Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Todos conocemos la historia sobre qué haríamos si quisiéramos cocinar una rana, sabemos que si la colocamos en una olla con agua hirviendo la rana salta de inmediato y desaparecería de nuestra vista antes de que nos diéramos cuenta.
Ah, pero si la colocamos en una olla con agua medio tibia en un entorno cómodo para la rana y poco a poco le subimos la llama de manera que ella no se percate y se vaya acomodando, no se dará cuenta cuando termine hervida, cocinada y obvio muerta.
Pues apreciado lector algo muy parecido nos ocurre, existen hechos que, si ocurrieran súbitamente, seguramente nos alertaríamos y de una vez saltaríamos y cambiaríamos de inmediato nuestro actuar, pero ojo en la vida la mayoría de los hechos ocurren de manera paulatina y van subiendo su intensidad poco a poco, y por nuestra pasividad y aceptación no nos damos cuenta de cuánto estamos aguantando, hasta que estamos totalmente cocinados, o “quemados”
Es importante revisar que está sucediendo en nuestras vidas, será que, ¿cómo esta nuestra relación con las personas a nuestro alrededor? ¿Se están aprovechando de nosotros? ¿Qué nos aportan para nuestro crecimiento? ¿Estamos relajados en una zona de confort?, la cual nos impide medir la temperatura a nuestro alrededor; quizá el agua en que estamos todavía no está hirviendo, y si es así entonces que vamos a hacer: ¿Nos vamos a quedar hasta que este hirviendo? O, ¿hasta que nos cocinemos?, reaccionemos si no lo hacemos podemos perder el control de nuestras vidas.
Dejemos a un lado la apatía, es un veneno para nuestros sueños, ¿cuál es nuestra percepción del mundo que nos rodea?, abandonemos la costumbre de aferrarnos a nuestra zona de confort, es hora de saltar, afuera hay un mundo que nos espera, ese mundo requiere de personas competitivas, alegres, optimistas, sin temores, que vivan buscando la superación personal, que sean capaces de resolver todas las situaciones que se les presenten.
Si estamos alertas y en esas condiciones, entonces podemos competir y lo primero es competir con nosotros mismos, y lo debemos hacer para superarnos, esto implica tener una disciplina diaria, de estar contra nuestras limitaciones, no para ganarle al resto, si lo hacemos así, estaremos bien mental y emocionalmente lo que nos permitirá alcanzar lo que nos propongamos.
Desde siempre nos han enseñado que debemos competir con los demás, ser mejor que lo otros, superarlos en notas, en puestos de trabajos, en amistades, en capital económico, etc., pero la realidad radica en que nuestra competencia debe enfocarse hacia uno mismo, porque cada uno de nosotros tenemos nuestros propios límites y dificultades que debemos sortear, si miramos, somos nosotros los que creamos los miedos, las incertidumbres, y a esto le debemos sumar los martillazos que recibimos de nuestros propios saboteadores, lo cuales viven atacando la autoestima e infravalorando los logros que hemos alcanzado.
Dejemos a un lado el estrés que genera el querer quedar bien con todos, cuando en realidad eso nos lleva a traicionarnos a nosotros mismos, llevándonos a hacer cosas que no sentimos; y los más, triste, mediocre y sin valor, es que lo hacemos solo para que hablen bien de nosotros, sin darnos cuenta y no tener idea del daño que esto produce, porque es una manera de ir perdiendo nuestra esencia.
Busquemos en nuestro interior, contra que factores debemos competir, como dice esa bella canción de salsa “Busca por dentro” esa debe ser nuestra verdadera batalla, la de superar los límites y barreras, esas que nos ponemos inconscientemente todos los días, basta ya, batallemos contra esos pensamientos que nos llenan de fantasmas, de miedos, los cuales nos llevan a preocuparnos, de cosas que seguramente no ocurrirán nunca en la vida.
Dejemos de escuchar a ese saboteador que llevamos por dentro, despertemos ya, hacerle caso a ese saboteador, nos conduce a que no nos valoremos, a que no movamos nuestra vida, a que sigamos con los mismos problemas de siempre, sin hacer nada, si lo escuchamos nunca vamos a cambiar ni a mejorar como personas.
Es hora de que enfrentemos la batalla con nuestro único competidor y ése, competidor no es otro que nosotros mismos, es por eso que debemos dejar de mirar a los demás, dejemos de competir contra ellos, la clave de la victoria depende de nosotros, cuando el ciclista deja de mirar al frente, a la meta y empieza a mirar a los demás, a mirar atrás, es rebasado y pierde la carrera, la clave de la victoria dependerá en mayor parte de nosotros, derribemos esos límites, no busquemos enemigos fuera de nosotros, derrotemos los internos, a esos que molestan diariamente, a cada hora con mensajes como “no puedes”, “no es para ti”, “siempre pierdes”, “nunca lo lograrás” esos nos quitan toda la energía, para que cuando llegue la hora de la verdad, ya estemos entregados y perdidos antes de actuar.
Mostremos con orgullo nuestros valores, busquemos y visualicemos donde queremos estar, cual es la dirección donde queremos llegar, es a esa dirección donde debemos dirigirnos, descubramos nuestros talentos y habilidades y repotenciemos las que tenemos, rompamos las cadenas que nos retienen hacia la libertad, aniquilemos a ese saboteador desde nuestro interior y no desde las emociones.
En el momento en que comencemos a permitir que nos lidere y prevalezca nuestro ser, por encima de los saboteadores, a partir de ese instante, vamos a ganar batallas, lo que nos conducirá a lograr todos los objetivos que nos propongamos, sin estar pendientes de ciertos fantasmas a los que hoy consideramos competidores.
No debemos caer en el error de enfocarnos en “ser mejor” que los demás, eso hace que perdamos el enfoque de nuestra meta y nos lleva a perder mucho tiempo y energía, el cual debimos ocupar en hacer un buen plan, recordemos que para cumplir cualquier plan la clave es enfocarnos en él y no en las personas.
La vida es un camino en el que tenemos que ir a nuestro ritmo disfrutando el proceso, es muy importante el que nunca permitamos que el ego nos ciegue, caminemos siempre en busca del aprendizaje, basta mirar un niño cuando está aprendiendo a caminar, se cae muchas veces, pero alza la carita mira al frente y se levanta, si sabes montar bicicleta, entonces debes recordar como aprendiste, seguramente te caíste varias veces, sabes que lo que nos sostiene es el pedaleo, el ir hacia adelante, pero siempre con la frente en alto, mirando al horizonte.
No debemos competir por llamar la atención, por alimentar nuestro ego, si bien es cierto he hablado de competir con nosotros mismos para superarnos, para crecer, respeto el que encontremos personas que están conformes siendo como son y si no le hacen daño a nadie pues están en su derecho de quedarse como están,
desde mi punto de vista considero que la mejora personal si constituye un imperativo vital, una de las cosas en la vida que encuentro más satisfactorias por que generan vida, movimiento, es la de intentar avanzar en mi empeño de convertirme en un mejor ser humano.
Por último, recordemos el ejemplo de la rana: preguntémonos: ¿Qué situación es la que nos quema? Detectemos cuáles son esas aguas conflictivas y cómo nos afectan, ¿cómo esta nuestra olla? ¿Qué nos saca de nuestras casillas? ¿Qué nos está anulando como persona, como profesional? Al hacerlo saltemos, no nos quedemos en la olla para cocinarnos, no muramos en vida, no seamos espectadores, convirtámonos en protagonistas.
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*Profesional en Mercadeo
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