Por: Javier García Gelvez/ Perplejos han quedado los contadores públicos en Colombia por la designación del nuevo director en la Junta Central de Contadores, esta decisión ha desatado un rechazo unánime en la comunidad además de una palpable desconfianza en los contadores, lejos de acoger con agrado esta imposición, manifiestan un férreo descontento, cuestionando abiertamente la idoneidad y legitimidad del recién nombrado director y anticipando consecuencias devastadoras para la autonomía y los intereses profesionales.
Uno de los tantos aspectos de la discordia, tiene que ver con la falta de conocimiento específico del director en cuestiones contables. Para los contadores, es inaceptable que alguien carente de fundamentos en la materia ocupe un cargo tan crucial y ven en esta elección una amenaza directa a la integridad de la profesión contable, y no son temores infundados, es real que un individuo sin la pericia requerida para entender los matices del campo pueda tomar decisiones desastrosas.
Las diferencias flagrantes en la formación y enfoque entre un contador público y el nuevo director han sido rechazadas contundentemente; los contadores no ocultan su desdén hacia la preferencia por alguien que desconoce los intríngulis específicos de la contabilidad y las finanzas, considerando que la falta de experiencia podría llevar a tomar decisiones erróneas que afectarán negativamente la profesión, además que alguien sin esta experticia puede no entender completamente las complejidades y prioridades del sector.
La resistencia al cambio entre los profesionales contables se traduce en un rechazo categórico hacia la introducción de alguien con una perspectiva diferente, hoy en día, los contadores públicos han entendido y la practica lo demuestra que la solemnidad de su profesión garantiza a la sociedad en general confianza y credibilidad en estos profesionales, por esta razón se palpa una hostilidad abierta hacia cualquier intento de desviarse de lo establecido, percibiendo la elección del nuevo director como una afrenta directa a los métodos probados y verdaderos.
Los contadores, en voz alta y sin reservas, ponen en duda la capacidad del nuevo director para liderar en un entorno contable, generando un consenso negativo sobre su idoneidad para el cargo, es una percepción generalizada la falta de idoneidad del nuevo director y por esto la reprobación unánime de su nombramiento.
Adicionalmente, la gestión y desempeño del recién nombrado director son cuestionables y son objeto de una crítica feroz por parte de los contadores. Su perfil eminentemente político y carente de experiencia en el sector privado no cumple con las expectativas para su designación y prometen un rechazo activo y sin reservas ante la posibilidad de un erróneo direccionamiento de la institución.
Desde ya las decisiones políticas o administrativas tomadas por el director están destinadas a encontrar una fuerte oposición, no la va a tener fácil toda vez que cualquier decisión que no esté alineada con los parámetros normativos de la profesión contable o con las expectativas de la comunidad, se enfrentará a una resistencia inflexible y contundente.
La situación se complica aún más debido a que, con toda seguridad, la comunicación entre los contadores públicos y el director de la Junta Central de Contadores no va a fluir con la armonía necesaria y será ineficaz, ya que no se encontraría coherencia en las temáticas debatidas debido a la carencia de conocimientos en la materia por parte de su líder. No se busca menospreciar al nuevo director en su calidad de administrador público; más bien, se pretende destacar que asumir un cargo conlleva no solo la aceptación de la posición, sino también una responsabilidad moral y profesional, es simplemente lógico entender que, para liderar una institución de tanta relevancia, se debe poseer un conocimiento profundo de su esencia.
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*Contador Público, Especialista en Revisoría Fiscal y Magister 3n Gestión de la Tecnología Educativa.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor)