Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P./ Solamente plantearnos la idea del aborto como sociedad ya debería ser un fracaso. Es un fracaso tanto para quienes defienden su despenalización total como para quienes asumen la postura contraria. Sea cual sea la posición del lector, a continuación, presento algunos elementos con miras a enriquecer el diálogo y evitar la polarización.
Lo primero que debe quedar claro es que, el problema del aborto es mucho más profundo que la disyuntiva entre penalizarlo o no. Para algunos ha sido sencillo culpar a la mujer que decide o tiene como opción el aborto tildándola de “asesina”, “inhumana”, y otra serie de apelativos. Pero lo cierto es que, de esta forma, se desconoce la realidad que puede estar acaeciendo sobre la persona, una realidad que en buena medida es ocasionada por la sociedad misma.
Con lo anterior, no quiero irme al extremo de decir que no existe ningún tipo de responsabilidad en aquellas mujeres que toman la decisión de abortar, decisión que conlleva de suyo a terminar con una vida, porque más allá del plano moral y, sin entrar en las discusiones profundas, es claro que el feto es una vida y existe una responsabilidad en quien decide, pero cada caso ha de mirarse de forma individual y debe acompañarse. No se trata de una asesina despiadada, se trata de una mujer con unas circunstancias particulares (cada caso será siempre particular) que contempla una decisión que también dejará huellas y que posiblemente, generará otros traumatismos.
Esto me lleva a plantearme las siguientes preguntas: ¿Qué lleva a que en nuestras sociedades lleguen a pensar en el aborto? ¿Dónde está el Estado, la sociedad y la familia en el proceso de protección, educación y acompañamiento de todos, de cara a que no se den los embarazos no deseados? ¿Existen otras alternativas viables? ¿La cárcel ha sido alguna vez una solución real al problema del aborto? ¿De verdad existe alguien a favor del aborto en sí o solo de su despenalización?
La decisión de la Corte Constitucional ha sido tomada en medio de manifestaciones públicas de un sector y de otro, la discusión al interior de la corporación fue larga y seguramente demorada. Llegados a este punto, se debe decir que, este tipo de fallos no deberían tener lugar, ya que estas discusiones deberían darse en el Congreso de la República. Ojalá haya espacio en la próxima legislatura para temas más importantes que el reconocimiento de algún traje típico o cualquier otro de los puntos sin sentido que se encuentran con frecuencia en las agendas legislativas. En efecto, a los señores congresistas les quedará la tarea de generar una verdadera política pública que permita la implementación de la sentencia.
Ahora bien, si somos un país serio, debemos detenernos y observar que la profundidad de este asunto obliga a revisar varios temas que son mucho más complejos como: el acompañamiento de las mujeres embarazadas con diferentes problemas, la educación sexual en niños, niñas y adolescentes, el acompañamiento psicológico de aquellas madres que han decidido abortar o están pensando hacerlo, el fortalecimiento de la prevención de los delitos sexuales en contra de la mujer y otros muchos temas que podrían llenar otro párrafo.
La discusión sobre el aborto es y será una discusión bizantina, nunca terminará, pero quiero llamar la atención de quien se interese en el tema para decirle que, el problema no está en la despenalización o no, sino en las causas mismas que llevan a la mujer a tomar esta decisión. Las mujeres no correrán a abortar cada vez que estén embarazadas como se han atrevido a vaticinar algunos; tampoco sucederá que todos los abortos se den en la semana 24.
Es bueno tener en cuenta el caso de Uruguay, donde luego de la despenalización del aborto la tasa de abortos junto con la de mortalidad de las mujeres embarazadas se redujeron drásticamente. Lejos de ello, creo que es un buen momento para plantear una verdadera política pública alrededor de la salud sexual y reproductiva, que involucre a todos los sectores de la sociedad y que ayude a prevenir el aborto de forma efectiva, a través de la conciencia y no del castigo punitivo que por regla general solo termina recayendo sobre las más vulnerables.
En conclusión, una sociedad que tenga que recurrir al aborto es una sociedad con muchos males internos que requieren ser resueltos. Ojalá comprendamos que la lucha no debe ser de unos contra otros sino de todos por nosotros.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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