Por: Jhon F Mieles Rueda/ Hoy abordaremos un tema de suma importancia como lo es la familia, una institución que tristemente se ha venido deteriorando en estos tiempos modernos debido a diversos factores pero que aun así y más allá de constituir nuestro núcleo afectivo y de relaciones más cercano, es donde se proyecta y se construye una sociedad.
“Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre». Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”. (Génesis 2:21-24).
Este relato bíblico refleja que la familia es una institución ideada por Dios y, por tanto, nuestros hogares deben ser en lo posible, un pequeño edén aquí en la tierra, una escuela en la que se formen grandes hombres y mujeres al servicio de Dios y de la sociedad, buscando de que el mundo sea un lugar mejor cada día.
Sin embargo, la verdad en la gran mayoría de hogares la situación es muy diferente ya que a menudo las familias están afrontando diversas problemáticas relacionadas principalmente con infidelidades, peleas entre hermanos, diferencia de opiniones y desacuerdos en la pareja, pérdida de la tranquilidad debido a conflictos entre padres, problemas financieros, pérdida de trabajo, divorcio, adicciones, enfermedades etc.
Es por ello, que debemos ponerles especial atención a estas problemáticas y trabajar articuladamente desde las instituciones públicas y las diferentes denominaciones religiosas para impulsar acciones contundentes que promuevan y protejan el papel fundamental de la familia como generadora de vida humana y por tanto creadora de la sociedad.
Es importante recuperar ciertas costumbres y valores que se han venido perdiendo a lo largo del tiempo como enseñar a nuestros hijos a orar, a respetar a sus padres y a las personas mayores, a saludar, a no ser envidiosos, a dar las gracias y a pedir el favor cuando requieran algo.
No obstante, no podemos pretender enseñarles todos estos valores a los niños y a las nuevas generaciones si nosotros mismos como adultos ya los hemos olvidado o ya casi no los practicamos, por lo tanto hay que hacer una reforma al sistema educativo haciendo que la materia de ética y valores en los colegios no sea de relleno sino que por el contrario sea una materia prioritaria, en las instituciones académicas deberían formar mejores personas y no profesionales con muchos conocimientos pero que carecen de calidez humana.
Y a raíz de ello dentro de unas décadas tendremos adultos y padres más conscientes que les enseñarán buenos hábitos a sus hijos, ya que, como primeros responsables de la educación de los niños, deben promover su desarrollo con base en los valores culturales propios. De esta manera forman hombres y mujeres capaces de construir sociedades sanas que progresan de manera continua y sostenible.
La familia es la única institución capaz de velar, cuidar, amparar, proteger y apoyar a los más débiles de la sociedad. Nadie más. La familia, su valor, su función y su misión dentro de las sociedades, es clara e incontestable. En ella se da la renovación generacional que permite la preservación de las naciones, la generación y creación de riqueza, el aumento de la productividad, el desarrollo de las instituciones políticas, sociales, etc.
La familia es el lugar donde aprendemos y empezamos a amar y a ser amados. Es la única pedagoga del amor verdadero, ya que solo con los modelos de mamá y papá es que podemos conocer el amor de un hombre, entender el amor de una mujer, aprender sobre el amor de pareja, y el amor entre los Padres y los hijos, y entre los hermanos; allí se entienden y se viven valores tan fundamentales como la solidaridad y el reconocimiento del otro.
Si todos los individuos creciéramos dentro de un seno familiar, la sociedad se enfrentaría a menos problemáticas: Tendríamos el sentido de responsabilidad bien definido, habría menos violencia (dentro y fuera del hogar) y más respeto tanto por la naturaleza como por el entorno social.
Se dice que la familia es la principal célula de la sociedad, pero si el núcleo de la célula está dañado, la sociedad adolece de estas fracturas y las refleja en sus relaciones y entornos; surgen acciones de violencia, desapegos, inconformidades.
Por ello la tarea de la institucionalidad es luchar por proteger a la familia, y promover un ambiente de respeto, valores, educación y amor a nuestros hijos, tal vez en realidad sea la clave para hacer de Colombia un país más próspero y de oportunidades.
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Escritor, agroforestal y político local.
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