Por: Holger Díaz Hernández/ “Ante las atrocidades hay que tomar postura. El silencio estimula al verdugo”.
Según el presidente del Banco Mundial la pandemia de Covid-19 ha dejado la crisis más grande de toda la historia, pero no solo en la economía del mundo y en el número de personas muertas o contagiadas por el virus, sino también por el impacto en la salud mental de la población y como efecto colateral en el aumento de la violencia intrafamiliar y sexual sobretodo contra las mujeres y los menores de edad, reflejándose esto en abusos sexuales, homicidios y el crecimiento en las tasas de suicidios.
El lugar más frecuente en donde ocurren las agresiones sexuales es en el hogar de la víctima, el 90% de los que cometen el delito son familiares o conocidos cercanos, siendo en su orden los padrastros, el padre, tíos, primos y abuelos los principales victimarios, con frecuencia impunes. Es escalofriante pensar que el sitio más inseguro para una mujer o para un menor sea su propia casa.
En cuanto a la edad, el rango donde se producen más casos de violencia sexual es entre los 10 a 14 años seguido de los 5 a 9 años, con lo cual se puede concluir que el abusador prefiere a los más pequeños por su incapacidad para resistirse; el asesinato de mujeres a pesar de las leyes que han incrementado las penas contra el feminicidio, ha crecido sistemáticamente.
Los números muestran que la violencia contra las mujeres ha aumentado en un 19% en los últimos cinco años, que en promedio cada día fallecen 2,7 mujeres víctimas de la violencia, con un pico de edad entre los 20 a 30 años, siendo el homicida más frecuente, la pareja o expareja de la mujer.
El suicidio es la cuarta causa de muerte violenta en las mujeres en Colombia con una tasa de 2,37 por cada 100 mil mujeres, siendo absolutamente relevante el aumento del suicidio en los menores de edad.
Otro hecho que preocupa gravemente es el aumento de los embarazos en las menores de 14 años, los partos en esta edad aumentaron en el 9,6% en los dos primeros trimestres del 2021 comparados con los del 2020, en contraste con la disminución de las mismas tasas de fecundidad y natalidad para el resto de las demás edades, incluidos los de las mayores de 15 años y menores de 20 que se han reducido favorablemente en el último año.
En el quinquenio entre 2016 y 2020 la disminución en las tasas de natalidad en Colombia ha estado en el orden del 1,2 anual con una caída global del 5,9 por ciento, mucho más marcada en los últimos dos años, principalmente en el centro y oriente del país.
Entidades como el Fondo de Población de Naciones Unidas, la CEPAL y otras ya habían advertido que, como producto del confinamiento obligatorio por la pandemia, el cierre de escuelas y colegios y la presencia permanente de adultos y niños en un mismo ambiente tendría como resultado el incremento de la violencia intrafamiliar, del abuso sexual, el embarazo adolescencial y de la natalidad, en este segmento tan vulnerable de la población.
El Código Penal Colombiano en sus artículos 208 y 209 penaliza el acceso carnal con menor de 14 años como un delito con una pena entre 12 a 20 años de prisión y los actos sexuales distintos a este, o en su presencia o a quien los induzca a prácticas sexuales, incurrirá en prisión de nueve a trece años, igualmente castiga a quien facilite el proxenetismo con menor de edad o estimule a la prostitución de menores.
Por lo tanto, cualquier tipo de actividad sexual con un menor de edad es un delito grave castigado por la ley ejemplarmente, incluso con cadena perpetua hasta hace unos pocos días, cuando la Corte Constitucional tumbó la norma.
Pero la triste realidad nos muestra que de nada sirven este tipo de leyes, porque se sigue abusando de los niños, niñas y adolescentes; las estadísticas son frías, pero muestran la realidad social.
Caso aparte merece, que ante la falta de una cátedra de sexualidad en nuestro sistema educativo, el desconocimiento en la utilización de los métodos anticonceptivos y como parte de un fenómeno sociocultural hay una tendencia en los jóvenes a iniciar cada vez más temprano sus relaciones sexuales, con frecuencia estas conductas son permitidas por padres o cuidadores, generando un daño muy grande en el futuro de estas madres-niñas que pasan del juego con las muñecas a ser mamás y sin tener la experiencia o la madurez deben enfrentarse a las obligaciones que implica una maternidad, además como producto del machismo e irresponsabilidad, el adolescente que produjo el embarazo hace rato desapareció.
Es la triste realidad de cientos o miles de niñas y de sus familias, con frecuencia de escasos recursos, ante una sociedad que mira hacia otro lado y mientras tanto las leyes que hacen parte del arsenal de nuestro código penal, son convertidas en rey de burlas.
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*Médico cirujano y Magister en Administración.