Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Mucho se ha escuchado resonar de dos personajes en el país durante esta semana que pasó, me abstendré de dar nombres, porque, aunque mi artículo no es para dar una crítica por sus acciones, si pretendo analizar la profundidad de la historia social en la que nos encontramos, difundiendo cualquier información sin leer la base y contenido de las mismas.
Lo mismo paso hace año y medio atrás, cuando la pandemia comenzó a circular, todos prepararon aguas milagrosas, buscaron pelos en libros e hicimos otro sin fin de rituales socioculturales para protegernos de un virus.
Es extraño como solo nos hemos dedicado a dar nuestra opinión hacia las vivencias de personas a las que la vida les ha negado oportunidades para sonreír, y que como, bien lo he escrito, con todo y eso han decido soltar su patria dolorosa y “salir adelante#; todos a la final somos críticos de vidas que no hemos vivido, ni viviremos.
Con todo y esto, me encanta ver, como se rompen esos mitos, dos deportistas de talla internacional, que también han crecido sin oportunidad alguna, pero que, con su disciplina y talento, se han hecho ver y han llenado de orgullo a más de $47.000.000 millones de personas.
Se puede cambiar, se puede; pero solo si se quiere.
Cambiar como una realidad que nos acosa, que nos llena de fe, ahora entiendo porque se habla de la esperanza para creer y seguir intentándolo, si tu no crees en ti e incluso, creas las oportunidades, lo que esperas que pase no va a pasar.
Vemos como, el ejemplo de personas de bajos recursos económicos, que sin una buena educación familiar, social y académica han surgido, porque muchos de nosotros que tenemos oportunidad de marcar, nos cansamos y usamos excusas como “nunca me pasa nada bueno” o “eso es solo para los que tienen plata”, excusas que conocemos como errores cognitivos, que hemos creado a partir de realidades distorsionadas, donde el dolor prima.
Pero si, “el sol cae sobre justos e injustos” porque esperamos que caiga del cielo todo, incluso estamos todo el tiempo depositando la culpa de la destrucción de la capa de ozono, es todos los demás, pero nunca nos hacemos cargo, no queríamos una “industrialización” sabemos cuánto ha mejorado todo desde aquel entonces, a todo le estamos buscando el acomodo, a todo le sacamos el, pero, ¿por qué?
Pudiendo crear nuestras oportunidades desde el prisma del respeto, la tolerancia e igualdad, nos hemos decidido por sentirnos víctimas de un sistema, entonces todas las acciones en pro de mejorar siguen siendo en vano.
Estamos en medio de una crónica de una muerte anunciada, en la que culpamos a todos y jamás buscamos una solución.
Dicho esto y con miras a pensar en la “evolución” la primera parte de dicha evolución es nuestra voluntad para ver lo que tenemos en nuestras manos, no necesitamos que nos estén reafirmando quienes somos, pero lo he aprendido así, esperar que otros aprueben quienes somos y lo que hacemos, que no suene a critica, quienes nos anteceden han luchado, lucha que no puede quedar impune, pero eso no significa que sea a la fuerza o que se deba depender, esa visión es obsoleta si creemos que depende de los demás, crecimos pensando en que es así.
Finalmente, quienes esperamos que sean los que eduquen a las generaciones presentes, no tienen ese compromiso, porque como cualquier otro arte, carrera o vocación están en su desarrollo, estamos dejando a responsabilidad de externos, el crecimiento de la sociedad, es dicotómico, como hasta en eso seguimos pensando que es responsabilidad de otros y que nuestras acciones no contribuyen en nada.
Que ciegos somos, pensando en que personas que han vivido una vida que no conocemos tienen la responsabilidad social de hacernos personas.
¿Cuándo vamos a asumir la responsabilidad de nuestras acciones?
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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