Por: César Mauricio Olaya Corzo/ Tengo en mis manos el libro Colombia Emplumada del fotógrafo huilense Juan Diego Castillo Ramírez. Como su nombre lo insinúa, es un libro dedicado a las aves, esos tesoros alados que hoy tienen a Colombia como el país más biodiverso en aves del mundo.
Hasta aquí, un libro prolífico en imágenes, maravillosamente logradas y con una sindéresis plena entre el oficio de mostrar con estética plena estas gemas aladas, sin dejar de lado la importancia de brindar la debida referencia científica sobre sus relaciones en el árbol de la genética aviaria, amén del sitio del registro, secreto que el fotógrafo comparte con todos los que vivimos la pasión de querer tener el registro hecho a través de nuestros propios lentes.
La portada del libro es absolutamente seductora, pues se trata de la fotografía de una pequeña traviesa bien llamada “Coqueta Crestada” en el lenguaje popular y nominada científicamente como Lophornis delattrei, término que como en muchos casos del intricando mundo de la ornitología, su nombre deriva de la simple referencia visual, pues sus raíces griegas traducen “Lóphos” como cresta y “órnis” como ave.
Y tras esta introducción, comienza la historia de la fotografía de portada, que más allá de una decisión del editor, revela un detrás de cámara que tiene todo que ver con la esperanza y el renacer. Empezando por decir que la fotografía fue realizada en una vereda cercana al municipio santandereano de San Vicente de Chucurí, una región prolífica en naturaleza, tierra abonada para el desarrollo de la agricultura, pero que también, conserva entre los anaqueles de su historia reciente, la mácula dolorosa y oscura de la guerra, de la violencia, el dolor y la desazón para una comunidad que hoy comienza a ver la luz al final del túnel.
San Vicente del Chucurí se tiñó de la sangre de los bravos indígenas Yariguies que se opusieron con férrea voluntad guerrera al paso de los conquistadores. San Vicente vivió la apertura de los caminos que no poco sudor y angustias hizo pasar a los colonos contratados para abrir selva a fuerza de tesón y bajo la penuria de una naturaleza adversa que libró gran resistencia a la presencia destructora de los invasores.
Luego vendría la violencia guerrillera cuando el naciente movimiento ELN hizo de este territorio su principal escenario de guerra. En estos campos caería abatido el sacerdote guerrillero Camilo Torres. Y como a toda acción, toda reacción, a estos campos llegaría con toda su carga de violencia desmedida la presencia del paramilitarismo, inicialmente enarbolando las banderas de las autodefensas campesinas, para luego mostrar los dientes en miles de historias qué entre todos los protagonistas de la violencia y sus actos, solo dejaron una estela de sangre, mucho dolor y demasiado odio.
Hace menos de una década la violencia comenzó a mermar. Un nuevo horizonte se dibujó sobre el inmenso valle que baña las aguas del río Chucurí, en su ruta de búsqueda del Sogamoso. Los cultivos de cacao y aguacate traducen en esperanza y fe de un mejor futuro. Incluso el turismo de aventura perfila opciones en las líneas del senderismo y de un sector que hoy se mira con altísimo interés internacional en el aviturismo.
La organización Proaves ha sido cabeza visible de la experiencia positiva de esta línea, a partir de la motivación que suscita entre los pajareros del mundo entero, la posibilidad del registro en las montañas que se extienden desde la Serranía de los Yariguies, de avistar y fotografiar en épocas de migración, a la hermosa Reinita Azul (Setophaga cerúlea), que hacia el mes de octubre comienza a llegar a estos territorios, huyéndole al frío invierno de sus territorios de origen al sur de Canadá.
Es probable que Juan Diego haya ido a buscarla para incluirla en su libro y no se si fue que no la encontró o llegó en una época distinta a su posible presencia. Lo que sí se encontró fue a Carlos Julio, un campesino de la región que lo dejó en transe de admiración, cariño y respeto extremo, pues además de convertirse en el guía que lo condujo por muchos caminos pletóricos en aves de distintas formas y colores, lo llevó al reino de la Coqueta, donde hipnotizado por la presencia de este llamativo colibrí, no dudó no solo plantarse horas y horas en espera de las mejores condiciones de luz para su registro, sino de obturarle no menos de 3 mil fotografías, una de ellas, protagonista de la portada de su segundo libro en homenaje a la Colombia Emplumada.
Hoy cuando se mira con algo de incomodidad y con miles de interrogantes el mapa del aviturismo en Colombia y en él no aparece una sola ruta en Santander, surge la invitación a que se revise qué se está haciendo mal o qué se está dejando de hacer, pues resulta contradictorio que la totalidad de los estudios realizados en Colombia alrededor del mundo de la aves, coinciden en que Santander es cabeza de punta en el número de aves que habitan su territorio, potencial que daría para que este renglón que hoy tras la previsible debacle económica que se viene en la post pandemia, podría ser un salvavidas de gran valía para las comunidades.
Por el momento, no queda más que invitar a disfrutar de la vida y a que conozcan más del trabajo maravilloso de este artista de la lente, que precisamente el próximo jueves estará como invitado especial del Café con Arte que organiza la Universidad de Santander (UDES), para sostener un conversatorio con la profesora Martha Patricia Cabrales, apasionada fotógrafa de aves de nuestro departamento.
*Fotógrafo.
Twitter: @maurobucaro