«El único consuelo que nos queda durante los turnos largos es la pausa para el almuerzo de 20 minutos y los pocos segundos que nos apoyamos en los estantes para descansar nuestros pies», dijo S. Lakshmi, de 40 años, que ha trabajado en la misma tienda de ropa durante una década.
De pie durante 10 horas al día, la vendedora india, que usa un seudónimo, regresa cada día a casa al final de su turno a cuidar de sus piernas adoloridas y tobillos hinchados. Pero el alivio puede estar a la vista.
El estado sureño de Tamil Nadu, que con alrededor de 70 millones de habitantes es el sexto más poblado del país, siguió los pasos de su vecino Kerala, que en 2018 promulgó una ley similar luego de masivas protestas del personal de ventas de tiendas textiles.
Sillas y descansos obligatorios
A la luz de la nueva ley, los empleadores deberán garantizar que el personal minorista cuente con asientos para descansar cada vez que sea posible durante la jornada laboral.
«Esta ha sido una demanda pendiente desde hace mucho tiempo», dijo a la agencia Reuters M. Dhanalakshmi, coordinadora estatal del Comité de Coordinación de Mujeres Trabajadoras de Tamil Nadu, un ala del Centro de Sindicatos Indios.
Según Dhanalakshmi, “desde el momento en que abordan el autobús para ir al trabajo hasta que regresan a casa después de un turno de 12 o 14 horas, apenas se sientan. Hay problemas de salud con los que lidian, como las venas várices y además trabajan bajo estrés constante”.
El secretario de Trabajo de Tamil Nadu, R. Kirlosh Kumar, anunció que equipos de inspectores visitarán las tiendas para garantizar el cumplimiento de la norma. «Lo vemos como una medida clave de bienestar para los trabajadores y nos aseguraremos de que los dueños de las tiendas cumplan», declaró.
El segmento minorista de rápido crecimiento de la India es un pilar de la economía: representa el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) y el 8% de los empleos, según Invest India, el brazo de promoción de inversiones del país.
En los estados del sur, incluido Tamil Nadu, las grandes cadenas familiares dominan los segmentos de joyería y sari (vestidos tradicionales para mujeres) y contratan mujeres de clase media baja para atender a la clientela, principalmente femenina.