Por: Holger Díaz Hernández/ “Todos los grandes cambios están precedidos por el caos”: Deepak Chopra.
El gobierno nacional tomó la decisión de abrir totalmente la economía desde el pasado primero de septiembre, error craso desde el punto de vista de la salud pública, que nos puede costar cientos de miles de contagios más y otros miles de muertes.
Con el agravante que apertura de los mercados no significa necesariamente reactivación de la economía, hay una gran distancia entre abrir las actividades comerciales y que estas se normalicen, en un momento en que un importante sector de la población no tiene capacidad de compra por la imposibilidad de generar ingresos o por la pérdida de su capital de trabajo.
Esta decisión podría ser válida en este momento para lugares como Barranquilla, Cartagena o Leticia que ya pasaron el pico de la pandemia y están en fase de decrecimiento en el número de casos positivos, pero en ciudades como Bogotá y en departamentos como Santander, Antioquia y otros más que no han superado aún ese pico, se convierte en un hecho que puede tener repercusiones absolutamente negativas.
Seguramente algo tuvo que hacerse mal en estos seis meses desde el 6 de marzo de 2020 cuando oficialmente el ministerio de salud reconoció el primer caso de coronavirus en Colombia.
O no se tomaron las decisiones acertadas y a tiempo por parte de los gobiernos o los colombianos somos los campeones mundiales de la desobediencia, o ambas, porque a pesar de ser el país con las medidas de confinamiento más largas y estrictas del mundo (cuarentena de 160 días) y medidas de choque como cierre temprano de los aeropuertos tanto para los vuelos nacionales como internacionales, pico y cédula estrictos, cierre de cines, del transporte público intermunicipal, hoteles, restaurantes, bares, discotecas, clubes y de todos los sitios de recreación y turismo del país, todas estas acciones no se han visto reflejadas en un menor número de los infectados por el virus.
Somos el sexto país en el mundo con más casos de Covid-19 y nos preparamos para seguir avanzando en tan deshonrosa posición de honor y eso que aún nos falta un largo trecho para poder cantar victoria y pasar de esta primera fase de la pandemia que seguramente traerá múltiples rebrotes como ya ha sucedido en China y Europa que siguen en alerta por las implicaciones de estos y un posible nuevo cierre de sus economías.
Francia abrió los colegios a la presencialidad y solo unos pocos días después debió cerrarlos por la aparición de nuevos focos de la infección que han puesto en peligro principalmente a los adultos mayores que conviven con los escolares.
La preocupación continuará por mucho tiempo hasta tanto no tengamos una vacuna que cumpla con las siguientes condiciones: 1. Ser accesible para todos 2. Efectiva y 3. Segura, objetivos que hoy están lejos de lograrse a pesar de los grandes avances científicos y la carrera contra el reloj que se han impuesto cientos de grupos de investigación y muchos gobiernos, con las mejores intenciones, pero sin la claridad de que podrán cumplir con estos pre requisitos, con el agravante de que los gobernantes de las grandes potencias tienen un interés más político y electoral que el de lograr la mejor vacuna para el servicio de la humanidad.
América Latina hoy es la segunda región del mundo con más contagios y muertos después de Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional calcula una afectación negativa del PIB en 9,4%, muy por encima de los pronósticos más ácidos que se tenían hace apenas un par de meses, que eran del 6,9%.
Colombia no se escapa de las implicaciones que estas cifras están produciendo en el desempleo, el cierre de miles de empresas en todos los niveles, la pobreza extrema y el hambre que son inconmensurables y aún no tenemos claridad de cuánto tiempo en meses o años nos seguirá afectando.
Las consecuencias de la pandemia han sido nefastas y el mundo no estaba preparado para vivir esta crisis a pesar de que desde diferentes frentes se venía avizorando la posibilidad de una enfermedad viral de consecuencias devastadoras.
Esta pandemia se ha convertido en uno de los sucesos más importantes en la historia de la humanidad, desde que los sumerios en la baja Mesopotamia entre las planicies de los ríos Tigris y Éufrates inventaron la escritura hace ya más de cinco mil años y los humanos hemos tenido la oportunidad de dejar constancia de los hechos que han marcado nuestra existencia, nunca antes un suceso había afectado de tal manera la vida de las personas de todos los niveles y todas las razas alrededor de la tierra.
Las pestes de la Edad Media diezmaron el mundo, la Gripa Española mato millones de personas, al igual que las guerras mundiales y la bomba de Hiroshima, pero las implicaciones de este coronavirus son y seguirán siendo incalculables.
Vivimos desde hace algunos meses como en un estado de alergatamiento, producto de un fenómeno que no esperábamos y nos sentimos como saliendo de un sopor, como si hubiésemos pasado por una pesadilla de la cual apenas estamos despertando.
La vida ha cambiado para la gran mayoría de nosotros y seguramente para muchos ya nunca será igual, el trabajo en casa y el trabajo virtual seguirán siendo la actividad principal para millones de personas quizás por mucho tiempo, el miedo a enfermarnos por este o por otros muchos virus que vendrán en los próximos años seguirá siendo una constante pero no todo ha sido malo y estos meses también nos han servido para valorar y estrechar las relaciones con las personas que queremos y con las cuales compartimos, a disfrutar de las cosas simples de nuestra existencia, además a valorar la importancia de la fe en Dios, en momentos como este en que tenemos la consciencia de los pequeños y vulnerables que somos ante los sucesos de la vida y la claridad de que lo importante no es cuanto tenemos, lo valioso es como y cuanto podemos servir a los demás.
Es necesario reiterar el reconocimiento y el aplauso a la valentía, el pundonor y la entrega de los médicos colombianos y del personal de salud, ya que gracias a ellos la mortalidad por el Covid en el país ha sido de las más bajas y el pico de contagios se logró distanciar en el tiempo mientras nos preparábamos para implementar y dotar las unidades de cuidado intensivo para salvar vidas. Nunca antes el sector se ha sentido más unido y solidario a pesar de que muchas de las promesas hechas por el gobierno se han quedado en eso, en promesas.
“No basta con correr el uno junto al otro, es correr el uno por el otro”: Anónimo.
*Médico cirujano y Magister en Administración.