Por: Libardo Riaño Castro/ Los cambios vertiginosos ocurridos en la historia han jalonado las sociedades hacia la idea globalizante del progreso, o al menos ese fue el discurso que hizo tránsito en occidente cristalizadas las revoluciones burguesas del siglo XVIII, en donde por cuenta del naciente liberalismo burgués, surgieron las democracias modernas y el capitalismo embrionario de la primera revolución industrial.
En todos estos procesos, la comunicación sirvió de legitimadora de los nuevos discursos políticos y económicos que fueron transformando las costumbres y la cultura occidental, fue así como, en el siglo XIX, la prensa y posteriormente la radio, anclaron en sus mensajes, la idea de los nacionalismos, el capitalismo, el mercantilismo financiero y a finales del siglo XIX incitaron la mentalidad de la “Belle Epoque” como pináculo del desarrollo material y del nuevo hombre moderno.
Pero sobrevinieron las dos guerras mundiales, y en menos de cuarenta años del siglo XX, el mundo paso del optimismo al pesimismo, cayeron los imperios, los vestigios del viejo mundo quedaron en el sótano del olvido, y se levantaron nuevos discursos, esta vez, bajo la premisa de un mundo bipolar que ofrecía solo dos opciones de vida: el capitalismo liderado por los Estados Unidos, y su contraparte el Socialismo abanderado por la Unión Soviética, ambos sistemas pretendían sostener el totalitarismo y el control de los medios económicos y por ende de la cultura y las mediaciones sociales que de ella se desprenden.
Pero este sistema, decayó con el final de la guerra fría, y con ella el derrumbe del socialismo soviético que era el único némesis que podía amenazar al modo de vida norteamericano en occidente, así que, derrotado el comunismo, el capitalismo emergió como el único vencedor del mundo moderno, pero un nuevo orden mundial se gestaba, esta vez, no desde el ámbito político, sino desde el instrumental, desde la naciente industrialización. En este nuevo modelo, también la comunicación social, fue garante de este discurso, y con su poder de persuasión legitimo el sistema, y lo sostuvo.
La industrialización, la producción en masa y el consumo en masa, fueron el modelo tras los años gloriosos del modo de vida norteamericano, y los medios apoyaron las ideologías económicas imperantes como el fordismo, el taylorismo y el toyotismo entre otros modelos de esa época. Los medios de comunicación apoyaron la obsolescencia programada, y posteriormente en épocas más recientes la obsolescencia inducida, convirtiéndose en un poder para sostener las elites económicas y políticas, homogeneizar conductas y culturas, la comunicación paso de ser un medio de información a un instrumento de dominación y de sometimiento.
Pero, este orden mundial también decayó tras la caída del muro de Berlín y el colofón del socialismo, fue entonces cuando emergió un nuevo orden mundial, el de la transnacionalización, que trajo como consecuencia la Globalización como el nuevo sistema de dominación, pues tras el final de los límites geográficos y el eclosionar de las nuevas tecnologías de información y comunicación, la llegada del internet y la virtualización de la humanidad, la comunicación se transformó al paso de estos nuevos actores, adoptando estos matices, sirviéndose de ellos para ampliar sus horizontes y no enclocarse en los discursos ortodoxos del pasado.
Este nuevo estadio de la evolución de la humanidad conocido por producirse en la posmodernidad como reacción a la modernidad y en donde se produjo una deconstrucción de los valores y los constructos sociales, en lo que el célebre historiador Francis Fukuyama denomino “el fin de la historia y el ultimo hombre”.
La comunicación sigue por un lado, apoyando y sirviendo de legitimadora de los discursos de las nuevas hegemonías como las multinacionales y las grandes marcas que se sirven de la publicidad y los medios de comunicación para sostener su idea de sociedad de consumo, y por otro lado, las nuevas vertientes de la comunicación, transformadora que postula, una liberación de los monacales cánones que legislaban una comunicación unidimensional, hoy en la era de la apertura, de los nuevos lenguajes, de los nuevos escenarios y de los nuevos actores sociales, los nuevos comunicadores sociales, intentan generar nuevos discursos, nuevos modelos y nuevas formas de comunicar de transformar los escenarios y de visibilizar, aquellos actores que permanecían anónimos, ocultos tras los discursos totalizadores de antaño.
La comunicación desde siempre ha estado ligada con los actores políticos, con las elites económicas y los discursos de la cultura de masas, pero en esta nueva ola liberadora, en esta nueva pedagogía de la liberación posmoderna, la comunicación abre nuevos senderos hacia la visualización de los marginados, de los sin nombre y de las contraculturas.
Cabe finalmente preguntarnos ¿Es esta nueva tendencia el derrotero que debe seguir la comunicación en el siglo XXI? Una posible respuesta, es que ante estas nuevas vertebras que se despuntan en la evolución de la sociedad globalizada, la comunicación debe ser un medio de liberación de encuentros, de expresión de emociones, de reflejos de la sociedad y de critica frente a los discursos que intentan homogeneizar las sociedades.
A modo de conclusión la comunicación a servido de mediadora de los discursos y su sostenimiento en la historia; ante la incursión cada vez más totalizante de la individualización del ser humano, La comunicación y en general los comunicadores sociales deben servir de faro para que el hombre no se olvide nunca de su propia humanidad.
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*Docente, Comunicador Social, Educomunicador.
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