Inició el proceso contra Josef Schütz, exguardia de las Schutzstaffel (SS) en la época de Adolf Hitler. Se le acusa de haber sido “cómplice” en la muerte de miles de personas retenidas en el campo de concentración de Sachsenhausen durante la Segunda Guerra Mundial.
El imputado, quien es el de mayor edad en responder por los crímenes nazis ante la Justicia alemana, cumple 101 años el próximo 16 de noviembre. El hombre es acusado de haber disparado contra prisioneros soviéticos; de ayudar y ser cómplice en asesinatos sistemáticos con el mortal gas Zyklon B y por la detención de prisioneros en condiciones hostiles. Schütz tenía 21 años cuando ocurrieron los asesinatos.
A raíz de su avanzada edad, un grupo de médicos dijo este jueves que el hombre solo está parcialmente apto para ser juzgado. La primera de las 22 audiencias programadas duró apenas una hora debido al mal estado de salud de Schütz. Las siguientes sesiones se limitarán a solo dos horas y media diarias.
Asesinatos ocurridos hace casi 80 años
Desde su entrada a la sala del tribunal en la ciudad alemana de Neuruppin, el hombre de 100 años cubrió su rostro con una carpeta azul para que no fuera fotografiado.
Cuando el juicio empezó, fue Stefan Waterkamp, el abogado de Josef Schütz, quien sostuvo la carpeta para que su cliente hablara.
El exguardia nazi no quiso hacer comentarios sobre los hechos que se le imputan, sin embargo, se espera que en la sesión de este viernes declare sobre su situación personal, siempre y cuando no tenga relación con las acusaciones, dijeron medios alemanes.
Más tarde, los fiscales del caso empezaron a hablar de la acusación de Schütz por “contribuir a asesinatos crueles e insidiosos” al ayudar a “crear y mantener condiciones» que amenazaban la vida en el campo de concentración de Sachsenhausen.
Durante la lectura de una parte de la acusación, que contiene en total 134 páginas, el fiscal Cyrill Klement se refirió al asesinato sistemático de miles de prisioneros y a prácticas como fusilamientos en masa en recintos especiales, acciones de exterminio en cámaras de gas y muerte por debilitamiento y enfermedades.
“El acusado apoyó de manera consciente y deliberada, al menos con el meticuloso desempeño de la tarea de vigilancia como parte integral” de la maquinaria asesina, dijo el fiscal.
“Algo puede pasar”
A la audiencia de este jueves asistieron 16 testigos, entre ellos siete sobrevivientes del campo de concentración y nueve familiares de víctimas.
Una mezcla de sentimientos se reflejó en sus rostros al ver entrar a Josef Schütz a la sala de audiencia. “Estoy emocionado. Han pasado 80 años desde que perdí a mi padre y este tipo es un tipo sucio, un bastardo que rechaza la posibilidad de la culpa”, dijo el francés Antoine Grumbach, de 79 años.
El padre de Grumbach fue asesinado en marzo de 1944 en Sachsenhausen. Su hijo asistió a la apertura del juicio de este jueves en su memoria.
Por su parte, Thomas Walther, abogado de 11 de los 16 testigos, espera que de todo esto algo pueda pasar: “para los demandantes, el hecho de que compareciera en su juicio ya es una señal positiva (…) algo puede pasar. Quizás ese hombre finalmente decida, antes de última hora, explicar sobre su pasado”, dijo el jurista.
El campo de Sachsenhausen operó desde 1936 hasta 1945 cuando fue desmantelado por los militares soviéticos. Cerca de 200.000 personas fueron retenidas allí, principalmente opositores políticos, judíos y homosexuales. Muchos de ellos murieron por agotamiento debido a los trabajos forzosos y las crueles condiciones en las que vivieron.
El proceso de Josef Schütz tiene lugar días después del juicio de Irmgard Furchner, de 96 años, quien ejerció como mecanógrafa en el campo de concentración de Stutthof. La semana pasada fue acusada de ser “cómplice” en más de 11.000 muertes durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la mujer fue liberada y la lectura de la acusación se aplazó hasta el 19 de octubre.