Por: Roberto Aponte/ Las palabras plasmadas pueden manifestar infinidad de temas, pero que hay de cuando el asunto es escribir sobre escribir. Esta actividad va más allá de una profesión específica, sino que es el algo que puede realizar todo el mundo.
Especialistas, personas dotadas con mucho conocimiento pueden sentir un gran alivio al manifestar en sus escritos todo lo que han investigado además de experimentar gratitud al ver como esos temas minuciosos llegan a ser difundidos.
Las palabras se convierten en trozos de la realidad, de sensaciones experimentadas por otros, sucesos que solo ellos pudieron vivir, pero que son compartidos para que el lector tome parte de aquellas vivencias.
Treinta mil quinientos kilómetros cuadrados es el área de Santander, veinte un mal si sumamos los de Norte de Santander, en tanto espacio hay mucho que contar, pero si agregamos el tiempo queda pensar en esas épocas de lucha y gloria como historias que han forjado el territorio.
Las palabras manifiestan de forma más básica la idea, el concepto, aquello que con el más simple significado toma forma al trabajarse en la mente, las palabras escritas dan forma, las palabras leídas se convierten en realidad.
Estructuras de líneas negras y blancas se convierten en fuente de inspiración y liberación. En expresiones de moral, en manifestaciones de la búsqueda de justicia, en los más íntimos deseos de aquel que empuña el lápiz o teclea frenéticamente.
Las palabras son cimientos, son consideraciones y aportes que se convierten en proyectos, son el primer paso a grandes eventos, son líneas concisas que tras varias interpretaciones y organizaciones pueden convertirse en muchas posibilidades.
Oficio o pasatiempo, mecanismo de desahogo o denuncia, la escritura llega a significar mucho cuando se comunica cada escrito. Aunque la habilidad con las palabras es algo que necesita cultivarse al estudiar las reglas de nuestro bello idioma, aunque los mayores especialistas se vuelven expertos en dominar un vocabulario especifico debido a las exigencias de la profesión; cualquier persona puede contar con el medio escrito para expresarse.
Paso de la búsqueda de una reiteración estética apoyada en una notable redundancia para hundirme en la prosa habitual, en la cual sigo mi estilo habitual de resolver preguntas para ampliar los temas comunicados, pero es necesario el ejercicio de reflexión como un experimento. La región del gran Santander tiene mucho que contar puede existir un fuerte de deseo de mostrar a través de los escritos todo lo que se puede comunicar.
Mi interés ha sido hablar sobre árboles, solo por el hecho de que reitero en la riqueza del área donde residimos, pero no soy el único con este propósito, ya que existen cantidad de divulgadores científicos que han experimentado la aventura de surcar el territorio, los fotógrafos son un gran apoyo ya que una imagen vale más que mil palabras, pero sigue siendo libre a interpretación.
Las palabras fortalecen el entendimiento de lo que observamos haciéndonos conocer lo que hay detrás de la imagen, son medios de comunicación que expresan verdades o mentiras. Las palabras pueden estar cargadas de solidaridad o malicia, de integridad o fanatismo.
Conocer las opiniones ajenas permiten obtener la alegría de coincidir con alguien o el fortalecimiento del punto de vista, cuando se escriben las opiniones se obtiene un fragmento de las inquietudes del escritor.
Para que se realice adecuadamente la comunicación es necesario que lo que manifieste el emisor llegue a un receptor, la lectura y la escritura son ejercicios complementarios, de primera mano los lectores se topan con la primera impresión de un título que es la puerta al conocimiento, más que leer mucho diría que el verdadero consejo sobre la lectura es crear en nuestra mente interés hacia otros temas y puntos de vista ajenos.
Escribir sobre escribir se convierte en una gran reflexión, un pequeño repaso del rumbo que tomamos con el oficio y la importancia que tiene para nosotros.
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*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories