Gustavo Petro llegó al poder con muchas banderas, una de ellas la de erradicar el hambre. Ni el clima ni los precios ayudan.
Por: Andrés Martínez Olave/ Es una tarea compleja escribir sobre la situación que hoy vive mi país. La desesperanza, el negativismo, la frustración, la polarización, la violencia y la rabia han tomado Colombia. Hoy nos enfrentamos a una crisis de angustia casi generalizada, una crisis también de información (o más bien de desinformación), un vacío de liderazgos propositivos y cercanos que entiendan las circunstancias que muchos ciudadanos viven. Nos enfrentamos en el fondo a un juego entre el pesimismo, la desilusión, el odio, el resentimiento y el rencor, contra la esperanza, la oportunidad de ser propositivos y de cambiar la realidad.
La economía global bien parece una mala receta, con proyecciones que apuntan a un desplome de los datos de actividad económica en prácticamente todos los países, altos niveles de inflación y también de tasas de interés, lo que se trasladará a las agendas de prácticamente todas las naciones.
Aunque a lo largo del 2022 Colombia se ha mostrado como un país dinámico, resiliente tras los embates de la Covid-19, y cerrará el año con un crecimiento alrededor de 8% según la mayoría de los pronósticos, la buena hora que trajo la post pandemia con una marcada recuperación perderá el impulso en 2023, y el Gobierno de Gustavo Petro, que aún está puliendo varias de sus políticas para el cuatrienio, no solo tendrá que lidiar con un ambicioso proyecto político -económico, sino también con un escenario lleno de incertidumbre y desafíos en el panorama.
Pero una situación retante que se percibe en las economías a lo largo del mundo, y a la cual no es ajena Colombia es la escalada en la inflación y el efecto de las tasas de interés, como resultado de la política monetaria contractiva que han impulsado los bancos centrales, y que en el caso de Colombia llevó al Banco de la República a ubicar su tasa de interés en 11% en la reunión de finales de octubre. En la actualidad, las tasas de interés también están en su techo desde hace dos décadas y con una inflación en alza no se espera que bajen hasta bien entrado el año. El dólar cerrará este curso en su máximo histórico, sobre los 4.760 pesos.
Este se ha convertido también en uno de los mayores problemas sobre los hombros del Gobierno, por lo que el presidente Petro anunció un paquete de medidas para combatir el alza de precios que van desde un ejercicio de desindexación de bienes y servicios ligados al salario mínimo, hasta la reducción temporal de aranceles o la compra de insumos agrícolas, la regulación de las tarifas de energía, aumentos graduales en precios de la gasolina para evitar mayores presiones fiscales y un subsidio adicional de $500.000 para las madres cabeza de familia para el mes de diciembre del 2022.
Las reformas han hecho que en el país se genere más incertidumbre de lo normal, las variaciones en los subsidios para adquirir vivienda y que cada vez se complica más, ya sea porque se adquiere el subsidio, pero los bancos aumentan su tasa de interés. La complicación en la reforma tributaria, logro que la canasta familiar dispara los precios y las neveras de los colombianos quedaran vacías y no llenas como se esperaba. Nadie entendió el llamado de “vivir sabroso”, cuando no existen soluciones laborales, académicas, de vivienda y la incertidumbre está a flor de piel o aún mejor la cruz la tenemos acuesta.
Gustavo Petro llegó al poder con muchas banderas, una de ellas la de erradicar el hambre. Ni el clima ni los precios ayudan. Los últimos meses se ha vivido la peor ola invernal en una década, con lluvias extremas por todo el país que han acabado con cosechas y han llevado a más de 400 municipios a declararse en calamidad pública. El Gobierno se vio obligado a sacar dinero de otras partidas para destinar 2,1 billones de pesos (414 millones de dólares) a mitigar sus efectos, que seguramente continuarán el próximo año con tierras anegadas y plantaciones arrasadas.
El problema del Gobierno es un problema de cuentas. Las numerosas reformas puestas en marcha necesitan dinero. Petro logró en los primeros meses de Gobierno, aprobar la reforma tributaria, con la que esperaba financiar el resto de propuestas, pero el reto es enorme. La variación anual del índice de precios del consumidor (IPC) llegó a 12,53% en noviembre del 2022, y por la subida de los precios el Emisor ha venido incrementando la tasa de interés de referencia.
Hoy en día, si las personas o la misma sociedad protestan contra reformas o no está de acuerdo con algo, los llaman criminales o los judicializan. Mientras el gobierno, y su cuerpo técnico vive parando oreja a lo que dicen los demás, el país se quiebra más y más, mientras el presidente de Colombia le responde por las redes sociales al presidente del Salvador, el país se desborda. La solución y las esperanzas están puestas en Dios para los colombianos que día a día nos levantamos a las 5:00 am, tomarnos un café o un agua de panela y un pan, para salir a guerrearla ya sea con profesión académica cumpliendo horarios o en la calle buscando el que y el cómo llevar el sustento al hogar.
Con una economía contra las cuerdas, el Gobierno tiene una tarea ardua para lograr la aprobación de todos sus proyectos, a la par que intenta solventar los choques de un año con vientos de recesión en el que el mercado laboral que ya está siendo afectado, y en el que no mermará del todo ni la inflación ni las altas tasas de interés.
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*Dirigente juvenil y cultor