Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ A menudo que van pasando las crisis sociales, vemos como las diferentes consecuencias sociales, familiares y económicas se han dejado visualizar en cuanto al impacto de las crisis sociales no sólo hablamos de un Covid, o de un paro nacional o incluso de la historia del libertador; sino que hablamos de las regalías de cada una de esas luchas; de como culturalmente hemos aprendido a reaccionar y “pararnos de frente a lo que viene” o como coloquialmente decimos “De frente al cañón”.
Se que me han leído en otros artículos, expresarles mi postura sobre el “el piloto automático en el que vamos” por el que, en muchas ocasiones omitimos pensar que nos dirigimos sin un rumbo, pareciera entonces que todas las luchas sólo quedaron escritas en un papel, que el dolor de las muertes y muchas otras situaciones que vemos como injusticias a nuestro alrededor, como problemáticas han quedado impunes.
Todo lo por lo que se ha trabajado y esforzado no tiene un valor porque terminamos olvidando al final y viendo a repetir círculos dolorosos, círculos viciosos sociales; donde solo algunos reconocen desde el prisma del respeto cada una de sus luchas para cada día seguir construyendo sus sueños.
Yo sé que ustedes han escuchado la historia de vida de muchos deportistas de talla internacional que a hoy representan al país y que no, solo se trata de una cortina de humo.
Es cierto, por medio de las luchas se busca que la calidad de vida mejore y que se resignifiquen cada una de las identidades históricas por el bienestar de nuestras comunidades y finalmente de la sociedad; sin embargo, parece que él todo es un papel en blanco uno en donde ningún color, lapicero o tinta puede marcar.
¿Puesto que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirlo?
Las coloridas calles de nuestra ciudad se han pintado de muchos tonos, colores, ritmos, sabores que representan nuestra cultura, pero olvidamos que quienes se han levantado, estas nuevas generaciones, de las que guardo mi sentido respeto, porque quieren cambiar un mundo que no quiere cambiar y además, porque aunque les han dicho que no tienen derecho a soñar porque incluso el dinero y las oportunidades ya no les corresponden, no han desertado, sino que con su boca piden que se les reconozca sus derechos, que se les reconozca el quién soy se les reconozca sus ideas; y este escrito es a nombre personal, porque quiero invitarles a pensar en que cada generación ha sido esclava a su manera, bien sea de tradiciones, de la violencia, el desplazamiento, ha sido esclava de lo que ha permitido.
Sin embargo y repito, a titulo personal, el respeto que estas generaciones pide, no puede serles dado mientras las generaciones que nos anteceden sigan pensando de la manera en que lo hacen, sigan pensando en que no merecen la tierra que tienen, sigan pensando en que no son buenos para algo, sigan desvalorizando todo su esfuerzo de esto se trata este artículo de reconocer los colores que hay en este momento en la ciudad de Bucaramanga y en otras ciudades.
Los colores después de la crisis, los colores después de un paro, los colores después de luchar por una libertad.
¿Qué significa cada uno de los colores para cada uno de ustedes?
Esos colores deben tener un significado para cada ciudadano, cada artista que se ha tomado su tiempo para dibujarlo y para tratar de compartir con los demás lo mucho que estás luchas significan y el cambio del que todos hablamos, por el que la construcción de la paz que se ha quedado solo en un papel, finalmente también hemos añadido la violencia como parte del cambio, la agresión como señal de autoridad y todos esos códigos que lo único que han hecho es destruir los principios sociales y de convivencia.
Les invito a admirar los colores de su ciudad y tomar su historia familiar y social como precedente para seguir fundando esta sociedad.
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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