Por: Dilmar Ortiz Joya/ Round 1. Hemos visto y escuchado por los medios de comunicación y por las redes, los constantes enfrentamientos entre el señor alcalde de Bucaramanga, Ingeniero Rodolfo Hernández y los concejales de la ciudad, atendiendo a la manera en que el burgomaestre ha querido y pretende terminar su mandato bajo la consigna de “cero mermelada”, “cero repartija de cargos públicos”, “cero cupos de contratación” para los corporados y eso está bien, desde el punto de vista de la pulcritud, transparencia y moralidad pública que debe imperar en todo gobierno, aunado a la meritocracia, idoneidad y perfil de un aspirante a contratar o ser vinculado con la administración pública.
De igual manera, es menester mencionar que las corporaciones públicas, específicamente el concejo de Bucaramanga, venía acostumbrado a cogobernar con el mandatario de turno, a ponerlo en cintura con la negativa en el trámite y aprobación de los proyectos de acuerdo puestos a su consideración y a tener su cuota de poder dentro de la administración municipal, y, con el Ingeniero Hernández se equivocaron de “palo”.
Ahora, lo que no está bien, es la descortesía, las palabras des obligantes, las injurias y calumnias, la grosería que han venido utilizando los “contrincantes” de una pelea que comenzó desde el 1º de enero del 2016, en donde les ha tocado fungir de árbitros a los jueces de la república, entidades de control y medios de comunicación, los cuales han buscado reparar los agravios, investigar las conductas y opinar, cual expertos “politólogos” – a todo el que opine de aspectos políticos ya lo llaman experto politólogo – de estas riñas que, sin cuadrilátero instalado, se han ido a las “manos” de improperios e insultos, hiriéndose en su propia humanidad y de paso, asestando golpes de izquierda y de derecha a la ciudad bonita que en últimas es la más perjudicada, pues su atraso en todos los niveles se ve claramente cuando se recorren sus calles, parques, avenidas, centros de salud, etc., aunado a la inseguridad campante que agrede a quienes la habitamos.
Es importante decir, estimados lectores, que las razones que se exponen por cada uno de los adversarios en “la pelea” daría para escribir toda una novela, pues unos y otros defienden sus tesis con uñas y dientes – yo diría con lengua – las que, de una u otra manera tienen al final un tufillo político, pues están en un escenario propio para sacar ventaja de su condición, sin pensar en la ciudad y en quienes los elegimos para hacer del servicio público una prenda de garantía a nuestras necesidades.
Round 11. Queda un año aproximadamente para estar de nuevo en elecciones para corporaciones públicas, gobernaciones y alcaldías – si se mantienen los períodos de los mandatarios como ésta hasta ahora – y las actividades del alcalde Hernández y el trabajo del concejo de Bucaramanga están al borde del nocaut, pues el ejercicio funcional que les correspondía ejecutar en pro y en favor de la ciudad no se ha visto y creo, con pesimismo, que ya no se vio.
Espero que los nuevos gobernantes inicien sus mandatos el 1º de enero del 2020 “peleando” pero contra la pobreza, la corrupción, la mala prestación de los servicios de salud, la inseguridad, la deficiente labor como servidores públicos – con las excepciones correspondientes – el clientelismo, el favorecimiento político, la pobreza, entre otros males que aquejan y siguen aquejando a la sufrida Bucaramanga. Por ahora, seguiremos viendo “la pelea” en sus últimos asaltos, las apuestas están a la orden. Qué suene la campana para el último round ¡Benditas almas!
Correo: dilmar23@hotmail.com
Twitter: @dilmarortizjoya