Por: Roberto Aponte/ Leves cicatrices se esbozan en mi mano derecha, la cual acerco lentamente a la causante. La empujó lentamente y se recuesta sobre el lecho de mi cama estirando y exponiendo su vientre, mientras sus patas delanteras buscan aferrarse a mi mano la cual atrapan con recelo sosteniéndola por varios minutos para luego lamerla cariñosa. Ella me está demostrando su verdadera naturaleza.
Basta mirar a los ojos a mi gata Ramona, para poder chocar las manos. Grata compañía ofrece el felino que va de la mano de ronroneos que correspondo con caricias o alzándola mientras se escurre entre mis brazos.
Los animales demuestran su afecto a aquellos a quienes aprecian, ya sean de la misma especie o de otra. Aquellas emociones son parte de su ser, pero eso no quiere decir que la naturaleza animal sea igual a la naturaleza humana.
Para cualquier persona que tenga mascota o empatía hacia los seres vivos le es más fácil demostrar una noción de respeto y cuidado hacia los animales. Para algunos quizás el sentir aprecio por un animal puede resultar ajeno. Antaño esto era más común, reconocíamos a las bestias feroces y animales ponzoñosos como un riesgo, el ganado debía cuidarse para garantizar la alimentación y perros y gatos ya estrechaban vínculos hacia nosotros como aliados, en una amena relación de mutualismo.
La percepción hacia la naturaleza es algo que ha cambiado con la difusión de los medios de comunicación. Los animales antes del cine eran parte de cuentos y fabulas, pero la base de estas se basa en un conflicto en el que se apela a la naturaleza del animal. Con la llegada de las películas de Walt Disney y otras en el medio, se contaban historias que dan rasgos humanos a los animales para que interactúen con su entorno y así generar empatía hacia el espectador. Si bien está perspectiva permite preocuparnos por estas criaturas, también generan percepciones que ante muchas personas ocasionan un sesgo cognitivo.
Otro asunto a mencionar es el hecho que muchas veces las criaturas más vistosas son las más vistas en la ficción y en labores de conservación estas son las que muchas veces se convierten en prioridad. Por eso muchas especies de colores opacos o feas son ignoradas a pesar de tener una importante función en el ecosistema.
Las historias sobre animales pueden generar conciencia sobre el cuidado hacia otros seres y vivos y la naturaleza por que facilitan verlos como iguales. Pero los animales salvajes tienen un comportamiento muy diferente al de los seres humanos y pensar que la conservación de un ecosistema se rige por aspectos humanos es algo erróneo. Cualquier entorno natural es mantenido por los comportamientos que realiza cualquier animal para asegurar su supervivencia o la de la especie. Por más que te aterren comportamientos como la depredación o el canibalismo no es que el animal sea malo, sino que esas conductas forman parte de su naturaleza y así preserva la especie.
El efecto Walt Disney ha servido como base para fomentar la retórica del animalismo extremo. Un discurso basado en las emociones siempre es un arma eficaz usada por personas inescrupulosas que actúan guiados por sus propios intereses en vez de tener la intención de ayudar a cuidar el medio ambiente. Son discursos que basándose en buenas intenciones poco a poco derivan en fanatismo.
Si bien en el ámbito legal hay avances en cuanto a la lucha contra el maltrato animal, cuando la percepción pública es manipulada se da pie, a que se tomen medidas absurdas que se demuestran en leyes, que sustentadas por argumentos emocionales y carentes de soporte técnico se presentan efectos nocivos en el medio ambiente y las comunidades.
Las mascotas tienen su propia naturaleza y por lo mismo, es nocivo para ellas humanizarlas. Pueden ser compañeros leales, pero no pueden reemplazar el complejo y ameno vinculo que puede formarse entre los seres humanos.
Ahora notamos un efecto de como la exposición ante los medios de comunicación y las historias que nos presentan desdibujan la percepción de la naturaleza. ¿Entonces como hacer para confrontar este problema? Las historias enseñan e inspiran a las personas, pero estas también deben ser atractivas para los consumidores que las ven o leen. El verdadero rostro de la naturaleza puede ser aterrador, aunque ya nos encontremos en una situación de comodidad debemos recordar que la humanidad ha superado años de sobrevivir ante las inclemencias del entorno.
Como creador de historias atribuyo parte del problema a la manipulación emocional, que puede notarse en discursos carentes de sutileza y que apelan a la superioridad moral. Cualquier historia para comunicar apropiadamente debe apelar a las emociones del público, pero de la misma forma debe fomentar el sentido común y generar comportamientos basados en decisiones racionales.
Para sobrellevar esta situación es necesario que desde la educación la gente conozca la verdadera cara de la naturaleza. Desafortunadamente cuando las ideas se arraigan por mucho tiempo, lo más normal es desarrollar aversión ante conductas desagradables, pero es necesario que paulatinamente desde la infancia se genere entendimiento de como los animales luchan por la supervivencia de su especie.
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*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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Referencia bibliográfica: Naturaleza Cantábrica.