Por: Roberto Aponte/ Todos los componentes que conforman un ecosistema luchan por su supervivencia, no obstante, esas luchas son las que producen un apropiado funcionamiento del entorno. Los avances de la tecnología y la intervención del ser humano en los ambientes silvestres ocasionan cambios que cambia la dinámica de estos. También los seres humanos han establecido sus territorios en entornos naturales y por lo mismo debemos evaluar cómo es la convivencia con la fauna salvaje.
Las bestias salvajes, las plagas y las alimañas ponzoñosas siempre han sido vistas con recelo. La primera relación del ser humano hacia muchos animales es cuidar y beneficiarse de los que establece como buenos y aniquilar los que considera malos. Las primeras reacciones han sido miedo por la apariencia o ferocidad de esos seres. Actualmente para muchos es más fácil matar una serpiente apenas la vean o a un animal que afecte los cultivos, estos actos ocurren por ignorancia o intenciones hostiles hacia la criatura. Lo anteriormente mencionado causa indignación y aquí notamos un cambio de paradigma.
La concientización sobre el cuidado del medio ambiente y las continuas campañas sobre educación ambiental han generado en las personas el afán de cuidar el entorno, no obstante, uno de los mensajes más efectivos ha sido aquellos que motivan a “cuidar a los animalitos”. Cualquier acto de maltrato contra un animal es visto por repudio. Además, algunas especies se han vuelto emblemáticas para el país y su imagen se ha convertido en la lucha por la preservación de la naturaleza y la biodiversidad.
Pero más que exaltar a cierto grupo de animales únicos y vistosos queda preguntarnos ¿Cómo es nuestra relación con estas criaturas? En la naturaleza se presentan escenas que pueden generar fuertes susceptibilidades ante muchas personas. El oso de anteojos, aunque basa su dieta principalmente en frutos y brotes de plantas, ocasionalmente cazas mamíferos pequeños para complementar su dieta. Por esta razón pueden presentarse casos en los que ataca a terneros y precisamente un caso reciente fue el que motivo a escribir esta columna.
El oso de anteojos se ha mostrado tal como es, una criatura que de vez en cuando atacara a otra para alimentarse. En este caso la presa ha entrado en su territorio y posiblemente el oso no encontró otro animal para suplir su dosis de proteínas. El cuidado de las especies emblemáticas va más allá de solo exaltarlas. Es necesario comprender los conflictos que puede presentar cualquier ser humano con los animales que lo rodean. Cualquier política que incluya la relación de los seres humanos con la naturaleza debe tener en cuenta como beneficiar a ambas partes para lograr mantener un balance entre las necesidades de la sociedad y la armonía del entorno natural.
La deforestación y la degradación de los ecosistemas es uno de los factores que ocasiona el riesgo de extinción de varias especies. A su vez esos fenómenos en algunas ocasiones se presentan por colonización de terrenos y conocemos otro matiz del conflicto. Para asegurar el bienestar de la naturaleza es necesario ser consciente de los conflictos sociales que involucren el uso de los suelos y garantizar a las comunidades que puedan suplir sus necesidades y puedan habitar subsistiendo en un entorno productivo. Si las comunidades tienen un buen medio de subsistencia se evita que estás depreden los recursos naturales de los lugares donde habitan.
Debido a la relación entre hombre naturaleza hay que establecer las medidas para lograr la convivencia con la fauna salvaje sin tener que recurrir a matar a individuos de las especies que buscamos proteger. Además de fortalecer las economías regionales se requieren sugerencias prácticas como barreras que impidan que los animales salvajes ataquen el ganado.
Además, hay que buscar medidas para que los animales silvestres se adapten con mayor facilidad a las estructuras creadas por los seres humanos. Por ejemplo, muchas criaturas mueren cruzando las carreteras. Una muestra de convivencia con los animales que viven en nuestros territorios es la creación de elementos como arcos y varillas sobre las vías para que los animales arbóreos como ardillas y zarigüeyas puedan pasar sobre estos. También crear túneles debajo de la carretera como pasos de fauna, es una medida para disminuir las cifras de animales atropellados.
Para crear una buena convivencia con la fauna salvaje se requiere del entendimiento y el estudio de la naturaleza. Más que valernos de la indignación, también se deben entender las dinámicas sociales. Los conflictos están presentes, pero para solventar la situación es necesario entender los requerimientos de ambas partes, y así las personas podremos convivir y comprender a aquellas criaturas únicas y maravillosas que habitan en nuestro país.
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*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories