Por: Libardo Riaño Castro/ Si algo nos ha mostrado la historia política colombiana durante toda su imprenta republicana es que las elites han gobernado el país, este hecho desencadeno una verdad reconocida por los colombianos, a cuál es, que tenemos una oligarquía que se ha mimetizado, adaptado, transformado, e incluso ha establecido alianzas con el fin de sostenerse en el poder.
Lo malo de estas elites dirigentes colombianas, es que muchas veces han gobernado para si mismas, desconociendo el país y a sus ciudadanos, pervirtiendo el sentido ético que debe acompañar el ejercicio político, como una actividad de servicio a la Democracia y a la sociedad, incurriendo en una dialéctica de corrupción que a convertido el ejercicio político colombiano, en un negocio muy lucrativo que se evidencia por lo menos en los últimos sesenta años, desde el histórico acuerdo conocido como el Frente Nacional, donde surgió esta macabra dinámica que elimino la equidad en la participación y la posibilidad de que fuerzas políticas diferentes a las tradicionales, participaran en el ejercicio del poder.
En la teoría política, con la constitución de 1991, se dio la apertura al multipartidismo, que contó con la protección jurídica, propiciando que nuevas fuerzas y dinámicas partidistas, apuntaran a terminar con este bucle oligárquico permitiendo una Democracia incluyente, diversa y moderna, pero como se dijo en el comienzo, las oligarquías colombianas han tenido la fuerza para mimetizarse, adaptarse y transformarse a medida que el país avanza, es por esto, que pese a los esfuerzos por la pluralización política del país, que estadísticamente nos muestran más de veinte partidos con personería jurídica avalada por la comisión nacional electoral, la connotación en el contexto de los últimos diez años, es que existen dos fuerzas polarizadoras de la política nacional: la Derecha y la Izquierda, dos fuerzas que se han enfrentado en las ultimas elecciones presidenciales, con un saldo histórico en el 2018, que situó a la Colombia humana del candidato Gustavo Petro, como la votación mas alta en la historia de las fuerzas políticas de la izquierda en el país.
Pero con el advenimiento de la pandemia del Covid-19, el cuestionable manejo de la cuarentena, el paro nacional que afecto al país, la caída en la popularidad del presidente Duque, que ha sido la mas alta en la historia de Colombia, con mas del 69% de desfavorabilidad, el aumento del desempleo, la inseguridad, el aumento de la pobreza, el colapso económico, sumado al desgaste de los candidatos de derecha que terminan haciéndole apología a la corrupción y a los escándalos por los malos manejos administrativos, junto a la desmitificación del uribismo por parte de las nuevas fuerzas electoras de los jóvenes, que no le creen a la política de la seguridad democrática sea la clave para salir de la violencia y del subdesarrollo, el panorama muestra al senador Petro y a su pacto histórico, como una alternativa fundamental, que reabre la esperanza para la transformación, que nuestro país requiere para asumir los retos de una globalización que exige a los gobiernos una gobernabilidad sostenible y que enfrente los retos del nuevo milenio.
Lo cierto es que, en esta época preelectoral, es en donde las fuerzas se atizan, las alianzas afloran y los acuerdos se suscriben, la izquierda no pretende llegar a las presidenciales como una fuerza independiente, sino como una sinergia de fuerzas y tendencias políticas que le apuntan a terminar con la tendencia de gobiernos tradicionales (liberales y conservadores) y sus nuevos paradigmas (Centro Democrático y agregados).
La tarea debe iniciar por elecciones legislativas a celebrarse en marzo del 2022, en donde según lo señala el líder del pacto histórico, el senador Gustavo Petro, la idea es ganar el mayor numero de curules en el congreso, para fortalecer los procesos legislativos, esto con el fin, de llegar a ganar las presidenciales de mayo de 2022, pueda darse un golpe histórico que propicie la idea de refundar la Republica, construyendo un Estado Social de Derecho, que según Gustavo Petro, ha sido una tarea que nunca se ha iniciado desde que se promulgo la constitución política de 1991; el mismo Senador Petro, señala que su propósito es darle cumplimiento a la constitución política, profundizarla y aplicarla, pletórica de derechos y libertades para toda la sociedad colombiana de manera pluralista.
“No estamos hablando de pactos politiqueros, coyunturales, centrados en la repartija del poder y hechos por debajo de la mesa. Estamos hablando de cambiar la historia de Colombia hacia el sendero de la Democracia, la paz y la Justicia social”, indicó Petro.
Bajo esta perspectiva de cambio y de refundación de la Nación en materia política, esta alianza de los partidos de las izquierdas y los sectores de centro derecha que se le han anexado a esta propuesta, pretende por primera vez llegar al poder en Colombia, cambiando de esta forma el histórico legado de gobiernos de derecha que han sostenido la clase política colombiana.
Lejos de preconizar personalmente un apoyo a la campaña de Gustavo Petro, la idea de conformar una sinergia política, que propicie un gobierno de coaliciones múltiples, en donde la sumatoria de fuerzas construya una Colombia diferente, en donde la náusea de corrupción como fenómeno asqueroso que a propiciado la suma de todos los males del país, pueda por fin llegar a su final, en donde la educación, la ciencia, el desarrollo tecnológico, sea un elemento fundamental para modernizar nuestra nación, en donde el Estado frene la violencia, por medio de la generación de oportunidades para nuestros jóvenes, que vean un futuro diferente al de la delincuencia, en donde la justicia sea garante de los procesos y dignifique el derecho, en donde el Estado genere oportunidades para todos y no, únicamente, gobierne para los que manejan el contubernio malsano que a perpetuado la desigualdad y la brecha social histórica colombiana.
Independientemente de donde provenga el cambio, lo que realmente importa para los colombianos, es un Estado modernizador, incluyente, que genere los cambios y las transformaciones que requiere nuestra nación, pero incluyendo a los todas las vertientes ciudadanas, a todos los colombianos, liderando al país con ese sueño de conjugar la constitución, tanto en teoría como en la práctica, en síntesis, un Estado real de Derecho, no solo en el papel, que se vislumbre en el diario vivir de los colombianos.
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*Docente, Comunicador Social, Educomunicador.
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