Por: Andrés David Negrete Dulcey/ A mi mente van y vienen pensamientos sobre un país capaz de transformar la realidad de su gente; un país que es capaz de materializar todas y cada una de sus ideas; un país que pronto se volcara hacia la construcción de nuevas y mejores instituciones; un país de oportunidades; un país mejor para todos y todas; solo lo estoy pensando y quiero que usted también lo piense y así, quizás, de tanto pensarlo podríamos hacerlo realidad.
Un país con más oportunidades se construye generando más oportunidades, no se puede ser demagogo con la esperanza de miles de miles de jóvenes que sueñan con ingresar a las aulas universitarias, eso es un pecado; no pueden hablar de un país de oportunidades cuando niegan el acceso a la educación, hablan de un país diferente cuando ellos no son diferentes son todos iguales; que hipócrita es la clase política, hay excepciones, pero este país cambiara el día que nosotros los ciudadanos cambiemos nuestra forma de ver el mundo y hacer las cosas.
Salir a votar no es el camino, es uno de muchos de los que hay que andar para tratar medianamente de transformar la realidad que vive el país; necesitamos con urgencias una reforma mental, una que nos lleve a pensar en un sistema institucional que este acorde con las diferentes realidades que viven las regiones de este bello país, para eso, necesitamos un congreso comprometido con las reformas que tanto anhelan los colombianos.
Pero, ojo, no reformas a los intereses de unos pocos, ¡no! Una reforma que abarque todos los intereses de todos los sectores sociales y políticos del país. Debemos caber todos en este vasto territorio llamado Colombia. No es posible que se legisle solo para unas minorías adineradas, ¡no! Hay que legislar pensando en la gente, en todas aquellas personas que se levantan cada día a buscar el sustento para sus familias; gente trabajadora que de lo único que están pendientes es de salir adelante. A la inmensa mayoría de los colombianos no les interesa la política, vea usted el abstencionismo del casi sesenta por ciento que hay; la gente no está pensando en políticas públicas ¡no! la gente está pensando en todo menos en política: ese es también uno de los grandes problemas que tenemos.
Empatía, interés, compromiso, no son solo sustantivos, por el contrario, son palabras poderosísimas que debemos poner en práctica y ahí empieza todo; pienso que el primer paso es generar nuevas instituciones que permitan mayor participación a los ciudadanos en sus pueblos y en sus regiones, esto permitirá espacios democráticos de toma de decisiones. Si no permitimos que la gente decida sobre sus vidas como pretender cambiar la realidad de la gente, sería solo retorica.
Hay que darle el control al ciudadano, claro está, bajo un marco institucional fuerte que garantice los derechos de todos y exija el cumplimiento de deberes; debemos volver a la democracia directa, más cabildos donde la gente pueda participar y tomar decisiones para que sean aplicadas directamente por el gobernante de turno, ¡eso es lo que necesitamos! Que la gente decida de una vez por todo que es lo que quiere hacer en sus regiones que es lo que quiere para su pueblo, en su barrio en su calle.
De esta manera, pensando en lo que podríamos hacer para mejorar la realidad vivida, podríamos empezar la transformación participando directamente en la toma de decisiones. Que sí no cumplen el plan de desarrollo o si prometen uno y salen con otro, entonces, que el pueblo tenga la oportunidad de construir su realidad y no atenerse a lo que otros digan: ¡Que el pueblo piense y decida!
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*Abogado, Especialista Derecho Procesal.
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