Por: Adrián Hernández/ Los medios de comunicación estallan cuando se conoce la noticia de que alguien famoso ha decidido hacer un stop para dedicarse a sí mismo. Ha sucedido con mucha frecuencia sobre todo en los círculos organizacionales, cuando importantes CEO´s o presidentes de incluso multinacionales, con futuros promisorios han depuesto su prometedora carrera, han hecho una pausa y se alejan del mundanal ruido.
Pero, ¿qué hay detrás de estas drásticas e incomprensibles decisiones? ¿Por qué de momento, el ser humano busca estar solo?, ¿qué produce el silencio?
La soledad es el camino al silencio y el silencio es el puente con el encuentro. Tan querido siempre y tan buscado, pero al mismo tiempo tan temido, el silencio se constituye en una práctica que permite no solo la apertura a la vida sino el vivir mismo, sobre todo cuando el sentido de la misma vida se ha perdido.
La sensibilidad por el anhelado silencio la podemos tener todos los humanos, sin embargo, hay quienes huyen despavoridos cuando el entorno se pone en calma, desaparece el ruido, la presencia del otro y solo hay lugar para el encuentro consigo mismo. Vivimos rodeados de ruido todo el tiempo, no solo del que proviene del mundo exterior sino también del que viene de nuestro propio mundo, el mundo interior.
Del mundo exterior proviene música a altísimos decibeles, pitos de carros, rugidos de motores de las fábricas, gritos estrafalarios de los vecinos, ladridos de los perros, cuando menos el vecino de arriba o del lado se pone contento y comienza a pisar fuerte.
Del mundo interior proviene el ruido de los pensamientos que no cesan de evocar situaciones pasadas como el grito del jefe, la mirada agresiva de la vecina, la pérdida de un amor, y a esto hay que sumarle el recuerdo del día, la hora y el lugar donde sucedieron los hechos. Pero además las cosas que no han sucedido y que probablemente no sucederán, como el deseo de ganarse la lotería para no tener que trabajar más o tener ese anhelado inmueble en un sector exclusivo. Todo eso es ruido.
De todas formas, sí hay quien ha logrado enfrentar las dos situaciones descritas y ha emprendido ese viaje tortuoso pero acuciante, el viaje hacia el interior con el único objetivo de hallar ese anhelado tesoro: el silencio. En principio, el encuentro con el silencio pareciera ser de los monjes y monjas, sin embargo, los artistas nos muestran este encuentro como una alternativa paras sus vidas.
Mostremos un par de ejemplos: En diciembre 6 de 2004, moría Agnes Martín, una pintora que de sus 92 años pasó 37 viviendo sola en una humilde morada al pie de una montaña en Taos, Nuevo México. Antes de morir, confesó no haber leído un solo periódico desde hacía 50 años, ya que esto “le nublaba la mente”. ¡Hay que ver sus obras!
El propio Mario Benedetti, poeta uruguayo, que vivió en exilio durante un trecho de su vida, aprovechó para dejar unas pinceladas de su vivencia: “hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos”.
Casos de empresarios que han dejado todo para vivir en la soledad y el silencio:
Motivados por un encuentro consigo mismos y después de haber pagado bien caro el impacto del estrés laboral que les dejó secuelas hasta irreversibles como el cáncer, han sido varios los empresarios que teniéndolo todo han optado por aislarse. Cabe mencionar al conocido Pedro Medina, quien trajo la primera sucursal de McDonalds a Colombia, luego de unos años de fatiga laboral, se retira a un modesto lugar en dónde él no sólo cultiva su propio alimento, sino que sigue en su “búsqueda interior”, según sus propias palabras.
Luego de un accidente del que se salvó de milagro, el magnate chino, Lui Jing Chong, decidió tomar medidas frente a su vida: “Me deshice de todas mis cosas, incluyendo mis siete autos, mi mansión, y mis casas de fin de semana. Compré una pequeña casa en la montaña que es suficiente para mis necesidades”.
Y El caso más reciente, es del ejecutivo Rubbin Ritter, codirector ejecutivo de Zelando, uno de los sitios en línea más grandes de Europa. A sus 38 años se retira porque: ““mi esposa y yo hemos acordado que, para los próximos años, sus ambiciones profesionales deben tener prioridad. Quiero dedicar más tiempo a mi familia en un momento en el que está creciendo. Después de más de 11 años increíbles en los que Zalando ha sido mi prioridad, siento que es hora de darle a mi vida una nueva dirección”.
El factor común en todos ellos y otros tantos que falta mencionar acá, es la búsqueda interior, pues si bien es cierto que la vida empresarial da posibilidades económicas y abre el campo a la fama y el reconocimiento, también es cierto que opaca el espíritu, llenándolo del sinsentido.
El silencio en la era del ruido
“El silencio consiste en redescubrir la alegría de tomarse una pausa”, así lo expresa Erling Kagge, un escritor, abogado, excursionista y dueño de una de las editoriales más famosas en Noruega y quien escribió un libro que justo lleva este título: el silencio en la era del ruido. Este escritor asegura que los secretos del mundo se esconden en el silencio.
A pesar de tantos casos mostrados y del llamado de la vida al retorno del silencio, hoy como nunca pareciese que éste ha llegado, pues en los comedores y en las habitaciones de las casas se proclama como rey, no obstante, lo es, pero sin reino pues cuando vemos de cerca, padres e hijos viven subsumidos en el silencio, pero el de la función del celular que no para de enviar y recibir mensajes, impidiendo el verdadero encuentro, el de sí mismo y el de con los suyos que los tiene a escasos metros.
¿Y nuestro cerebro?
En septiembre de 2017 Michel Le Van Quyen, se despierta con parálisis facial, el diagnóstico: agotamiento y la prescripción: reposo total. El silencio en el que se ve sometido le sienta bien y le ayuda a superar su situación de salud.
Su impase le lleva a investigar sobre el tema y los hallazgos los plasma en su libro cerebro y silencio, donde subraya que la desconexión es la que ayuda al cerebro a regenerarse, expulsar toxinas y lo mejor es que el silencio en todas sus formas, ya acústico, atencional, visual o meditativo, ayuda a la creatividad, memorización, entre otras.
Dicho todo esto ahora sí encontramos el sentido a que, el silencio es elocuente y para quienes creemos en un ser Superior, sabemos que Dios nos habla en el silencio porque es él el Eterno Silencio. ¿Qué tal unas buenas horas de silencio ahora en la Semana Santa?
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*Filósofo y teólogo, Psicólogo Universidad Nacional, Magister en Biociencias y Derecho Universidad Nacional, MBA Inalde Bussines School. Director Programa Inteligencia Espiritual Medirex.
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