“Cambiarse de partido político es como cambiarse de calzoncillos”, es una premisa que se vuelve a confirmar con la jugada electoral que quiere hacer la exdiputada Elisa Domínguez de Rueda, conocida como ‘mamá Elisa’ a través de su hijo, Fernán Gabriel Rueda Domínguez, ‘el chiqui’, a quien lanzaría a la Cámara por el Partido Conservador, luego que este se eligiera diputado en dos ocasiones por el Partido Liberal.
El más joven de los hijos de ‘mamá Elisa’ quiere ser candidato a la Cámara y para lograrlo no tendrá reparos en traicionar, ni a su partido de origen ni a su propia ideología y todo eso para recibir el apoyo de la alicaída fuerza electoral de los Aguilar, la misma que se ha visto fuertemente afectada por los escándalos promovidos por los procesos penales que se adelantan en contra de Hugo Aguilar Naranjo y Richard Aguilar Villa, ambos exgobernadores y ambos en la cárcel.
La voltereta del ‘chiqui’ y su madre se debe a que es la única opción que tienen para recibir los votos de los Aguilar, luego que, a ellos, Cambio Radical y el Centro Democrático les cerraran el paso, con miras a las elecciones legislativas de 2022.
La alianza Elisa – Aguilar gira en torno a que el ‘chiqui’ se saque la foto con José Alfredo Marín, el candidato del gobernador Mauricio Aguilar al senado y entre ambas fuerzas se elija esa la fórmula. Un acuerdo que seguramente beneficia a las partes, pero que deja en entredicho la verdadera esencia de la política.
Para nadie es un secreto que ‘mamá Elisa’ es una matrona de la política, “su labor social es incansable, de hecho, ha sido una dirigente política que nunca cierra su sede política. Desde ahí, teniendo participación burocrática, reparte a sus amigos lo que el gobierno de turno le tire”, dijo una fuente cercana a esa casa electoral.
La calculadora electoral del ‘chiqui’
La primera vez que Fernán Gabriel Rueda Domínguez llegó por elección popular a un cargo fue en 2012, cuando llegó a la Asamblea por el Partido Liberal con 25.255 votos.
Cuatro años antes, Elisa Domínguez de Rueda había lanzado por el liberalismo a otro de sus hijos a la Duma y, aunque logró la elección de Luis Giovanni Rueda, éste perdió su credencial debido a que Sandra Mireya, su hermana, se desempeñó un año antes de la elección como Jefe de la Oficina de Control Interno y Gestión del Isabu y posteriormente como Profesional Universitario Especializado, adscrito al Despacho del Alcalde de Bucaramanga, en el que también ejerció como Jefe encargada de la Oficina de Control Interno.
En 2015, el ‘chiqui’ integró la lista cerrada del Partido Liberal para la Asamblea, pero los 99.744 sufragios obtenidos por la colectividad le impidieron llegar a la Corporación. Sin embargo, tras un acuerdo tras bambalinas con la cabeza de lista, Honorio Galvis Aguilar, éste renuncia a su curul y le permite a Fernán Gabriel volver a disfrutar del erario departamental.
Y en 2019, para la Duma, la matrona decide apoyar a Glenda Cecilia Vega Maestre por Cambio Radical, pero esa alianza con el entonces concejal de Bucaramanga, Wilson Manuel Mora Cadena (esposo de Glenda) no rindió frutos. Ella se ‘quemó’ con 14.154 votos.
El ‘mudo’ Fernán Gabriel
Si algo caracterizó a Fernán Gabriel Rueda Domínguez como diputado fue su excesiva pasividad en los procesos propios de la Corporación. El ‘chiqui’ era más un convidado de piedra que un cabildante.
Es contado con los dedos de la mano las veces que hizo algún tipo de intervención ante la plenaria y pese a su limitada expresión, fue elegido presidente de una de las Comisión Primera y Segundo Vicepresidente de la mesa directiva, dignidades que se dieron por los acuerdos políticos entre los mismos diputados por fuera del recinto.
Las tres o cuatro veces que a Rueda Domínguez se le escuchó la voz fue para dar ponencia positiva a igual número de proyectos donde actuó como ponente, intervenciones que no sobrepasaron los dos minutos, lo cual se puede constatar en las actas que se almacenan en la Duma.
Además de su callada forma de actuar en la plenaria, sus antiguos colegas de la Asamblea lo recuerdan por ser uno de los más ausentes en los debates de control político.
“Recuerdo que era uno de los primeros que llegaba a la sesión, decía ‘presente’ al reportarse en la lista de asistencia y salía del recinto. En la gran mayoría de las veces no volvía”, dijo una fuente de la Corporación.
La alianza Elisa – Aguilar se convierte en un claro ejemplo de acomodamiento político, una estrategia que beneficia a las partes pero que perjudica -sin duda- a los electores.