Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Días atrás me encontraba con una de mis pacientes que se encuentra en el extranjero, mientras analizábamos algunas heridas que se producen en la infancia, descubrí algunos síndromes que, aunque han sido referidos con otros nombres, me gustaría mencionarlos aquí y tratar de analizar con cada uno de ustedes aquellas verdades ocultas y a ciegas en cada una de nuestras realidades, por supuesto a los que no somos ajenos.
Hay un poco de nuestra historia colombiana en cada uno de estos síndromes, un poco de verdad en la manera como hemos asumido las responsabilidades e incluso como hemos decidido evitar pensar en ellas, eso no nos hace exceptuarnos de las mismas, como esa expresión “el no conocimiento de la ley, no nos exime de ella”; exactamente pasa con la manera en que las crianzas se han dado, pero esta no es una crítica a ellas, sino una manera de entender la codificación que hemos hecho gracias a esas vivencias, les invito a analizar y corroborar la información que comparto a continuación:
Síndrome de Luisa y Elsa
Luisa, es descrita en la “Película: Encanto” como la hermana mayor y la más fuerte, la que puede con todo, la que asume su responsabilidad sin chistar de ello, la que hace silencio y se dedica a actuar en todo momento, la que siempre esta lista y dispuesta, ha tenido que manejar incluso su propia frustración para ser fuerte por todos, parece que nadie se lo ha preguntado o se la ha dicho, pero está bien no sentirse bien y efectivamente, hay un quiebre, cuando pierde su fuerza; porque hizo de su don su prioridad y no de sí misma.
Elsa, hace parte de un personaje de la “Película: Frozen”; es la hermana mayor también, asume su responsabilidad cuando sus padres mueren en un trágico accidente en el mar, además, gobierna su reino y debe tomar decisiones desde temprana edad, guarda sus emociones para no preocupar a nadie y termina huyendo para reorganizar sus ideas, su corazón y su vida, cuando decide aceptar quien se encuentra en su poder una forma de hacer el bien, sin embargo su corazón esta dividido, entre lo que debe ser y lo que en realidad quiere ser.
Síndrome de Ana
Este personaje, lo pueden encontrar en la “Película: Frozen”; Ana se percibe como una joven con el corazón a flor de piel, los colores de su vestuario muestran la alegría que espera recibir de su entorno, siempre se ha mostrada desinteresada del reino, es la hermana menor y es quien ha decidido buscar el amor en todas partes, ha omitido la responsabilidad no porque ella desee directamente, sino porque, sus sueños e impulsos son más grandes que ella misma, lo olvida cuando conoce un príncipe y se olvida tanto de sí misma, que pone por encima sus deseos y cuando reacciona, se encuentra al borde la muerte; pero no es la primera vez que asume de esta manera la vida, incluso es capaz de ponerse en último lugar por salvar la vida de su hermana, sin pensar en las consecuencias de sus acciones.
Me parece interesante poder mencionar estos síndromes porque llevándolos a esta cotidianidad podemos darnos cuenta, que efectivamente como hemos escuchado los extremos son algo conflictivos, no se trata solo de efectuar una fuerza para no sufrir, porque vamos a terminar omitiendo lo que nuestro corazón quiere decir, o solamente asumir y dar por sentado que es solo una responsabilidad propia velar por la seguridad de otros, no aprendiendo a pedir ayuda; es tan compleja la forma en que hemos decidido considerar los códigos aprendidos.
Mi invitación con esta columna es que podamos todos, entender un poco de lo que hay detrás de cada una de las cintas y películas compartidas, ese lado de la verdad, que finalmente la validamos cada uno de nosotros, esta es mi interpretación, ¿cuál es la tuya?
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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