No es la primera vez que a Medio Oriente –y por extensión al norte de África– se la señala como región en emergencia climática. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) la tiene en su clasificación como «zona de riesgo por el cambio climático», pero un nuevo estudio recuerda lo que otros científicos ya han dicho: y es que desde 1981, en cada década ha ganado 0,45 grados Celsius, calentándose así a una velocidad dos veces mayor a la media global, cuya temperatura aumentó a 0,27 grados por década.
En Medio Oriente viven más de 500 millones de personas. Sin embargo, si su carácter árido y poco pluvioso se acentúa, usando el petróleo como base económica, a fines de siglo podría sufrir un calentamiento de 5 grados, lo que en muchos países (desde Egipto hasta Irán) superaría «los umbrales críticos de adaptabilidad humana».
El estudio, firmado por instituciones como el Instituto de Chipre o el Max Planck de Química, anticipa que estas naciones enfrentarán olas de calor extremas, sequías perpetuas y una drástica subida del nivel del mar. Lo que ya empieza a ser realidad en Arabia Saudita y Kuwait –en 2021 el emirato registró los grados más elevados del mundo (53,2 ºC)–; y en Irak, donde los pantanos conectados con Turquía e Irán llevan tres años agrietados, sin peces para los locales ni alimento para el ganado, si contar con tormentas de polvo que en diez años se han multiplicando y están causando la hospitalización de miles de habitantes.
A urgencia compartida, el informe que también alerta de «retos sanitarios y de subsistencia» que agravarán «las desigualdades entre la población más acomodada y la más pobre», sentencia que Medio Oriente, debido a que «el impacto climático trasciende fronteras», se verá obligado a «una colaboración más estrecha entre países».
El estudio se publica a puertas de la conferencia climática de la ONU (COP 27), que tendrá lugar en Egipto, en la localidad de Sharm el-Sheij. El país que no permite las protestas de críticos ambientalistas podría padecer «cambios significativos en las zonas costeras y en la agricultura», sobre todo en el Delta del Nilo, si crece el nivel del mar y se expanden las tierras áridas.