Por: Paola Guarín/ Estoy completamente convencida que en pleno colapso del sistema de salud y la ingobernabilidad, donde día a día subyace la premisa del factor supervivencia e impía hacia el otro, no se va a arreglar con vías de hecho y violencia.
El vandalismo y la polarización no es la salida a todos los problemas que hoy tiene nuestro país, más aún cuando desde el mismo gobierno y el mismo comité del paro, brilla la ausencia de dialogo respetuoso, falta de representatividad y ausencia de propuestas contundentes dejan entrever la crisis evidente al interior del ejecutivo, donde sin más letreros que sacar, la vox populi es más fuerte que las medidas de represión.
No debemos olvidar que el campesino, desempleado, el enfermo y el pequeño comerciante es quien hoy tiene en su lecho una economía desbaratada y desequilibrada, no por mucho, pero si al poco de la muerte física, económica y comercial.
Es necesario que el nuevo liderazgo, logre edificar y no destruir en discursos, donde lo que debería forjarse como democracia participativa, anule todo uso de la fuerza o la grosería, contextos que ni por las curvas se deben emparentar.
Por ello la lucha sin capucha es en las urnas, si señores en el ejercicio del voto donde solo los ciudadanos que votan, haciendo uso de su deber constitucional, apoyen y elijan a quien merecen representar nuestros intereses, ideales y estrategias concretas, sin amarillismos, oportunismos o romanticismos. Ni la derecha ni la izquierda, ni el rico ni el pobre, es cuestión equilibrar la balanza y aprender del espejo de nuestros vecinos y la misma historia Colombia mirando con objetividad el futuro que indudablemente disfrutaran nuestros hijos y la niñez colombiana.
Lamento los desaciertos que se han cometido en el interior de la fuerza pública al igual que todas las víctimas del paro nacional, pero ello no quiere decir que de los errores se puede aprender y por el contrario, se puedan establecer a futuro una reforma al interior de estos organismos, que busquen proteger los derechos humanos y el no exceso de la fuerza sin perder su autoridad, donde lamentablemente la patria es quien debe proteger, tal como reza su eslogan.
Como ultima reflexión, es evidente los ejemplos que nos han dejado la historia de nuestras diversas civilizaciones donde, indudablemente la violencia, el poder, la pandemia y la guerra, siempre han demostrado un lado positivo de todo caos desatado, pero no es menor cierto concluir que la única salida a todo caso no está en la violencia y quien la permita es un agitador de guerra con capucha.
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