Por: Camilo Iván Rincón León/ Tal vez una de las grandes disertaciones a nivel nacional es el origen de la pobreza económica y la desigualdad social, ¿cuáles han sido sus causas históricas? ¿Por qué cada año aumenta en lugar de disminuir? ¿Quiénes deben asumir la responsabilidad? seguramente los interrogantes son diversos y las respuestas aún más complejas.
En marzo de 2020, antes de los confinamientos generados por la pandemia, según el DANE la tasa de desempleo en Colombia oscilaba en un 12,6%. Para febrero de 2021, la cifra ascendió al 15,9 %, cerca de 468.000 personas perdieron su trabajo y la cifra de desempleados llegó a los 3.437.000 en marzo de 2021. Además, el más reciente informe del DANE indica que un 40% de la población colombiana es pobre y un 15% vive en la extrema pobreza, cifras que dejan perplejo a cualquiera dentro del discurso demagógico del “estado social de derecho”.
¡Ante el desconsolador escenario nacional no existe duda alguna que en Colombia el sistema político, económico, constitucional y social, fracasó! Y cualquier defensa ante una realidad palpable termina siendo inocua y ridícula.
Pero los señalamientos más allá del perverso manejo político, transciende primeramente a la población en general, pues el conglomerado social ha sido el principal cómplice del origen de esa pobreza y desigualdad que hoy viene generando un estallido sin precedentes.
El pueblo colombiano durante más de 200 años ha sido débil, sin conciencia, sin memoria histórica, sin autonomía en su voluntad y peor aún se complace agradeciendo en todas las jornadas electorales con su voto, en ser mal gobernados. Lo anterior, significa ni más ni menos, que la primera línea de protesta debe estar encaminada contra la indiferencia de un pueblo que hoy por hoy “come de su propio cocinado.”
Parafraseando a Víctor Hugo “la verdad no encuentro la diferencia sustancial, entre los malos gobiernos y un pueblo que todo lo consiente, incluida la muerte de cualquier colombiano, lo que, si es cierto, es que, entre los gobiernos, clase política, sistema financiero, administración de justicia y el pueblo hay una complicidad vergonzosa y destructiva”.
Finalmente, y con el ánimo de no entrar en discursos politiqueros y demagógicos es que solo espero que: No se nos pase “la vida” esperando mejores tiempos, sino no tenemos un cambio personal antes de señalar a los demás.
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*Abogado especialista en derecho administrativo y contratación estatal.
Twitter: @CamiloRincon_10