La abuela de Camilo opina e ironiza sobre política de forma tan sencilla y tajante que este le llama «La Cuchilla» en alusión a la Navaja de Ockham y estas son sus historias.
Por: Edwin Fernando Suárez Cadena/ La anciana contaba con la promesa de que al carrancho no se le iba a meter pólvora. «Tan escasa está la platica como para quemarla», le dijo a don Gerardo, el presidente de la junta de acción comunal que le había pedido ayuda para mantener viva esa tradición en el barrio. También contaba con la promesa de que él le iba a conseguir a alguien que le ayudara para elaborarlo.
Con lo que no contaba La Cuchilla es que, llegado el día de hacerlo, el flamante auxiliar no era otro que don Marco Aurelio, un anciano sargento pensionado que vivía en la calle contigua a la suya, ese mismo que a mediados de la campaña presidencial había forrado las ventanas de la casa con afiches de Fico y unas semanas después los relevó por afiches de Rodolfo Hernández. La relación entre el par de ancianos no tendría sobresaltos si el día que el exmilitar la vio poniendo el afiche de Petro no le hubiera gritado: «Facinerosa», o bueno, no estaría en tanta tensión si ella no le hubiera respondido «Que se escribe con la misma “F” de Fanático».
Pero era diciembre, y a pesar de la frialdad que hubo en el primer contacto visual, la tradición no se podía perder, así que el par de ancianos se pusieron manos a la obra.
─Vamos a ver cómo nos queda este carrancho porque yo hace muchos años que no hago uno ─rompió el hielo la anciana.
─Querrá decir usted «año viejo» ─corrigió el exmilitar dejándole claro a La Cuchilla que la cosa no iba a estar sencilla.
─Bueno…sin importar cómo le digan…Yo lo bautizo “Don Colombiano 2022” y vamos a hacer que nos quede bien hermoso el hijuepuerca ─trató de conciliar ella.
─Yo traje varias cositas que nos pueden estar sirviendo ─condescendió el hombre─. Mire: En la casa organicé este par de palos de madera verde en forma de cruz que son los que nos van a dar la pauta para ponerle la ropa y el relleno. Eso cuando echen a arder van a totear bien bueno, ya va a ver.
─Con el aserrín que nos consiguió don Gerardo empecemos entonces rellenando estos pantalones. Eran de mi nieto mayor; los escogía a cada rato para lucirlos, pero fueron destiñéndose mucho y ya no le servían para combinar con las nuevas camisas y por eso terminó hartándose de ellos, como nosotros con los gobiernos de derecha ─apuntó La Cuchilla.
─Pues bonitos sí eran, caramba ─señaló el anciano, que al terminar de meter los últimos puñados de aserrín en ellos dijo─: Pongámosle esta correa. Es de buena calidad, pa’ qué… fue lo único que ayudó a apretar bien los pantalones, aunque ya esté muy viejita pa’ eso…como el ministro de hacienda que nombró su presidente.
─Yo traje también esta camisa ─ofreció la anciana─. Mire que por la forma y ese color pega con cualquier pantalón.
─Como el presidente del senado que con todos los partidos pega ¿Cierto? ─acotó el anciano─. Venga pongámosla primero en el piso, cerrémosle los puños y el cuello y ahí sí la rellenamos.
─Espere…espere…no la acomode todavía ─pidió la anciana cuando el hombre estaba a punto de terminar esa parte del trabajo─. Yo había traído en esta bolsita algo más para el relleno ─ofreció ella─. Si la camisa se parece a Roy, que el relleno también tenga este poco de paja como la que hablaron muchos de los congresistas que preside ─y procedió a ponérsela dejando el último botón sin apuntar.
─Oiga…ajuste ese botón ─casi que ordenó el exmilitar─ …que quede todo tapadito y no se vea lo feo.
─¡No señor! ─con claridad sentenció La Cuchilla─. Este es el estilo J.E.P.: Las cosas feas también tienen que salir a la luz.
─¡Mucha joda tan arrecha! Pero…Bueno…
Vea…para la cabeza traje este balón ─anunció el anciano, y lo extrajo de una tula─. Es de marca Mikasi…
–Jum…pura imitación…ojalá no se desinfle como la selección de fútbol de hombres –comentó ella al verlo…
─¡Mire que sí le queda bueno! ─exclamó animado él cuando lo ajustó.
–Pues, sí –confirmó la anciana– …pero lo que no me cuadra es que no tenga cara…que esté nula…que esté en blanco…como las habilidades de los congresistas Miguel Turbay y Miguel Polo Polo…
─Fácil, mi señora ─repuso el pensionado─. La dejamos pintada, como la vicepresidenta.
─Tiene usted razón, don Marco…las mujeres siempre somos las que tenemos que sacar la cara para mucho…ahí están las muchachas de la selección de fútbol por ejemplo ─apuntó la anciana que enseguida de pintar ojos, nariz, boca y hasta orejas ajustó unos destartalados marcos de gafas que tenían el lente derecho totalmente quebrado y el izquierdo intacto.
─Esas gafas así de feas, ¿qué? ─inquirió el hombre.
─Igualiticas a la Fiscalía que parece que no ve nada de lo que pasa en la derecha.
─¿Y para los pies qué le ponemos? ─preguntó el anciano acariciándose varias veces con una mano el mentón.
─Pongámosle estos zapatos dañados que ni el reciclador se quiso llevar. A pesar de que están viejitos y rotos, aún está el derecho y el izquierdo, que eso es bien importante para que una persona y hasta un país camine equilibradito ─solucionó ella, y ajustándole el calzado se dio por terminada la labor y también la disimulada pelea.
Un par de días después por fin llegó la noche vieja con la pólvora tronando incansablemente y la estridencia de muchos equipos de sonidos que emitían a la vez decenas de canciones haciendo de la resonancia una sola tonada: La de la fiesta.
En la terraza de su casa, envuelta en un chal y una bufanda que no desentonaban con su estreno, y a suficiente trecho de la que sería una humareda fatal para su rinitis, La Cuchilla contemplaba todo el movimiento de su cuadra: Sus nietos e hijos animados compartiendo con los vecinos, don Gerardo ultimando los detalles para la quema del carrancho, y ahí, a la vista de todos y lejos del alcance de los niños, el muñeco que pronto iba arder como una forma de exorcizar todo aquello que se consideraba malo.
Unos 20 minutos después de la medianoche y justo cuando el presidente de la junta de acción comunal se disponía a encender el carrancho, hizo arribo a la terraza don Marco Aurelio.
─Vea, Cuchilla…le traje este presentico porque me dijeron que otros le suben la tensión ─y extrayendo de una bolsa de papel una botella de Buchanans de 375 ml la entregó a la anciana, que más que a la botella, le ofreció a él su sonrisa.
─Aplástese acá conmigo y nos la tomamos, don Marco ─dijo contenta.
─Mucha vaina tan pinga esa de la política, ¿Sí o no? ─susurró con aire meditabundo el exmilitar─. Todo este año nos la pasamos joda que joda en ese tire y afloje, y pa’ nada.
─Pingo es que creamos que esa vaina es uno contra el otro ─repuso La Cuchilla mientras el muñeco ya empezaba a arder de arriba hacia abajo─. Que peleemos es normal porque somos distintos…lo que sí no debe pasar es que nos tomemos las jodas a pecho. Yo sé que usted es todo un señor que con todo lo que ha vivido solo quiere que este país esté bien ─y el fuego empezó a bajar por el tronco del muñeco─…y pues…yo, con toda mi historia a cuestas…también…
Ojalá que en este país todos detuviéramos esa mala maña de matarnos solo por ver las vainas distintas, y poder hasta tomarnos un traguito sin problema con el que no piensa como uno ─y levantó su vaso en son de brindis correspondido por el pensionado, y justo cuando por sus gargantas pasaba el placer de 12 años de añejamiento, un par de pequeñas explosiones de pólvora a la altura de los pies del muñeco los exaltaron. A la distancia, don Gerardo los miró y trató de excusarse con la anciana haciendo la seña de que era solo un par de totes que seguramente había puesto mientras acomodaba el muñeco─. Lo que pasa es que siempre la vamos a tener difícil con esa verraca gente que tiene cualquier liderazgo porque nunca cumplen lo que prometen. Pero ya qué jijuepuercas… ¡Que lo malo del 2022 se quede atrás y que el 2023 nos traiga mejores cositas pa’ todos! ¡Feliz año! ¡Salud!…
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*Licenciado en Filosofía (USTA) y Magíster en Filosofía (UIS).
Twitter: @edwinfernando_