Por: Libardo Riaño Castro/ Ante el anuncio hecho por el ministerio de educación nacional en cabeza de su ministra, la Doctora María Victoria Angulo quien sostuvo la viabilidad de la resolución 777 de 2021 emitida por el ministerio de salud y la cual cobija dentro de la reactivación de los sectores productivos del país, entre ellos, el sector educativo tanto del sector público como del privado y en todos sus niveles, de inmediato se activaron las alarmas tanto para quienes están a favor del retorno de la presencialidad escolar, como para quienes se oponen a este propósito y consideran que el repunte del Covid-19 no da tregua y que mientras no se mitigue la pandemia, es inconcebible regresar a las aulas de manera presencial y permanente.
Independientemente, de cual sector en esta diatriba tenga la razón, lo cierto es que nuestro país tiene una larga historia, trayectoria e influencia en la práctica educativa presencial, y la experiencia virtual no fue satisfactoria en la mayoría de las instituciones escolares y en el ambiente, tanto de los padres, los estudiantes, los docentes y los directivos, el sabor degustado de la virtualización vivida en el 2020 y en lo que va del 2021 no fue, y es, para nada agradable.
Pero lo cierto es que ante la masiva vacunación de los docentes y directivos docentes, sostener la virtualidad es cada vez un proceso más complejo e insostenible, porque por un lado existen vacíos de infraestructura desarrollo tecnológico y de capacitación docente que el gobierno no está interesado en llenar, y por otro, hay que reconocer que la virtualidad en pandemia, ocasiono un quebranto en los procesos formativos de calidad y de exigencia que se deben seguir en nuestra población escolar, que asciende a 9,7 millones de jóvenes, y que desde hace ya 15 meses han tenido que estar confinados en sus hogares recibiendo clases por internet y otros medios poco usuales, con aciertos y desaciertos, los cuales han sido objeto tanto de críticas como de elogios, pero sin llegar a un consenso como sucede en la mayoría de los problemas que padecemos los colombianos.
Ante este desenlace tan inevitable, como sostiene el ministro de salud Fernando Ruiz, quien en declaraciones a diferentes medios periodísticos afirma “que el proceso de vacunación de docentes y directivos, es cada vez mas efectivo y extensivo, por lo tanto, no hay escusa alguna para no retomar la presencialidad, desde luego con el debido seguimiento a las normas de bioseguridad emanadas por la resolución 777 y la directiva No 5, del ministerio de Educación nacional”. Fuente: www.semana.com
Llegado a este punto, surgen unos interrogantes imposibles de postergar ante este nuevo panorama, el primero de ellos es ¿Qué nos dejó la virtualidad y que se pueda aplicar en la presencialidad escolar? Precisamente, hay que reconocer que la experiencia no fue del todo mala, ya que fueron muchas las herramientas digitales y virtuales que los docentes tuvieron que aprender a utilizar durante la pandemia, y que son útiles en el proceso educativo, por lo tanto desechar esos miles de recursos no es una decisión sabia, aunque para muchos enseñar a través de la pantalla de un ordenador o de una video llamada, no sea lo mismo como enseñar en la presencialidad, donde existe un mayor control y una mejor verificación de los procesos de enseñanza-aprendizaje, esa afirmación es relativa, pues también en la virtualidad hubo aciertos en este aspecto con buenos resultados.
Otra pregunta que se abre al debate es ¿Se debe cambiar de nuevo el currículo flexibilizado por la pandemia, o se debe seguir dándole continuidad? Es cierto que para muchos maestros, se perdió calidad y profundidad en los temas, las competencias y competencias que se deben impartir en un curso con una normalidad rutinaria, pero ante el caso excepcional generado por el covid-19, el currículo tuvo que adaptarse al contexto de la pandemia, lo lógico, para muchos al retomar la normalidad académica, seria “borrón y cuenta nueva”, pero el hecho de retomar las clases en forma presencial, no significa que se tenga que derogar el plan de estudios vigente en el año escolar 2021, esta nueva eventualidad normativa, no implica alterar lo aprobado para este año, se debe por tanto dar cumplimiento a lo que ya esta ajustado, y mirar a final de año en la evaluación institucional, los resultados y con base en el contexto de cada ente territorial o, establecimiento educativo, realizar los respectivos ajustes para el próximo año, esperando la evolución de la inmunización y de los posibles nuevos rebrotes del coronavirus.
Otro interrogante que salta a la mesa de análisis, es el referente a la cotidianidad escolar que se retoma, pero bajo el espectro del virus y los posibles contagios, esto implica la sensibilización frente al uso continuo del tapabocas, la asepsia permanente de manos, guardar el aislamiento, evitar el confinamiento dentro de los espacios comunes en los colegios, la interacción escolar, los problemas de convivencia escolar, entre otras situaciones que los docentes tendrán que afrontar a partir del 15 de julio.
Quedan muchas otras preguntas que surgen frente al retorno escolar que no podríamos abordar en este espacio reducido, pero en lo que no podemos diferir, es en la necesidad perentoria que requieren nuestros niños y jóvenes por educarse con calidad, y aquí, es importante señalar, que la calidad educativa no está ligada únicamente al factor de la presencialidad, pues antes de la pandemia, la calidad educativa estaba en entre dicho y por cierto muy cuestionada, así que el bajo nivel académico y de calidad, no puede reducirse únicamente al factor covid-19, pues últimamente la pandemia es el chivo expiatorio por excelencia, adjudicado por el gobierno ante sus malas actuaciones.
Retomar la presencialidad es un nuevo desafío, que plantea un nuevo comienzo, con nuevas perspectivas, nuevos problemas, pero, ante todo, reconociendo que estas experiencias vividas en el atípico 2020 escolar, nos sirvan a todos para mirar el horizonte no con incertidumbre, sino con nuevas esperanzas de hacer las cosas mejor ante los nuevos episodios pandémicos que se avecinan.
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*Docente, Comunicador Social, Educomunicador.
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