Por: Laura María Jaimes Muñoz/ Cuando Abraham Maslow describe “¡está satisfecho! es porque se tiene cubierta todas las necesidades básicas” lo que nos traduce a sentir que la autorrealización está correlacionada con la sensación de felicidad y plenitud.
Ahora bien, es bueno que las personas deseen la felicidad, es el “motor” que trae esperanza, perseverancia y la energía para “seguir en el día, día”; hablar de ser exitoso es hablar de lograr las metas significativas que ha deseado en la vida, tanto en un plano personal, como profesional o social, este concepto es también una percepción de muchos otros conceptos, ya que, si hablamos de calidad de vida, por poner un ejemplo, encontramos a personas que les gusta vivir en la soledad, en una casa probablemente, en el campo en un silencio que les permite oír la tranquilidad de la naturaleza o a otra persona que le gusta vivir en la ciudad con la contaminación y ruido constante de vehículos, las bocinas repiqueteando y el tras venir de muchas personas en un solo lugar, así podemos encontrar innumerables ejemplos; pero si miras en el trasfondo te puedes dar cuenta que todas ellas tienen un vínculo y es sentirse bien, seguro, tranquilo y feliz.
Entonces, si aclaramos lo que significa la felicidad en la política, podemos referirnos a ese 10% de la población que les apasiona la política, quienes logran trazar una meta para llegar a un cargo por elección popular con el deseo de poder “hacer cosas buenas” y desde allí co-construir sociedad donde priman los principios y valores, ¡esto si su prioridad sea ayudar a los otros! Pero también están esas personas que se les escucha decir a viva voz que han invertido 2.500 millones de pesos en una campaña de dos meses para lograr su objetivo, me pregunto, ¿cuál será su prioridad si logra su meta?
…Es complicado entender esta percepción de felicidad, pues, para cualquier sujeto tener $2.500 millones –ya tendría su logro exitoso- y podría tal vez vivir tranquilo con su familia, seguir con su trabajo que lo llevó a tener ese recurso y también podría “hacer cosas buenas”, por ejemplo: tal vez crear una fundación para invertir en ayudar a los otros, comprar lo que ha deseado o también simplemente ser egoísta y no pensar en nadie, viajar y ¡postear de su gozo en cada paso! el cual, después si hacemos una mirada retrospectiva después de la pandemia lo más memorable es escuchar decir: ¡disfruta la vida que es muy corta!, olvidando lo que somos o de donde surgimos.
Todo es justificable desde el punto donde lo mires, lo que no podrá ser jamás tolerable es que se cause daño al otro por conseguir los objetivos y de esta manera se afecte la calidad de vida de una comunidad o el bienestar social por el egoísmo de personas sin escrúpulos que logran llegar a ocupar esas curules con el deseo egoísta de un bienestar netamente individual.
Es más, en la cotidianidad se dice “líbrate de personas que no tengan nada que perder” pues ya lograron empeñar sus vidas para conseguir su meta a cuesta de todo; por lo tanto, la felicidad en la política podría ser efímera ya que su objetivo es promover el bienestar de la sociedad a través de la toma de decisiones y la implementación de políticas públicas que beneficien siempre al colectivo.
Para aquellos que han logrado llegar a estos escenarios pensando que pueden ser esas personas prosociales –adelante- seguir “remando” en el mar de la política, siendo este un medio donde los fuertes serán más fuertes y si quieres entrar es importante que tus principios y valores estén tan arraigados al punto que no cambies tú percepción de felicidad y satisfacción.
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*Psicóloga, especialista en psicología clínica y de la salud.