Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ En una sociedad en la que corremos más que incluso pensar, en la que las cosas materiales han tomado más valor que las personas, en donde hacer la cosas bien es cuestión de “fanatismo”, nunca he estado en contra del interés individual, ni de que una persona pueda superar sus propias limitaciones, porque básicamente no se trata de superarnos a nosotros mismos, sino a nuestras limitaciones y al usar expresiones tan cortas, hablando de proyección, que solo hacen que parezca una competencia, aunque bueno, en realidad se ha vuelto una competencia, tener, estudiar, cuando inicial e históricamente eran pocos los que podían hacerlo; de hecho me parece que la persona que se dedica a sí misma, a contribuir sanamente a la sociedad a través de sus acciones, francamente lo hace, porque sabe que su basura no es solo su basura, sino que es la basura de su comunidad.
Reitero, el interés individual no es malo como se ha venido relacionando, es como la crítica, tampoco lo es, solamente que para poder oficializar nuestro pensamiento la hemos usado para dañar a otros y esparcir ese veneno que no hemos solucionado en nuestra vida, si tú sabes que con preocuparte por ti, vas a contribuir a que tus futuras generaciones sean saludables, le estás haciendo un favor muy grande a ellos y a ti, pero no es así de sencillo como se lee, trae un poco de conciencia para entenderlo.
Por mucho tiempo, me negué a entenderlo, porque por más que tu tengas que “cargar el pecado de tus padres” o “tengas que repetir historias” te haces acreedor de aprender comportamientos que vas registrando en tu vida ciegamente, hasta que como una bomba atómica algunas situaciones te minan y explotas, aclaro, hay teorías que sustentan, pero no me quiero centrar en ellas, quisiera poder ir a la conciencia que todos tenemos, de ir botando la basura cada que vez que se puede, en vano es acumularla finalmente nunca se soluciona nada con acumular, o bueno, si alguien ha logrado algo haciéndolo, me retracto de decirlo.
Solo que estamos tan contentos en nuestro propio interés individual, nadando en la victimización, que pasamos a normalizarlo tanto, que cuando alguien de nuestra familia decide romper el silencio, le acusamos de porque no toleramos verlo surgir, que nos está pasando como sociedad, que nos hemos hecho irresponsables por naturaleza, le quitamos a las personas desde nuestro interés individual el derecho de ser ellos mismos, solo porque no nos arrastraron o porque no nos llevaron, pero jamás soltamos esas heridas, porque no nos atrevemos a abrir los ojos en medio de la tormenta, porque la lluvia nos asusta, porque nos da miedo cambiar de trabajo, porque nos da miedo exigir respeto a mi familia, pero ojo, nada de lo anterior involucra agresión o faltas a la moral, esa es la parte a la que quiero referirme, tenemos en nuestros registros que los cambios son dolorosos y que deben hacerse hiriendo a otros, pasando por encima de alguien más o apagando su luz, parece que estamos tan felices contribuyendo a ser intolerantes, que los valores como el respeto, la compresión, la compasión, están sobrevalorados, si alguien hace algo bueno a tu alrededor, respétalo, si alguien se preocupa por ti, amalo, pero no descargues tus asuntos en una excusa que solo te roba la vida, cuando te des cuenta, habrás estado viviendo vidas prestadas, te quitaras la energía de vida que tienes por no sanar tu dolor, por creer que si buscas ayuda es una debilidad, no dejes que tu vida se defina en manos de otros, vive la tuya, sana, crece, perdona, decide, pero hazlo desde el amor, suena algo soñador, lo sé, pero, aunque suene fantasioso, ninguna agresión será justificada fielmente para un cambio, será una excusa porque como a las buenas no funciona, entonces nos vamos a las malas.
Se alguien socialmente responsable.
…
*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
Facebook: RuthSCata
Twitter: PsiRuthSCata
Instagram: ruthscata