Por: Diego Ruiz Thorrens/ Junio es el mes que celebra el Orgullo LGBTIQ. El siguiente artículo de opinión, presentado en dos entregas, está dividido en 3 segmentos: Historia, Pandemia y Derechos Humanos.
Este ejercicio busca recordar la génesis del movimiento LGBTIQ y su huella a nivel mundial, nacional, y local. De la misma manera, expone algunos de los principales impactos que arroja la pandemia por Covid–19 en el disfrute y reconocimiento de los derechos humanos de las poblaciones sexualmente diversas. En esta primera entrega hablaremos de la Historia.
Historia
Hablar del Orgullo LGBTIQ (algunos dicen ‘Orgullo LGBT’; otros, ‘Orgullo Gay’, así, a secas) implica recordar los disturbios que ocurrieron un 28 de junio de 1969 fuera del Bar Stonewall Inn en la antigua zona residencial de Green Village, ciudad de Nueva York (Estados Unidos). En ese histórico día, un grupo de personas socialmente identificadas como ‘marginadas’ y/o ‘trasgresoras de la ley’ (como en ese entonces eran vistas las mujeres lesbianas, las mujeres trans, travestis y transformistas, los hombres homosexuales, entre otros) cansadas del acoso, de las redadas, de las agresiones físicas y verbales y de la represión a la que habían sido sometidas durante años, decidieron enfrentarse contra la brutal fuerza policial. Debido a estas manifestaciones, grandes mujeres como fueron Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera, Stormé DeLarverie (entre otras), pasaron a la posteridad y desde entonces siempre son recordadas.
Estos acontecimientos (que duraron varios días) hicieron de la palabra ‘Stonewall’ un hito universal. El impacto social e histórico fue profundo, resultando en el surgimiento de cientos de nuevos movimientos pro “liberación homosexual” que lucharon por alcanzar la igualdad, la equidad e inclusión social a través del reconocimiento del matrimonio igualitario, la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo, la participación de personas abiertamente homosexuales en espacios democráticos y políticos, entre otros aspectos.
No obstante, pareciera que con los años la historia, los orígenes y las razones que motivaron dicha revuelta lentamente se han difuminando, casi desapareciendo. Por ello, surge la importante necesidad de recordar y conmemorar los hechos acontecidos. Los disturbios de Stonewall significaron el poder de un sector oprimido quienes reaccionaron y se enfrentaron contra la represión policial y la opresión social, buscando poner freno a la violencia cometida contra todos y todas aquellas personas que no encajaban dentro de ninguno de los modelos sociales preestablecidos. La historia de la revuelta es profunda, por no decir, cruenta.
En un artículo de la BBC de Londres menciona que: “Alrededor de 200 clientes -lesbianas, hombres gays, personas transgénero, adolescentes fugados y drag queens- fueron expulsados a la calle. Una multitud se volvió contra los agentes que se refugiaron dentro por seguridad. Los homosexuales estaban acostumbrados a huir de la policía, pero esta vez eran ellos los que estaban a la ofensiva y los policías de retirada.
El movimiento por los derechos de los homosexuales no comenzó aquella noche, pero se revitalizó con lo que sucedió en las horas y días después del lanzamiento de la primera moneda.”
En nuestro país, la historia del primer movimiento de “liberación homosexual”, precursor de los actuales movimientos LGBTIQ, continúa siendo reciente. A pesar que antiguamente ya existían sitios y lugares que sirvieron como puntos de encuentro para personas homosexuales (Cafés, Salones, Bares, Espacios privados, etc.), algunos que datan de los años 50 y 60, la primera manifestación oficial del Orgullo se celebró en el año de 1982, 13 años después de Stonewall.
Según el archivo de la revista Pacifista: “La movilización era tan tímida aún, que el 28 de junio de 1982 se realizó la primera marcha de orgullo gay en Colombia, en cabeza de Zuleta y su pupilo Manuel Velandia, (y) contó con apenas 32 asistentes. Cien policías los custodiaron en el corto trayecto entre la Plaza de Toros la Santamaría y el Parque de las Nieves en Bogotá.”
En la ciudad de Bucaramanga, la primera marcha del orgullo se realizó solo hasta el año 2001, y tuvo una participación de 50 personas. Según el relato de una persona que estuvo presente en la marcha, registrado en un artículo del año 2005 perteneciente al medio de comunicación de la UNAB (Universidad Autónoma de Bucaramanga): “Ante esta perspectiva de intolerancia en la ciudad, la comunidad homosexual decidió organizarse y (salir a) luchar por sus derechos”. La marcha y su realización continuaron anualmente hasta el año 2011, siendo suspendida por 3 años, retomada en el año 2015 donde participaron más de 500 personas de los sectores LGBT y tomando nuevamente fuerza en el 2016, alcanzando una participación de alrededor de 1500 personas.
Conmemorar el Orgullo LGBTIQ significa visibilizar a toda una población que continuamente enfrenta el estigma, la discriminación y la violencia por el simple hecho de “Ser”. También, es una invitación para conocer la situación en derechos humanos de todas aquellas personas sexualmente diversas ubicadas en distintas latitudes del mundo, permitiendo denunciar, levantando las voces, ante posibles vulneraciones que puedan afectar a millones de seres simplemente por amar fuera de unos parámetros impuestos por una sociedad patriarcal.
Esta, la labor de la denuncia, ha sido precisamente el emblema de los nuevos movimientos LGBTIQ tanto locales como nacionales, exponiendo los obstáculos y las distintas barreras ante el acceso de la justicia en casos de violaciones a los derechos humanos, visibilizando la impunidad presente en algunas de las investigaciones que han comprometido la vida y la integridad de las personas LGBTIQ dentro un sistema que prefiere revictimizar a todas aquellas personas que decidieron seguir adelante en su denuncia, buscando una reparación, prefiriendo nunca más regresar al silencio.
La historia de los movimientos LGBTIQ continua su ascenso y creciendo, alcanzando nuevas y mayores victorias, lo que permite visibilizar a una población que se encuentra en todos los grupos etarios y que siempre, siempre, ha estado presente desde los mismos inicios de la historia de la humanidad.
Sin embargo, aún existen brechas, cada vez mayores (muchas de ellas, que sobrevivieron a lo largo de las décadas y han sido elevadas, potenciadas por la pandemia del Covid–19), que ponen en riesgo la integridad y la vida de miles de personas LGBTIQ, riesgos que se incrementan por otros factores como el color de la piel, el nivel socioeconómico, la educación, la pertenencia a determinada zona o territorio, el credo, entre otros.
Históricamente, los sectores LGBTIQ se han caracterizado por su resistencia, y muchos de ellos, de ellas y elles, por vivir intensamente. Quizá por esto, para muchas personas LGBTIQ, el Amor no se define pensando o sintiendo únicamente en matices de blanco o negro. Se ama, con toda la fuerza multicolor del Arcoíris.
(Fin de la primera parte).
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*Estudiante de maestría en derechos humanos y gestión de la transición del posconflicto de la escuela superior de administración pública – ESAP Santander.
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