Por: Carlos Mario Gómez García/ El acoso escolar, bullying o matoneo como se conoce es un cáncer que se materializo en las instituciones educativas del mundo y Colombia no es la excepción, las cifras actuales demuestran que estamos entre los países con mayores casos de acoso escolar en el mundo y las cifras siguen aumentando día a día y a lo cual no hoy no existe una metodología clara para atacar esta situación.
Realizando un recuento en el año 2013 aparece la ley de convivencia escolar la cual insta a las instituciones educativas a visualizar el acoso escolar como un diario vivir, a generar espacios de promoción y prevención, pero de igual manera determina una serie de responsabilidades de cada uno de los actores de las comunidades educativas, maestros, estudiantes, padres, directivos, de igual manera a las entidades territoriales de índole municipal, departamental y nacional.
Se expide posteriormente el decreto reglamentario 1965 de ese mismo año, para proporcionar las herramientas orientadoras para estas situaciones, pero a su vez crea un sistema de información sobre casos graves de acoso escolar y sobre todos aquellos que tienen que ver con los derechos sexuales y reproductivos o aquellos que atenten contra las libertades de los menores; lo paradójico de todo este sistema que solo hasta el 2022 entro en funcionamiento y allí las instituciones educativas deben cargar los casos de mayor relevancia en el tema de acoso escolar.
La estructura para la detección de situaciones de convivencia escolar la debe ofrecer el estado mediante la implementación de una política clara hacia el acoso escolar ya que esto es un cáncer que va carcomiendo los establecimientos educativos, la salud mental de los niños, niñas y jóvenes se está viendo afecta y por ello el aumento de las tasas se suicidio en esta población.
Son diferentes los factores que afectan hoy a los jóvenes y que conllevan a que algunos sean los victimarios y otros las víctimas, las situaciones socioeconómicas, las diferencias de raza, orientación sexual, religión entre otros, pero al mismo tiempo el uso de los dispositivos móviles ha generado una serie de condiciones en los cambios de pensamiento y actuar de los niños, niñas y jóvenes.
La realidad es que cada día se conocen casos de intolerancia en las instituciones educativas, rivalidades entre grupos de estudiantes, el uso de sustancias psicoactivas entre otras más conlleva a que este mal se agudice por estar ligados a los comportamientos de los y las estudiantes en los diferentes contextos de la geografía colombiana.
Frente a esta problemática las instituciones educativas en su gran mayoría no tienen estrategias claras para poder realizar las actividades de promoción y prevención del acoso escolar, no tienen personal preparado para afrontar dichas acciones, la falta de orientadores escolares, la capacitación en la resolución de conflictos son elementos que agravan la poca atención a los casos de bullying.
De igual manera en muchas de las instituciones educativas no tienen el apoyo de otros agentes estatales como son el sector salud, la policía de infancia y adolescencia, el ICBF o las mismas comisarías de familia, es decir los establecimientos escolares se encuentran a la merced de lo poco que pueden realizar los docentes y directivos frente a situaciones de convivencia escolar.
Las responsabilidades de los Establecimientos educativos son alto, la no detención, la poca promoción y prevención o la realización de una mala ruta de atención se convierte en un factor determinante para que aquellos involucrados puedan responder civil y penalmente por dichas acciones sin que medie la mínima responsabilidad de los entes territoriales o estatales para brindar las herramientas necesarias para atender estas situaciones.
Por otra parte los padres de familia han descargado la responsabilidad de educar en los establecimientos educativos y los docentes se convierten muchas veces en los enemigos de los padres, solo porque muchos de ellos en la preocupación por las situaciones tratan de mitigar y atender dichas acciones; de igual manera en los menores la formación en muchos casos se deja a cargo hoy de los dispositivos móviles llevándolos a un mundo virtual donde quedan a merced de los influencers, los challenge o retos y esto ha incrementado las estadísticas de cuting o cortes en ellos brazos solo por un ejemplo.
Ahora el uso de estos dispositivos también ha disparado el sexting o el envío de imágenes desnudas o poca ropa entre los jóvenes, compartiendo imágenes que denigran en muchas ocasiones de quien es el autor de la misma y desde abriendo paso al ciber acoso o ciber bullying, esta problemática se evidencia en la población preadolescente y adolescente.
Este es un contexto real de lo que sucede en nuestras instituciones educativas y es desde el trabajo mancomunado de todos los actores que se puede evitar que las estadísticas de estos casos se siga incrementando, los padres deben volver a las funciones propias de sus responsabilidades, las instituciones educativas deben ser dotadas de las herramientas para poder realizar detección, promoción y prevención de cada una de las situaciones, esto implica orientación escolar, capacitación y formación en manejo y resolución de conflictos.
Las entidades territoriales y estatales deben ser dotadas de mayor presupuesto para apoyar y ayudar a las instituciones educativas para seguir accionado frente a este mal y de esta manera lograr que la convivencia escolar sea una realidad.
Es hora de actuar frente al bullyng para que no haya que seguir lamentando que lo que consideramos el futuro de nuestro país siga en este retroceso, solo evocando aspectos negativos y no se resalte por las características, habilidades, competencias que tienen los niños, niñas y jóvenes actuales.
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*Licenciado en educación, especialista en pedagogía y didáctica, titulado en Derecho con especialización en Derecho Constitucional, 20 años al servicio de la educación pública y formador en instituciones privadas para los nuevos profesionales de la docencia.
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