexto sociocultural, histórico y geográfico.
Para Díaz-Loving (2010) los estereotipos de género en las relaciones de pareja se enmarcan en los histórico y sociocultural, e involucran la interacción con la variable “sexo” a lo largo de su desarrollo tanto filogenético como ontogenético. Díaz-Loving señala que son las sociedades las que determinan los papeles y las normas que deben escenificar los seres humanos, en función de su sexo biológico. Tales ideas preconcebidas que se tienen en relación con lo que significa ser hombre y ser mujer se denominan estereotipos de género (Rocha et al., 2011).
Los estereotipos de género rígidos, que son transmitidos de mujer a mujer en la familia contribuyen a que la violencia sea vista como algo natural (Williams, 2003). Los lazos sociales de una mujer pueden facilitan la manifestación de actos violentos o hacen difícil cuestionar o resistir dichos actos (Agoff, Herrera & Castro, 2007).
De este modo los mitos del amor romántico insertos y entrelazados con los estereotipos de género, dejan el terreno fértil, aunque no en todos los casos, para el control, el abuso del poder y la violencia, al ser comportamientos aceptados y reforzados por la cultura.
La experiencia del amor puede variar desde las características más positivas y reforzantes hasta las más negativas y aversivas (Cruz del Castillo & Romero, 2010).
El estar inmerso en una relación de pareja, ya sea a corto o largo plazo, nos expone a una de las interacciones humanas de mayor intensidad y cercanía, junto con todas las consecuencias que la intimidad y la dependencia conllevan en sí mismas (Cruz del Castillo et al., 2010).
Respecto a cómo los estereotipos, los mitos acerca del amor y de las relaciones entre los hombres y las mujeres pueden asociarse con la violencia de pareja, Borrajo, Gámez-Guadix y Calvete (2015) identificaron una considerable prevalencia del abuso en línea entre las parejas jóvenes.
Más del 80% de los jóvenes participaron en conductas de control hacia su pareja, y el 20% estuvo involucrado en algún tipo de comportamiento agresivo en línea, sugiriendo que el abuso parece estar normalizado en las relaciones de muchas parejas jóvenes. Los autores indicaron que en esta muestra las creencias distorsionadas acerca del amor estuvieron relacionadas con la violencia de pareja por ellos es importante mencionar los mitos sobre el amor romántico.
Los mitos románticos tienen como características principales el ser ficticios, engañosos, irracionales y por ende imposibles de cumplir. Sin embargo el índice de aceptación de estos mitos es alto y siguen en gran medida sin ser cuestionados.
A continuación, comparto el listado mitos acuñados por el estudio realizado por Bosh Fiol en la Universidad de las Islas Baleares:
“La media naranja, amor de mi vida”: pareja predestinada, única elección posible. Genera altos niveles de exigencia e iguales niveles de decepción.
Emparejamiento: creer que tener pareja es algo natural, universal y necesario para completar el sentido de la vida.
Exclusividad: creer en la imposibilidad de estar enamorado de dos personas al mismo tiempo. Ej: no podré amar a nadie más que a ti.
Fidelidad: creencia de satisfacer todos los deseos pasionales y eróticos con una sola persona que además es la que se ama de verdad.
Celos: positivizar los celos como signos de amor, usados para justificar comportamientos violentos, represivos.
Equivalencia: creer que el amor (sentimiento) y el enamoramiento (estado pasajero) son lo mismo.
Omnipotencia: creer que el amor todo lo puede: te querré pase lo que pase, Propicia la permisividad, sumisión, vulnerabilidad.
Libre albedrio: creer que nuestros sentimientos amorosos son absolutamente íntimos y no están influidos por factores sociales, biológicos, culturales.
Matrimonio: creer que el amor debe conducir a la estabilidad de una pareja y constituirse en una base de convivencia. (diseño político, económico, sociocultural)
Perdurabilidad: la creencia en la pasión y el amor eterno. Ej: te querré siempre, terminar las relaciones se percibe como un fracaso.
Para Verónica reyes, 2019, como alternativa al amor romántico, existe el amor libre, maduro y compañero. Para que eso sea posible, es esencial entender qué es mandato y qué es genuino de nuestra parte a la hora de concebir una relación. Porque hay que levantar el proyecto de pareja a partir de creencias propias. La libertad está en el poder estar con alguien sin la sensación de estar en deuda, permaneciendo en un vínculo desde la elección y desde la posición de igualdad.
Para todo esto, recomiendo hacer por una parte una labor individual de cuestionamiento y de introspección, y por otra, expresar estas claridades en una conversación honesta con nuestra pareja.
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